Benedicto XVI. ¿Renuncia inválida? Un callejón sin salida. Ecclesia Supplet. Monseñor Athanasius Schneider

12 Febbraio 2024 Pubblicato da 1 Commento

 

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, volvamos a hablar del libro de O’Reilly, del que hemos publicado algunos extractos hace unos días, para ofrecer a vuestra atención, en nuestra traducción, el prefacio de la obra escrita por monseñor Athanasius Schneider, que ciertamente no puede ser considerado un obispo fanático de Jorge Mario Bergoglio. Como de hecho lo es quien escribe, que ha pagado personalmente y de buena gana su oposición a la persona, los actos y la filosofía que los inspira. Feliz lectura y meditación sobre lo que escribe monseñor Schneider.

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El principio rector más seguro en la cuestión crucial para la vida de la Iglesia sobre la validez del pontificado del papa Francisco debería ser la práctica predominante en la historia de la Iglesia, que incluye casos resueltos de renuncias o elecciones papales supuestamente inválidas. En esta práctica predominante se demostró el sensus perennis ecclesiae (el sentido perenne de la Iglesia).

El principio de legalidad aplicado ad litteram (literalmente) o el del positivismo jurídico no fue considerado un principio absoluto en la gran práctica de la Iglesia, ya que la legislación de la elección papal es sólo una ley humana (positiva), y no una ley divina (revelada).

La ley humana que rige la asunción del oficio papal o la remoción del oficio papal debe subordinarse al bien superior de toda la Iglesia, que en este caso es la existencia real de la cabeza visible de la Iglesia y la certeza de esta existencia para todo el cuerpo de la Iglesia, clero y fieles.

La existencia visible de la cabeza y la certeza sobre ella son exigidas por la naturaleza misma de la Iglesia. La Iglesia universal no puede existir durante un tiempo considerable sin un Pastor supremo visible, sin el sucesor de Pedro, ya que de su cabeza visible depende la actividad vital de la Iglesia universal, como por ejemplo el nombramiento de los obispos diocesanos y cardenales, nombramientos que requieren la existencia de un Papa válido.

A su vez, el bien espiritual de los fieles depende de un nombramiento válido de un obispo, ya que en caso de un nombramiento episcopal inválido (debido a un Papa presuntamente inválido), los sacerdotes quedarían privados de jurisdicción pastoral (confesión, matrimonio).

De esto dependen también las dispensas que sólo puede conceder el Romano Pontífice, y también las indulgencias, todo ello para el bien espiritual y la salvación eterna de las almas.

Guiado por este principio verdaderamente pastoral, el instinto de la Iglesia ha aplicado de raíz la supplet ecclesia o la sanatio también en el caso de dudas sobre una renuncia o una elección pontificia.

Concretamente, la sanatio in radice de una elección pontificia inválida se expresó en la aceptación pacífica y moralmente universal del nuevo Pontífice por parte del episcopado y del pueblo católico, por el hecho mismo de que este Pontífice electo (presumiblemente inválido) fue designado en el Canon del Misa por prácticamente todo el clero católico.

La hipótesis de la dimisión inválida de Benedicto XVI y, por tanto, de la invalidez del papado de Francisco, se presenta como un callejón sin salida, un callejón sin salida.

Durante nueve años la Sede Apostólica habría estado vacante de facto, ya que Benedicto XVI no realizó ningún acto de gobierno, ningún nombramiento episcopal o cardenalicio, ningún acto de dispensa, indulgencia, etc. Por este motivo, la Iglesia universal quedaría paralizada en su aspecto visible. Esta hipótesis equivaldría en la práctica a una actitud de sedevacantismo. En los últimos nueve años, todos los nombramientos de nuncios apostólicos, obispos diocesanos y cardenales, todas las dispensas pontificias, las indulgencias concedidas y utilizadas por los fieles serían nulas, con todas las consecuencias nocivas para el bien espiritual de las almas (obispos ilegítimos, jurisdicciones episcopales inválidas, etc.). Serían nulos todos los cardenales nombrados por el papa Francisco, es decir, no serían cardenales, y esto se aplicaría a la gran mayoría de los cardenales actuales.

La hipótesis de que Benedicto XVI sigue siendo el único Papa válido, y que el papa Francisco es, por tanto, un Papa inválido, contradice no sólo la práctica probada y razonable de la gran tradición de la Iglesia, sino también simplemente el sentido común. Además, en este caso se absolutiza el aspecto de la legalidad, es decir, en nuestro caso, de las normas humanas de la renuncia y de la elección pontificia, en detrimento del bien de las almas, ya que se crea la incertidumbre de la validez de una elección pontificia, de la validez de los actos de gobierno de la Iglesia y así nos acercamos a la mentalidad del sedevacantismo. También en nuestro caso se debe seguir el camino más seguro (via tutior) y el ejemplo de la práctica constante de la gran tradición de la Iglesia.

El timón del barco de la Iglesia sostiene a Nuestro Señor Jesucristo en su mano tambien en las situaciones más tormentosas, como la que se verifica en el periodo de un Papa doctrinalmente ambiguo.

Estas tormentas son relativamente breves en comparación con otras crisis importantes durante los dos mil años de existencia de la Iglesia militante. El caso extremadamente raro de un Papa hereje o semi hereje debe ser soportado y sufrido a la luz de la fe en el carácter divino y en la indestructibilidad de la Iglesia y del oficio petrino.

El papa San León Magno formuló esta verdad, diciendo que la dignidad de San Pedro no disminuye en sus sucesores, por indignos que sean: “Cuius dignitas etiam in indigno haerede non deficit” (Serm. 3, n. 4). Hay que acoger con fervor la iniciativa de Steven O’Reilly con su convincente análisis, en este libro, de la cuestión de la validez del papado del papa Francisco.

Que este libro aporte claridad en medio de la confusión entre los católicos y los convenza a adoptar una visión más sobrenatural de la crisis actual del papado, creyendo firmemente que incluso en nuestros días la Iglesia está en las manos todopoderosas de Dios.

 

Publicado en italiano el 10 de agosto de 2024, en https://www.marcotosatti.com/2024/02/10/benedetto-xvi-rinuncia-invalida-un-cul-de-sac-supplet-ecclesia-mons-schneider/

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1 commento

  • Amparo ha detto:

    Desde mi humilde posición y sin presumir, responderé al dignísimo Prelado Monseñor Schneider. Tan sólo decir que llevo casi cuarenta años estudiando (primero en la Facultad de Teología, después desde la investigación) las Ciencias Sagradas.
    Lo que dice sobre la validez de la elección de Jorge Mario Bergoglio sería lógico en circunstancias normales -indudable claridad en la renuncia del Papa Benedicto XVI y ortodoxia de su sucesor-. Dado que las dos últimas renuncias (Celestino V y Gregorio XII) de dos Papas legítimos y verdaderos fueron renuncias totales al Oficio
    -honore et onere- y ésta del Papa Ratzinger sólo ha sido parcial -el mismo Benedicto retuvo el honor y la dignidad pontifical, llevando el solideo y el hábito talar blancos, usando el título de Papa e impartiendo la Bendición Apostólica- debe considerarse inválida porque cargo y dignidad son inseparables por institución divina. Nadie, creo, lo negará.
    En cuanto a su presunto sucesor, el hecho de que ya cuando sus primeros documentos (Evangelii gaudium, Amoris laetitia) fueron calificados como no magisteriales por algunos Purpurados (el Cardenal Burke, por ejemplo) demuestra que no está asistido por Dios. Para ser concretos: ambos -Ratzinger y Bergoglio- se han apartado de aquello que Cristo instituyó. Han construído un monstruo con dos cabezas -Papado activo y Papado contemplativo-. Ésto nadie lo puede negar. Ante tal ATENTADO CONTRA LA INSTITUCIÓN DIVINA DEL PAPADO no se puede aplicar la praxis bimilenaria de la Iglesia como hace Mons. Schneider. Estamos ante una situación nueva, insólita, jamás vista en la Historia del Papado y de la Iglesia.

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