La vergüenza del padre Radcliffe. Agostino Nobile

18 Ottobre 2023 Pubblicato da Lascia il tuo commento

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, Agostino Nobile ofrece a vuestra atención estas reflexiones sobre un episodio acontecido en el Sínodo que se está llevando a cabo en Roma. Feliz lectura y compartir.

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La vergüenza de padre Radcliffe

Durante las dos últimas décadas, el teólogo Timothy Radcliffe, de 77 años, ha cuestionado públicamente la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad. En el Informe Anglicano Pilling de 2013 escribió que al considerar las relaciones homosexuales “¡no podemos empezar con la cuestión de si están permitidas o prohibidas! Debemos preguntarnos qué significa y hasta qué punto es eucarística. Ciertamente puede ser generosa, vulnerable, tierna, mutua y no violenta. Así que, en muchos sentidos, creo que puede ser expresiva del don de Cristo”.

El respeto a los homosexuales no está en discusión y no negamos los sentimientos que puedan tener. Sin embargo, cuando Radcliffe intenta respaldar su comentario con el “don de Cristo” suena como un trombón en el Claro de Luna de Debussy.

Pero vayamos a su última boutade.

El comienzo de sus reflexiones espirituales, pronunciadas la mañana del domingo 1 de octubre en la asamblea general del Sínodo de los Obispos, es sorprendente. Sobre todo porque Radcliffe, autor de numerosos libros, es considerado una personalidad sabia y culta. Sus palabras reflejan perfectamente la ignorancia del movimiento sorosiano del despertar, formado por jóvenes contratados decididos a borrar a los blancos y a la cultura occidental de la faz de la Tierra. Probablemente fracasarán, pero a ellos se unen los fundamentalistas musulmanes, hindúes, globalistas, izquierdistas y masones. Recordemos que según Open Doors, en 2022 hubo aproximadamente 360 ​​millones de cristianos en el mundo perseguidos por su fe.

El comentario de Radcliffe fue difundido por algunos periódicos de gran tirada y blogs católicos, pero vale la pena citarlo para quienes se lo perdieron. “Cuando el Santo Padre me pidió que predicara este retiro, me sentí muy honrado, pero también nervioso. Soy profundamente consciente de mis limitaciones personales. Soy viejo – blanco – occidental – ¡y hombre! No sé qué es peor. Todos estos aspectos de mi identidad limitan mi comprensión. Por eso les pido perdón por la insuficiencia de mis palabras”.

Si esto no es fruto del envejecimiento celular, el comentario de Radcliffe es un retrato del pérfido pensamiento bergogliano.

Dado que se ofende gravemente a la cultura occidental, es decir, cristiana, respondamos brevemente a las patrañas implícitas en el comentario citado que harían revolverse en su tumba a Santo Domingo de Guzmán.

 

Empecemos por su vergüenza de ser hombre. La mujer, al dar la vida, es el ser más cercano a lo divino. Es una criatura tan hermosa e imposible de prescindir de ella, no sólo para la perpetuación humana, que durante siglos el hombre cristiano le ha dedicado poemas, libros, música. En las dificultades se ha partido la espalda para llevar comida a casa, ha luchado, ha derramado sangre, ha muerto para proteger a su familia. Si Nuestro Dominico se avergüenza de haber nacido hombre sólo quedan tres conclusiones: ignora la belleza creatural que representa la comunión espiritual y carnal de los dos sexos, hubiera preferido nacer mujer o, puesto que comparte ideologías woke y LGTB, haber sido abortado.

Radcliffe se avergüenza de ser blanco y occidental. ¿Por qué? Nos habría encantado conocer las razones, pero podemos adivinar que se refería a la violencia que el “racismo” ha causado a lo largo de los siglos.

 

Como ya he hablado en varias ocasiones de este supuesto, tomaré algunos pasajes de un artículo de hace más de diez años, más actuales que nunca. Occidente no es una simple definición geográfica, sino que se fundamenta en la cultura grecorromana, ennoblecida por el cristianismo. Los derechos humanos fueron escritos por primera vez en papel por el teólogo español Francisco de Vitoria (1492-1546) en defensa de los indígenas americanos. Al leer los quince puntos de su carta, nos damos cuenta de que la Declaración Universal de los Derechos Humanospromulgada en 1948 tiene poco o nada de nuevo.

La trata de esclavos no es fruto de la doctrina católica, sino del protestantismo, de la masonería y de los monarcas pseudo católicos sordos a las advertencias de los Papas.

La boutade sobre el hombre blanco del fraile británico está fuera de la realidad, es engañosa y peligrosa. Radcliffe es el clásico parvenue elevado a sabio que realmente puede catalizar a los enemigos de Occidente, que ya son muchos, con consecuencias imprevisibles. Debería avergonzarse de sí mismo por lo que ha dicho, no por los occidentales blancos, sino por su pútrida petulancia anticristiana exhibida ante el mundo.

En la historia no hay pueblo que no haya aprovechado su poder para someter a otros pueblos. Los chinos, por dar un ejemplo, se vieron obligados a construir la Gran Muralla de más de 8.000 kilómetros, no para incrementar el turismo, sino para protegerse de las feroces tribus nómadas, especialmente de los hunos. Los chinos, a su vez, han hecho lo mismo con otros pueblos. Los árabes y los pueblos arabizados, que durante siglos torturaron, martirizaron y esclavizaron a cualquiera que no fuera musulmán, incluidos los europeos, vendían los africanos a los europeos, quienes los enviaban a los campos de algodón. Pero a pesar de la opresión, a diferencia de los esclavos que cayeron en manos de los musulmanes, podían tener una familia y no corrían el riesgo de ser castrados.

¿Pobres africanos? No todos. Las mismas tribus africanas capturaban mujeres y hombres de las tribus rivales más débiles para venderlos al mejor postor. Las tribus nativas americanas también lucharon entre sí por el control de las tierras y la caza, tal vez mostrando el cuero cabelludo de los vencidos. ¿Y qué decir de los sacrificios humanos que practicaban los aztecas y los mayas? No hablemos de la crueldad de los japoneses que, después de haber eliminado la presencia de cristianos japoneses en el siglo XVII, durante y antes de la Segunda Guerra Mundial fueron tan crueles que aún hoy son odiados por los pueblos asiáticos a los que querían aniquilar.

 

En América del Norte, colonizada por protestantes, los nativos son tan pocos que para verlos, como lo hizo el abajo firmante, es necesario hacer un corto viaje a las Reservas. Por el contrario, en América Latina católica, millones de nativos y mestizos están integrados a la sociedad, actúan en política, gobiernan y legislan. Si el mensaje cristiano no hubiera llegado a estos pueblos, lo más probable es que todavía hoy tendríamos cabelleras al viento y sacrificios humanos.

Por lo tanto, los buenos y los malos existen en todas las culturas. Sin embargo, sólo Jesucristo anuncia las Bienaventuranzas afirmando “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”. Lo más probable es que el sacerdote que lo ignora o lo subestima reserva un boleto prioritario al infierno, lo crea o no.

 

En cuanto a los derechos de las mujeres, en ninguna cultura se respetan como en el cristianismo. El Sati, por ejemplo, es una práctica hindú que obliga a las esposas a quemarse vivas en las piras funerarias de sus maridos fallecidos. A pesar de haber sido prohibido por los colonizadores británicos, el oprobio sobrevive en muchas regiones de la India. La mujer que logra escapar del atroz final es repudiada por su propia familia y obligada a huir. Cuando su marido muere, ella pierde todos sus derechos y se ve obligada a refugiarse en guetos sin siquiera los servicios más elementales, en ciudades sagradas como Vrindavan y Varanasi. El ejército desesperado de viudas en la India asciende a unos cuarenta millones, alrededor del ocho por ciento de toda la población femenina. Ya deberíamos saber lo suficiente sobre las mujeres musulmanas nacidas en países donde la sharia está en vigor.

Sería suficiente un mínimo de conocimiento histórico para distinguir los programas y acciones inhumanos de los masones de la doctrina católica. No es coincidencia que los burócratas de Bruselas se negaran a mencionar las “raíces cristianas” en la Constitución europea. Si es cierto que por intereses económicos y geopolíticos las multinacionales han fomentado guerras en varias regiones del mundo, también lo es que los autores de esta política destructiva de vidas representan los mismos grupos de poder que han herido de muerte al alma cristiana. Durante los últimos doscientos años Occidente ha sufrido una lenta e imparable decadencia cultural y moral diseñada por los masones, formada principalmente por lobbies de raíces protestantes y judías como la B’nai B’rith (Bené Berith).

 

La mayoría de los políticos elegidos para formar gobiernos han engañado metódicamente a sus votantes por pereza o, más realistamente, porque no son capaces de oponerse a los “consejos” de los masones. Por lo tanto, cuando se habla de guerras y abusos no deberíamos señalar con el dedo a los occidentales, sino a los verdugos que están destruyendo el Occidente cristiano mediante mentiras históricas y manipulaciones mediáticas.

Recordemos a Edward Snowden, quien en 2013 denuncio la vigilancia masiva por parte del gobierno de Estados Unidos. Pensemos en el destino que hicieron “culpable” a Julian Assange -un verdadero héroe olvidado por los periodistas más cobardes de la historia- de haber difundido miles de documentos que desenmascaraban las mentiras y los crímenes perpetrados por los gobiernos estadounidenses en connivencia con otros gobiernos, no sólo occidentales, sin el conocimiento de sus ciudadanos.

La pobreza endémica que aflige a los países del Tercer Mundo es causada por varios factores, no sólo por el cinismo de los gobiernos dominados por los masones y los lobbies de los multimillonarios. A diferencia de todas las culturas que se han sucedido en la historia, los occidentales son los que más han dado a los pueblos desafortunados. Como regla general, los países no cristianos más avanzados han acogido con agrado, al menos en parte, la democracia y la tecnología occidental.

Países como Bután, Nepal, Papúa Nueva Guinea, etc., donde los occidentales no pusieron un pie hasta el siglo pasado, la pobreza era y sigue siendo dramática. Los países musulmanes ricos en petróleo que han adoptado la tecnología occidental en pocos años han mejorado significativamente los aspectos materiales. Sin embargo, dado que no se aborda el Estado de derecho, la justicia, por usar un eufemismo, deja mucho que desear. Pero no nos indignemos, ya que las democracias pro masónicas han seguido el mismo camino. En lugar de utilizar, como en Arabia Saudita, la espada para arrancar y cortar manos y pies, guillotinan nuestros derechos, nuestra salud, nuestra identidad cultural y sexual. Gracias también a Bergoglio y a personas como Timothy Radcliffe, que nos eliminan poco a poco, sin demasiado ruido, con el “don de Cristo”.

Bergoglio, Radcliffe & Co. intentan con palabras y hechos oscurecer una realidad incontrovertible. Los que a lo largo de los siglos han dado su vida para elevar espiritual y materialmente a los pobres del mundo no son hindúes, budistas, judíos, musulmanes, masones, bergoglianos o LGBT. El misionero católico es quien representa verdaderamente el alma de Occidente.

Agostino Nobile

 

Publicado originalmente en Italiano el 16 de octubre de 2023, en La Vergogna di Padre Radcliffe. Agostino Nobile.

La Vergogna di Padre Radcliffe. Agostino Nobile.

Marco Tosatti Cari amici e nemici di Stilum Curiae, Agostino Nobile offre alla vostra attenzione queste riflessi…

 

Traducido al español por: José Arturo Quarracino

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