El cientificismo impuesto como ídolo, nueva versión moderna del pecado original. R.S.
10 Giugno 2024
Marco Tosatti
Muy estimados StilumCuriales, un fiel amigo de nuestro sitio web, R.S., les presenta estas reflexiones sobre un tema que se tiende a olvidar fácilmente. Feliz lectura y compartir.
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Ciencia, conocimiento y perder de vista las proporciones correctas. El pecado original es el emblema de la posmodernidad.
El pecado original es uno de los dogmas más indigeribles del modernismo no solo eclesial y no es culpa de la manzana.
Lo que realmente no es aceptable es comer del árbol del conocimiento del bien y del mal para morir por ello.
Al homo sapiens sapiens heredero de la Ilustración y del positivismo esto le crea una fuerte acidez gástrica.
También para el cristiano modernista en pleno diálogo con el mundo el pecado original le resulta estrecho. La fe conduce a la virtud, la virtud a la ciencia, la ciencia a la templanza, la templanza a la paciencia, la paciencia a la piedad, la piedad al amor fraterno, el amor fraterno a la caridad. En un camino así, ¿por qué conocer sería un mal?
Todos razonan partiendo desde el hombre y no desde Dios, que es amor y quiere el amor.
El mal es ausencia de amor, es ausencia de Dios. ¿Dónde estaría el pecado ligado al conocimiento del bien y del mal que tomó el relevo de la Creación donde no había problema? Dios crea al hombre y le llama a ser como Él, de ahí no sólo la imagen, sino esa misma voluntad. Para corresponderle no hace falta decir que la obediencia es necesaria, pero el amor deja libertad.
El mal reside en la rebelión espiritual contra el Espíritu Santo, dejándose engañar por la envidia de las potencias del aire por este amor extendido a la materia, hasta transfigurarla llenándola de Gracia. No es casualidad que la envidia de la Gracia ajena sea un pecado imperdonable. El hombre es libre y se deja encantar por la alternativa a la confianza en Dios: el veneno no está, pues, en el conocimiento, sino en la asimilación que ya no es a Dios, sino a una criatura envidiosa.
Lo que es veneno es la semejanza con una inteligencia no divina, desprovista de la voluntad de amar. Entonces el conocimiento, extendido al bien y al mal, puede convertirse en poder, negocio, orgullo, delirio…
La ciencia es uno de los dones del Espíritu Santo, que hace del conocimiento de cada fragmento de lo creado una comprensión de Dios, tendiendo a Él. La ciencia-regalo a los puros de corazón permite a los puros de corazón vislumbrar el fragmento -la partícula- de Dios Trinidad y la comunión con la humildad necesaria para conocer su plenitud…
El mundo puro es puro de corazón y ve a Dios con el intelecto sapiente que saborea lo que conoce. No así el in-mundo orgulloso, que hace de ello un mercado, prostituyéndose. Habiendo perdido la comunión con Dios, la ciencia como idea fragmenta y descarta, envenenándose con el mal que encarna. La ciencia divide, mata, usa la mentira, excluye a Dios, roba tiempo, recursos y vida.
Esto es el pecado original y el pecado no es el conocimiento… el pecado es asimilar lo divino a lo humano en lugar de dejarse divinizar. La naturaleza privada de Dios utiliza el bien y el mal diabólicamente. Esto es verdad en el laboratorio, en la fábrica, en el mercado, en la banca, en el hospital, en la obra, en la información, en la administración de justicia, en la vivencia de un amor, incluso en un rol eclesiástico que transforma al cristianismo en religión y la religión en un instrumento político.
El don ciencia se confunde con lo dado producido… sin embargo lo dado está destinado a ser recibido.
Lo dado se puede comprar, o tomar prestado. Se puede dar. Se lo puede rechazar.
Pasando al remedio establecido para el pecado original, el Cuerpo de Cristo también se da. Una Gracia capaz de nutrir al que la recibe transformándolo. Es algo dado que no se asimila, sino que uno se asimila a él. El Espíritu Santo da dones que santifican haciendo especial lo ordinario, como Dios tres veces santo. Es conocimiento de lo bello, de lo bueno y de lo verdadero.
En cambio, lo dado obtenido con medios humanos, que apunta al conocimiento del bien y del mal, es ambivalente: no sirve sólo para conocer, sino que puede ser alimentado, domesticado y ayudado a parecerse a lo que conviene a quien lo ha buscado. Lo dado amplificado tiene más ruido de fondo, lo dado censurado no gritará aunque sea exacto. Y así sucesivamente…
Sólo la Verdad hace libre… el hámster en la jaula puede recibir datos para correr cada vez más rápido en la rueda, alimentado por una manita que abre y cierra la tapa. De vez en cuando un muestreo para medir más datos, devolviéndolos como ilusión, esperanza, miedo o necesidad… Lo dado sirve para crear un sentimiento, para hacer propaganda, para manipular una experiencia…
Lo dado que se produce después del pecado original se administra muy bien antes de darlo al prójimo. Todo lo contrario del Cuerpo de Cristo, entregado con demasiada frecuencia sin ningún cuidado, como si no contara para nada. La sociedad científica vende bien los datos que produce, dándoselos a los que reduce a hámsters o cobayos. La situación en la Jerusalén celestial es diferente, donde el Cuerpo de Cristo es dado para hacer libres, como hijos de Dios, disolviendo la jaula. Los que beben Do dado que asimilan a conejillos de Indias no comen lo Dado que asimila a Dios. Desgraciadamente, también les sucede eso a los que se acercan a los sacramentos habiéndolos vaciado de Verdad.
Lo dado por Dios asimila al receptor a la Verdad y lo libera, llevándolo a la comunión.
Lo dado por los hombres depende de su integridad. De hecho, la integridad aboga a favor de la verdad del dato. En la verdadera ciencia la integridad del dato es básica. No en la ciencia que es propensa al engaño: que falsifica el dato.
Un dato que se asimila sobre la base de la falsificación crea confusión y división. El dato científico en cierto sentido está vinculado a Dios, en el sentido de que proporciona un aspecto de verdad. El dato científico está vinculado a los ídolos, a la ideología, e identifica un deseo de corromperlo.
Un dato cientificista no se impone, sino que se ofrece. Un dato cientificista se impone y no admite dudas, como una fe. El problema es el ídolo ante el que se postra, que no es Dios, sino el poder del aire antes mencionado. Se sabe que el diablo imita a Dios y así el cientificismo se presenta como fe con sus ritos. Asimila a sus creyentes al campo que construye.
Publicado originalmente en italiano por Marco Tosatti el 7 de junio de 2024 en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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