Faria. CEI y el Vaticano: Sueños Locos detrás del Increíble Apoyo a Conte.

20 Gennaio 2021 Pubblicato da

 

Marco Tosatti

Estimados Stilumcuriales, conocíamos bien al abad Faria como una persona sabia y buena, pero no sospechábamos que detrás de la aparente bonhomía y desprendimiento de las vicisitudes de los simples mortales como nosotros también había mucho conocimiento de hechos y contorsiones políticas, como lo demuestra lo que ustedes están a punto de leer. Realmente, buena lectura…

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Estimado Tosatti,

Cuando se llega a mi edad nos podemos permitir el lujo de salir de tu propio recinto y de tus propios hábitos, incluso a riesgo de traspasar zonas en las que no eres experto. En cualquier caso, confío en su comprensión.

Hoy me gustaría compartir con usted y los lectores de Stilum Curiae algunas reflexiones sobre la situación política actual. En particular, sigo con gran atención y, lo confieso, con mucha aprensión lo que está sucediendo en estas horas previas al enfrentamiento en el Parlamento, donde a principios de la semana próxima el llamado “abogado del pueblo”, Giuseppe Conte, pedirá un voto de confianza, confiando en reunir un puñado de “constructores” siempre llamados, para sustituir a la Italia Viva de Matteo Renzi.

El tema del que me urge hablar se refiere a la actitud de la Iglesia italiana (y no sólo, por las razones que diré a continuación), que considero nada menos que sorprendente. Pero vayamos en orden y rebobinemos la cinta de la semana que acaba de terminar.

Ya el mismo día de la ruptura llevada a cabo por Renzi, el miércoles pasado, la agencia SIR publicó una dura nota en la que definía la crisis como “irracional”, haciéndose eco de alguna manera de lo que el Pontífice reinante había dicho durante la entrevista con Tg5 transmitida el domingo anterior, en la que decía que “no hay derecho a alejarse de la unidad”, refiriéndose obviamente a nuestros acontecimientos; al día siguiente, jueves, dos editoriales en el diario de los obispos, uno más duro que el otro, que estigmatizaban, en el primer caso, una “crisis que, más allá de lo absurdo de ocurrir en medio de una catástrofe sanitaria mundial… es en realidad mucho más difícil de aceptar que de comprender”, y que “en una democracia los resultados de los procesos son fruto de la inteligencia colectiva y hay que tener la humildad de no creer que uno es el único campeón, mientras que todos los demás son ineptos o incompetentes”; en el segundo, con una obvia referencia a Renzi.

Y llegamos el viernes, cuando en la portada de Avvenire aparece el título “Se busca responsabilidad”. Título que se refiere a Renzi y al intento de encontrar en el parlamento a los “constructores” o “responsables” llamados de otra manera, es periodismo y está bien.

Pero si bien ese título puede significar también un llamado a la responsabilidad, entonces no es más periodismo, es política. Y la cosa cambia, estimado Tosatti, visto y considerando que estamos hablando del órgano oficial de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). No porque la Iglesia no tenga derecho de decir lo suyo, faltaría más.

Pero una cosa es expresar la propia idea, otra cosa es mostrar un apoyo ni siquiera demasiado velado al gobierno actual, llegando incluso a abrazar la narrativa de que o bien “responsable” o muerte, como si no hubiera alternativa a este gobierno. Posición puesta en negro sobre blanco, rompiendo así cualquier retraso, por Angelo De Mattia que escribió ayer sin rodeos en Avvenire que los llamados “constructores”, “se imponen objetivamente como la única opción viable”.

No sólo eso. Para evitar malentendidos añadió poco después: “No es el momento de gobiernos institucionales, de propósitos, técnicos o de amplios entendimientos. Los requisitos previos objetivos y subjetivos no existen”. ¿Está claro, querido Tosatti? Así que para la CEI no hay alternativa a un Conte-ter, apuntar y a la cabeza. Una posición legítima, por el amor de Dios. Pero con un doble “pero”.

Primero, porque digan lo que digan los obispos, hay una alternativa, y cómo. Y no es el voto, que todo el mundo sabe que es una hipótesis extrema (aunque no es inusual en los regímenes democráticos, en aquéllos, para ser claros, en los que el gobierno es elegido por el pueblo, tan querido por cierta teología); sino otro gobierno, con la misma o diferente mayoría, esperemos que no demasiado pequeña pero estable, y sobre todo con otro primer ministro, a su vez expresión de la misma mayoría o con un perfil técnico-institucional, esperemos que a la altura de la situación y de los inmensos desafíos que el país debe afrontar.

En segundo lugar, porque es sorprendente, por decir lo menos, que la Iglesia apoye a un gobierno que – sin mencionar las conocidas intromisiones en áreas que no son suyas, como la organización del culto, sobre las que extendemos un velo – incluyendo el decreto Zan, las directivas a favor del aborto por cuenta propia y, más recientemente, la decisión sin precedentes de reintroducir la ridícula denominación progenitor1-progenitor2 en lugar de padre y madre, nos parece ampliamente demostrado lo sensible que es a las exigencias de la doctrina social de la Iglesia (salvo, claro está, las improbables relecturas políticas del Evangelio, que también están de moda hoy en día y no dan tiempo para ser encontradas).

Pero parece que para la Iglesia italiana el llamado “abogado del pueblo”, Giuseppe Conte de Volturara Appula, sigue siendo la mejor solución. La pregunta, querido Tosatti, es obvia: ¿cómo es eso? Es decir, ¿por qué, por qué razón apostar todo en alguien como Giuseppe? Bueno, es en el intento de responder a este interrogante que el asunto se vuelve intrigante. Porque según algunos entre bastidores que se han leído en los últimos días, hay una maniobra cuyo objetivo va más allá de la necesidad de “poner un parche” a la crisis actual, apuntando en cambio al gran objetivo: las elecciones de 2023.

La maniobra, o si se prefiere, el designio político se dice rápidamente: poner a Conte a la cabeza de una formación centrista, moderada, pro europea y liberal, pero sobre todo en una función antisoberana para obstaculizar al máximo la derecha de Salvini y Meloni, que como todos saben es invisible (sobre todo el primero) para el pontífice reinante (y sólo de paso recuerdo que mientras Bergoglio no quiso nunca recibir a Salvini cuando éste era Ministro del Interior, muy diferente fue la actitud hacia la actual Ministra del Interior, Luciana Lamorgese, que fue recibida en el Vaticano y que hace unos días reintrodujo la horrible y sexista redacción de “progenitor1-progenitor2” en lugar de padre y madre, que Salvini había suprimido meritoriamente).

Para enriquecer el conjunto, hay otros dos elementos interesantes, ambos encontrados en dos artículos de Il Foglio de ayer. El primer elemento se refiere al hecho de que a pesar de que muchos obispos no son en absoluto hostiles a Salvini, por no decir favorables tout court, para empujar en la mencionada dirección de un apoyo a un Conte-ter con el horizonte de las elecciones de 2023, Matteo Matzuzzi escribe que estaría el “aporte procedente directamente del Vaticano, muy bien dispuesto hacia Conte, como Civiltà Cattolica, la importante revista de los jesuitas”. El segundo elemento, con respecto al cual hay que decir que llegó una seca desmentida por parte del profesor Zamagni, incluso plantea la hipótesis de un vínculo entre Conte y la nueva entidad política nacida en torno a la figura de Zamagni en octubre pasado, y que curiosamente lleva el mismo nombre – “Juntos”- que el partido para el que supuestamente trabaja Conte. Pero escuchemos directamente a Valerio Valentini: “el compromiso a favor del premier no es sólo una tecla que se pulsará el próximo martes, cuando Conte tenga que enfrentarse al rodeo de Palazzo Madama. “Pero es el comienzo de un camino”, en resumen, el acto fundacional de un posible partido de molde progresista, moderado y obviamente católico. Y la bendición del Vaticano… estaría incluso en las sugerencias que giran en torno al nombre del partido de Conte. Porque “Juntos”, de lo que tanto se habla, es un símbolo ya ideado en octubre pasado por el economista Stefano Zamagni, presidente de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, con la ambición de reunir a todos los católicos en una sola fuerza política. ¿Que pueda ser dirigida por Conte?

Esto lo han escuchado decir dos senadores “forzistas” de fe carfagnana por parte de un prelado que había actuado, al parecer, bajo el supuesto mandato de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio. En síntesis, estimado Tosatti, el asunto se muestra más complejo de lo que parece. Es inútil agregar que todo tiene sentido; no me sorprendería en absoluto, visto y considerando que está claro para todos de qué lado está políticamente el actual pontificado, que tarde o temprano tendremos que asistir a una reedición de un proyecto católico con una fuerte impronta izquierdista, en otras palabras, una forma 2.0 de catolicismo-comunismo, del que Conte sería el abanderado. Si a esto añadimos el hecho de que detrás del llamado “defensor del pueblo”, según lo que surgió en el último episodio de #Cartabianca (A. Pellicciari escribió sobre esto en la Nueva Brújula), estaría la masonería y – añadiría – los lobbies gays que apoyan a su omnipresente vocero Casalino, está claro, estimado Tosatti, que aquí estamos frente a algo mucho más grande que nosotros los meros mortales.

Y es inquietante también. Por eso es necesario rezar, rezar a la Virgen María para que interceda por este nuestro amado país, para que este momento difícil termine pronto y vuelva un poco de serenidad. ¡Pero desterremos el desánimo y la tristeza! Más bien, tengamos en mente el Salmo 127 (y es bueno tener en cuenta a los diversos cantantes de Mattarella, Conte, Bergoglio, Spadaro, Avvenire y compañía): “Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los constructores”. Como dicen mis amigos napolitanos, stateve accuorte [manténganse concentrados…].

Abate Faria

Publicado originalmente en italiano el 18 de enero de 2021, en https://www.marcotosatti.com/2021/01/18/faria-cei-e-vaticano-sogni-folli-dietro-lincredibile-appoggio-a-conte/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

 

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