Dignidad ontológica y dignidad moral. El Papa y las reclusas de Venecia. Bernardino Montejano.

2 Maggio 2024 Pubblicato da 1 Commento


Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el Prof. Bernardino Montejano, a quien damos las gracias de todo corazón, ofrece a vuestra atención estas reflexiones sobre la reciente visita realizada por el pontífice reinante a Venecia, y en particular sobre su encuentro con las reclusas de la cárcel. Feliz lectura y circulación.

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 DIGNIDAD ONTOLÓGICA Y DIGNIDAD MORAL

Cuando se habla de dignidad humana es necesario ante todo hacer una distinción fundamental entre dignidad ontológica y dignidad moral. La primera la tienen y conservan todos los hombres, incluso los peores criminales, como Stalin, después de dejar morir a millones de personas por el hambre; la segunda, la conquistan todos aquellos que obran bien, que viven conforme a la razón y a la justicia.

Acerca de la dignidad ontológica, escribía el Padre Julio Meinvielle: “No hay ni puede haber discusión sobre el hecho de que la persona humana posee una dignidad ontológica y operativa que la coloca por encima de cada uno y de todos los seres privados de razón” (Crítica a la concepción de Maritain sobre la persona humana, Nuestro tiempo, 1948, p. 19).

Respecto de la dignidad moral, escribía Guido Soaje Ramos con su precisión habitual: “desde el punto de vista práctico, la dignidad y perfección de un ente se han de apreciar… por el fin o bien al que está ordenado y por su dotación y medios para alcanzarlo… Entre los seres del universo, las personas tienen un estatuto práctico peculiar: están ordenadas al bien común y pueden actuar expresamente para él, como de que son capaces de conocerlo por medio de su inteligencia y amarlo por su voluntad libre. La persona tiene su dignidad en razón del fin que puede y debe alcanzar” (La politicidad del derecho, Ethos 26, Infip, 2012).

El papa Francisco en la cárcel de mujeres de Venecia, les vociferó a las reclusas, arrancando sus aplausos: “Nadie le saca la dignidad a una persona, ¡Nadie!” Elisabetta Piqué, “El Papa advirtió que Venecia dejará de existir por el cambio climático”, el “La Nación” de hoy.

Respecto al título, no volveremos sobre la cuestión climática, pero le recordamos a Francisco que la existencia de Venecia se remonta a la época de las invasiones bárbaras y especialmente a los hunos de Atila, que obligaron a los habitantes de Aquileya, Concordia, Altino, Padua y de otros lugares del Véneto a buscar refugio en las islas de la laguna.

Evidentemente en sus palabras Francisco se refería a la dignidad ontológica, pero no lo aclaró. Nadie se la puede sacar. No sucede lo mismo con la dignidad moral, porque la persona en su peregrinaje cotidiano puede crecer o decaer en ella, de acuerdo con sus actos buenos o malos, en la batalla de todos los días.

La cárcel está habitada en general por delincuentes, por gente sin dignidad moral, perdida por actos humanos libres y responsables. Existen algunas víctimas de errores judiciales que son inocentes y en las tiranías. hombres heroicos que son bienaventurados, como tantos que hoy pueblan las cárceles de China, Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Venezuela y otros países comunistas.

Francisco, también les dijo a las reclusas: “La cárcel es una realidad dura y los problemas como la superpoblación, la carencia de estructuras y de recursos, los episodios de violencia, generan mucho sufrimiento… pero también puede volverse un lugar de renacimiento moral y material, en el que la dignidad de los presos no es puesta en aislamiento, sino promovida a través del respeto recíproco y el cuidado de talentos y habilidades, que quizá quedaron dormidas o aprisionadas por los episodios de la vida pero que pueden remerger para el bien de todos y merecen atención y confianza”.

Buenas palabras, pero insuficientes en el obispo de Roma; podría haber citado a Francesco Carnelutti, en sumo maestro del derecho penal, quien escribe: “la pena es dolorosa. Si no fuese dolorosa no sería pena. Pero si dolor y mal fueran lo mismo ¿cómo podría explicarse que el padre, amando a su hijo quiera su bien y castigándolo le procure un mal?

La pena aísla y humilla; pero quita para dar. El gran jurista italiano nos invita a reflexionar: “El delito es falta de amor: a los demás y a sí mismo… se quita al reo todo lo que no amó; los otros y él mismo. Por lo tanto, es un mutilado… pero poco a poco acaba por querer lo que ya no posee: los otros y él mismo”.

Y agrega: “el problema de la pena continúa considerándose como un problema zoológico, en lugar de como un problema espiritual. La prisión se concibe más como la jaula de una bestia que como la celda de un monje… los especialistas no sospechan que el sustento más necesario a estos desgraciados no es el pan para el cuerpo sino el pan para el espíritu… el sacramento que consagra el amor de Dios en la forma del más puro alimento corporal… el derecho debe castigar, pero no como el verdugo que goza viendo sufrir al condenado, sino como el padre que alcanza, por procurar dolor a su hijo, la cumbre del amor. Y la sombra del derecho, que parece ser la pena, se viste poco a poco con los suaves colores de la aurora”.

 

Buenos Aires, abril 30 de 2024.

Bernardino Montejano

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1 commento

  • Amparo ha detto:

    Con el permiso del señor Marco Tosatti, protesto enérgicamente contra todos aquellos que, con empeño digno de mejor causa, llaman Papa a un miserable impostor, que está haciendo un daño diría infinito, si pudiese usar esta expresión de forma hiperbólica, aunque sólo puede ser humanamente un daño inmenso, a la Santa Madre Iglesia Católica y a todos sus hijos.

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