He aquí el Pan de los ángeles, hecho alimento de los viajeros, verdadero Pan de los hijps… El Centro de la Salvación. R.S.
6 Giugno 2024
Marco Tosatti
Estimados StilumCuriales, ofrecemos a vuestra atención este comentario de un fiel amigo de nuestro sitio web, R.S., en respuesta al artículo de Stilum Curiae que pueden encontrar en este enlace. Feliz lectura y compartir.
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La fe en la presencia real y sustancial del cuerpo y de la sangre de Cristo constituye la excelencia de la experiencia del cristiano, el más bello de los dones del Espíritu Santo, la cumbre del misterio y de la Gracia divinos.
Frente al Sacramento se adora postrados.
No es materia para espiritualistas desencarnados (hay sangre, hay sentido, hay sensibilidad, hay sentimiento, no hay desprecio del cuerpo, antídotos contra la insensibilidad y la anafectividad inhumanas), pero no es materia para materialistas aplanados en el mero hacer/producir/consumir, desprovistos de cualquier otra lógica de placer y del competir, hasta la aniquilación.
En el misterio sustancial del Cuerpo y la Sangre de Cristo, adorable y venerable en los miles y miles de sagrarios esparcidos por el mundo, la humanidad está llamada a asimilarse a Dios alimentándose de Él. La Gracia llama a la Gracia, hasta llenarse de ella, y no importa si esto pasa por el martirio (hoy recordamos a Carlos Lwanga y sus compañeros), es decir, por la cruz. Es un pan partido, en el que cada fragmento contiene el Todo de Dios y nada debe desperdiciarse (de ahí el respeto necesario al recibir el Sacramento). No teme darse, no teme a la muerte, sino que va más allá de ella, superando su fin aparente por una eternidad que es la de Dios.
Lo Absoluto de Dios se da a la criatura, que en sí misma no añade nada a Dios, siendo sacada por Él de la nada, pero no para ser considerada nada, sino para ser salvada, manteniéndola viva, entera, unida al Dador de la existencia y no al negador de lo Bello.
El Cuerpo y la Sangre de Cristo son el centro de la salvación, porque resumen el destino divino de la materia, sin contraponer lo espiritual y lo creatural.
El enemigo del hombre es el enemigo de Cristo: quien no adora a Cristo no ama al hombre. Quien no adora a Dios se pierde en la idolatría, utilizando la religión a la que querría reducir la Revelación que la supera: es Dios quien se hace carne y es sólo Él quien salva, no las obras humanas.
Cristo rechazado fue crucificado. La Iglesia esposa está sufriendo su propio calvario. En ambos casos es el poder religioso el que crucifica, haciendo que los reyes del mundo hagan el trabajo sucio. El Apocalipsis lo ilustra perfectamente: somos parte cotidiana de un enfrentamiento de época que ya ha vencido. La Jerusalén celestial sigue incrustada en el pecado de la Jerusalén ramera, pero espera la recapitulación en Cristo de toda la creación, con trabajo y dolores de parto.
Obviamente, estar vivo en la Ciudad venidera no será cierto para todos. Hay un juicio de Dios.
Mientras tanto se lucha contra los poderes del aire que envenenan el alma, arrastrando los cuerpos a un sufrimiento purificador. En la Pasión Corredentora cada uno puede hacerse ofertorio, unido al Cuerpo y a la Sangre de Cristo, en esta progresión paulina: “añadid a vuestra fe la virtud, a la virtud la ciencia, a la ciencia la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad”.
La caridad va más allá del amor fraterno. Es de Dios y es la unión con Dios. Cuando estemos en esa visión dichosa, cesarán la fe y la esperanza.
Estamos dentro de la Pasión del Cuerpo de Cristo: dos mil años para Dios son como dos días, entre la pasión, muerte y resurrección. Mientras tanto, Judas también se suicida. Los dos ladrones también mueren y sólo uno alcanza el Paraíso. El tercer día está lleno de luz por el Cuerpo de Cristo, que resucita plagado, llevando los signos de la Pasión que revela el error de los religiosos y de los reyes que pactan y se comprometen con ellos, según los motivos del mundo.
Sí: la soledad a la que Satanás conduce a sus víctimas es sobre todo alejamiento del Señor, abandono o profanación de la Santa Comunión, desprecio del Santísimo Sacramento. Y cuando se crea este enorme vacío de la ausencia de Dios en un alma que ha sido creada para ser habitada por Él, la subrogación, la superstición, la ideología desvelan su fraude y muestran los rasgos deformes del Enemigo, envidioso del privilegio concedido a nosotros, miserables mortales, y negado a los mismos Ángeles.
Publicado originalmente en Italiano el 4 de junio de 2024 por Marco Tosatti en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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Tag: corpo, cristo, eucarestia, R.S., sangre
Categoria: Generale
Este Sacramento -verdaderamente Santísimo- está siendo objeto de ataques infernales. Cómo se puede oír la Santa Misa y recibir el Cuerpo de Cristo consagrado sacrílegamente? Pues todos los que a estas alturas y conscientes de la impostura bergogliana, (plenamente conscientes, recalco -excuso a los ignorantes-) celebran “una cum” cometen sacrilegio. Lo demuestra San Hermenegildo con su Martirio al negarse a recibir el Cuerpo de Cristo, consagrado sacrílegamente, de manos de un Obispo arriano. San Gregorio Magno en el libro de los Diálogos elogia la conducta de éste santo Príncipe (Dialoghi, ed. U. Moricca, Roma 1924, 204ss.). Son muchos los Sacerdotes que han tenido que abandonar su Parroquia y su Diócesis por no cometer este sacrilegio o ser cómplices del impostor vaticano. Conozco un caso que me toca muy de cerca. Ante esto, no reaccionaremos, dejando a nuestros hermanos cristianos y católicos morir de hambre y de miseria? En el día del Juicio se nos pedirá cuenta de este pecado de omisión!