BDV: los dioses de Roma, el Dios cristiano y los cielos vacíos del hombre actual

29 Giugno 2021 Pubblicato da

 

 

Marco Tosatti

Estimados Stilumcuriales, Benedetta De Vito nos ofrece este recuerdo de Roma y de la Fe, en un viaje que fue físico y ahora es virtual por las calles y la historia de la Ciudad Eterna. Y nos dice una gran verdad: que nunca en la Historia el hombre ha estado solo como ahora, y sus cielos están vacíos. Disfruten su lectura.

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Antes de que el Covid matara el turismo, convirtiendo el centro de Roma en un pequeño y frío Sahara hasta hace unas semanas, y ahora hirviendo, me gustaba -pagado por la oferta- llevar a amigos y amigos de amigos de todo el mundo en lo que yo llamaba una gira mística. Siempre comenzaba, en un flujo constante de historias que llevaban a los invitados a lo largo de la historia y a través del tiempo, bajo la Columna de Trajano, a un tiro de piedra del Victoriano. Y lo primero que explicaba era cuál había sido la religión primigenia de los romanos, que nada tenía que ver con el Olimpo griego que llegó a la pequeña ciudad muchos años después, con su carga de dioses-divos, enamorados, celosos, desleales, fanfarrones. Tres eran las divinidades de la antiquísima Roma, inmersa en las verdes colinas, hija de la naturaleza, (como había estudiado) y las expliqué de esta manera y abrí un discurso directo para disparar una flecha al corazón y, para ello, bajo un escalón, cambiando de línea, porque las pausas dan cierta atmósfera y sirven también para no cansarse demasiado en el camino.

Un salto, un respiro y aquí estoy. Así les decía y ahora les digo a ustedes: “Cierren los ojos y ahora ábranlos, imaginando ver el entorno tal y como era entonces, sin cemento, automóviles, semáforos, un magnífico de colinas y cielo, con el río rubio fluyendo en el rumor de la leche que fluye, de la Ruma (es decir, del bebé que mama de la ubre). Las colinas como ubres, como las marmillas de la zona de Cagliari… Aquí está Júpiter, el Creador de tanta maravilla. Después bajen la vista y miren la hierba que brota, verde, en primavera, se vuelve amarilla en verano, desaparece bajo el hielo en invierno y renace de nuevo en primavera en un ciclo perpetuo. Para los romanos, la vida (Vis) que, masticada por el uso, y porque la “V” en latín también puede leerse “U”, se convierte en Quis, Quir. Y así se convierte en Dios, el dios Quirino. Era el Dios que moría y renacía cada año, el Dios que también era Rex, Rey (Vis) cuya autoridad, es decir, la Vida Real, pasaba de un rey a otro, aunque el rey, es decir, la persona física, moría. Y esto es lo que ocurría, hasta hace pocos años, en la Santa Sede Apostólica, donde no podían existir dos Pontífices….

Finalmente, la acción totalmente terrenal de Marte, con las dos caras de Jano, como los dos lados de la puerta (Ianua), el Dios bifronte, porque los hombres pueden estar en guerra o en paz y no hay otra posibilidad. Pensaba en todo esto y en cómo los ojos de mis invitados se abrían encantados ante la sencilla explicación, en un amanecer sardo, rosa y azul, como el manto de María, y hablando con mi marido, que es filólogo clásico. Sí, pensaba que los romanos y todos los pueblos antiguos siempre han vivido en un mundo lleno de dioses. Nunca en toda su historia el hombre -no yo, que no podría vivir sin estar íntegramente sumergida en las dulces manos del Señor- ha estado solo. Como lo está hoy. Solo y aparentemente orgulloso de estarlo. Solo frente a un Universo ilimitado, más grande de lo que su imaginación podía abarcar. Solo y decidido a eliminar a Dios de todo. Para hacerlo, es decir, para deshacerse de lo sobrenatural, ha enseñado desde la edad más temprana a nuestros semejantes a ocuparse sólo de lo que es visible, ignorando las maravillas metafísicas de lo invisible. Abro un paréntesis. Hace tiempo hablaba con una niña de dieciséis años, y para enseñarle que lo invisible también existe (cosa en la que ella no creía) le mostré una plantita florecida y le dije: “Tú ves la flor, claro, ¿pero ves la vida que la hace crecer y florecer? Porque ella, la vida, es más poderosa que la frágil flor, y sin embargo es invisible a los ojos”. Tampoco a Dios nadie lo ha visto nunca, salvo detrás de la nube del no conocimiento, y sin embargo está ahí. Se quedó pensativa. Hace tres domingos iba con su madre a Misa en el Ara Coeli….

La soledad del hombre moderno, que ahora duda hasta de lo que puede ver y tocar y que al mismo tiempo alcanza la cima de la soberbia y de la soledad. Los hermosos frutos del eterno pecado original. Los hombres, dando la espalda al Señor, parecen decir “lo hago solo”. Y solos, en la aridez del camino, no encuentran nada. Porque sin Él no somos nada. Recuerdo, y abro un nuevo paréntesis, a un niño al que le hablaba de Jesús y que a toda costa quería hacer su Primera Comunión a pesar de que sus dos padres eran ateos. Explicándole el Padre Nuestro, llegamos al “Hágase tu voluntad” y entonces, con una voz sutil que casi no reconocí, el niño dijo: “Pero quiero hacerlo solo”. La Ley del Señor es traicionada, distorsionada y puesta al revés, porque solos nos perdemos en las tinieblas.

Y esta es la respuesta que escucho de muchos que se niegan incluso a considerar la fe. Quieren hacer todo solos, quizás confiando en otros hombres que sólo pueden traicionarlos y decepcionarlos. Pues el mundo ha dado la espalda a Nuestro Señor y avanza alegremente hacia el abismo. Pero como los que llevan las riendas del mundo saben que los hombres necesitan lo trascendente, algo que sea un sueño y una divinidad, han inventado la televisión y el cine donde los nadies, que sólo tienen el mérito de tener un bonito par de ojos y piernas, se convierten en los nuevos dioses. La religión de Fedez, Belem como diosa de la belleza, Venus rediviva. Y luego la realeza de Inglaterra y la triste princesa Grace Kelly. Hemos tenido montones y montones de dioses falsos y duraron lo que duraron y luego se desvanecieron y se perdieron en el viento. Algunos permanecen y son iconos, como falsas estampas, pura ilusión….

Muy bien, lo termino aquí y mientras la tarde se desvanece en atardecer y el viento cae, arrodillándose bajo el manto oscuro de la noche, rezo el Rosario vespertino, porque el Rosario es una cuerda de oro que nos mantiene unidos al Señor, quien es agua de manantial, pan vivo, fuerza, vida y todo, pobres los que no creen en Él, no lo aman y no tienen esperanza en Él. Me acuerdo de ellos con cada grano de mi Corona y, en expiación, rezo por ellos.

 

Publicado originalmente en italiano el 27 de junio de 2021, en https://www.marcotosatti.com/2021/06/27/bdv-gli-dei-di-roma-il-dio-cristiano-e-i-cieli-vuoti-delluomo-di-oggi/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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1 commento

  • Pater Luis Eduardo Rodríguez Rodríguez ha detto:

    ¡QUÉ BELLO! OTRA VEZ GRACIAS Y SOBRE TODO, LA BENDICIÓN.

    ET EXPECTO TRIUMPHUM CORDIS IMMACULATI MARIÆ.