Ateísmo eclesiástico. Lamentablemente no existe ningún “Fedómetro”… R.S.

6 Maggio 2024 Pubblicato da

Marco Tosatti

Muy estimados StilumCuriales, el artículo de Joachim Heimerl estimuló la reflexión de un amigo fiel de nuestro sitio, R.S., a quien agradecemos de corazón. Feliz lectura y difusión.

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El espinoso tema del ateísmo eclesiástico está poco investigado, pero merecería serlo.

Ninguno de nosotros tiene un fedómetro con el que medir la intimidad de la relación con Dios y esto es aún más aleatorio (desaconsejable) en otros que en nosotros mismos. Si bien la fe (como el amor) no se puede medir, existen indicadores que permiten decir, por ejemplo, si una pareja es feliz o no.

Todo hombre es llamado y la respuesta a la vocación es visible, aunque reservando secretos insondables para los extraños. Lamentablemente, en algunas vidas eclesiásticas, lejos de irradiar el entusiasmo y la transmisión contagiosa que impulsan a dejarse llevar por ella, existe un escepticismo mal disimulado en materia de fe, por no decir casi un fastidio, que se encubre con intereses extraviados de lo trascendente y lo espiritual. Cuando no son meros intereses materiales, no van más allá de la moral y la psicología.

Es cierto que el Evangelio ofrece ideas muy elevadas para afrontar las múltiples facetas de la vida, pero no es casualidad que rara vez se oiga hablar de la vida eterna, sino de esta vida aquí, en el presente.

Sin embargo, Jesús es muy explícito sobre el Reino que no es de este mundo y del lugar que ha ido a preparar para nosotros. ¿Cómo puede entonces una vocación que ha elegido dedicar toda su vida a este anuncio volverse casi insensible al tema? ¿Por qué piensa como el mundo? Está claro que no basta con permanecer dentro de una apariencia de normalidad para decir que la relación es sana: ¡si están separados en casa no están viviendo matrimonialmente!

Dado que la bondad del árbol se reconoce por sus frutos, el actual tiempo eclesial da testimonio de una planta bastante enferma de tristeza. No porque haya tribulación (que de por sí no impide el gozo), sino porque falta amor (allí no puede haber gozo).

Es verdad que los tiempos son tristes, especialmente en el mundo occidental, desprovisto de fe sobrenatural, replegada a lo sumo en una fe en el progreso humano y en las “reformas”. Mucha previsión, poca Providencia, mucho compromiso, política y poder, pero poca Gracia. La metáfora de la sal que pierde su sabor es perfecta. O la del vomitar a los tibios…

No es que ya no se crea en nada, sino que no se cree en lo que es trascendente, que se ha evaporado en el interés por el medio ambiente, el diálogo y los derechos humanos. Todas cosas que en sí mismas no son malas, pero lo llegan a ser si minan la fe cristiana desde el centro para convertirla en un adorno. Es un desinterés que a veces roza el odio y es interno a la estructura eclesial: ni siquiera lo impone algún mal tirano, porque es suficiente para quien empuja desde dentro y avanza.

Benedicto XVI lo dijo abiertamente (en Fátima: ¿quizás aludiendo al tercer secreto?): «La mayor persecución a la Iglesia no proviene de enemigos exteriores, sino que nace del pecado en la Iglesia».

No es de extrañar que la liturgia coincida con el malestar, la soberbia y la apostasía de hecho aumentadas, incluso no declaradas, pero manifestada en el abandono y en la mirada apagada de una celebración sin el Esposo.

 

Publicado originalmente en Italiano el 1 de mayo de 2024, en https://www.marcotosatti.com/2024/05/01/ateismo-ecclesiastico-purtroppo-non-esiste-un-fedometro-r-s/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

 

 

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