UN CHICO DE 16 AÑOS ESCRIBE EN VIGANÒ. LA CARTA Y LA RESPUESTA.

3 Settembre 2020 Pubblicato da

Marco Tosatti

Queridos amigos, agradecimos ejercito Viganò por esa traducción. Desfrute sua lectura. 

 Un joven italiano -nacido en Milán- de cuyo nombre tan solo conocemos la letra con la que inicia, le ha escrito a Moseñor Viganò y éste le ha respondido.

Con una enorme alegría, les compartimos la traducción al Español, de este edificante intercambio epistolar, que Marco Tosatti ha publicado en su web Stilum curiæ .

§§§

Reverendísima Excelencia:

 

Mi nombre es M. Vivo en la provincia y Diócesis de Milán, nací en el año 2004.

 

Para mí es un honor conocerlo, aunque solo sea a través de la correspondencia. En primer lugar, le escribo esta carta para felicitarlo y animarlo a que continúe “haciendo oír su voz” (en este período, usted es el único “fuera del coro”) que nos hace comprender el verdadero espíritu católico, con su Doctrina integral.

 

Quizás a usted, querido Monseñor, le sorprenda que un joven de mi edad, nacido en medio del período posconciliar,  tenga en el corazón la Tradición bimilenaria de la Santa Madre Iglesia. En realidad son precisamente los jóvenes, los que deberían amar y redescubrir la Tradición y la Santa Misa Tridentina, sobre todo después del Motu Proprio de Benedicto XVI, pero la realidad es otra, y muchos dicen que son demasiado jóvenes para entender estas cosas, pero ¡eso no es cierto!

 

La verdad es esta: solo tienen otros intereses y todos ellos carecen de un sano Temor de Dios.

 

Como usted dijo, el Tercer Secreto de Fátima ha sido encubierto, pero Nuestra Señora ha prometido que al final ¡Su Inmaculado Corazón triunfará!

 

Como ya le comenté, nací en la era posconciliar, cuando Wojtyla estuvo un tiempo enfermo y estaba al final de sus días. Luego estuvo Benedicto XVI y finalmente Bergoglio, quien trastornó el poco Catolicismo que sobrevivió al Concilio. Nadie ha hecho tanto daño como Bergoglio…

 

Esperamos el triunfo de los Sagrados Corazones de Jesús y María, seguros de que si todo esto sucede y Dios no interviene, es porque de ello derivará un bien mayor, que nos resulta incomprensible. Pero mientras tanto, dígame: ¿qué podemos hacer, a nuestra manera?

 

Lo saludo con cariño y desde ya mismo, agradezco su respuesta.

 

Le pido, humildemente, que me dé su bendición episcopal y que haga oración por mí.

 

¡Alabado sea Jesucristo!

 

[Firmado por M]

***

Respuesta de Monseñor Viganò:

 

Queridísimo M:

 

Recibí tu carta, que realmente me impresionó. Revela una personalidad fuerte y aún más, revela una claridad de ideas que muchos adultos, entre ellos, muchos Clérigos y Prelados, no tienen.

 

Has captado el meollo del problema, con unas cuantas pinceladas: la crisis que hoy aflige a la Iglesia, se debe al olvido del Santo Temor de Dios, que como enseña el salmista, constituye el primer paso a la sabiduría. Initium sapientiæ timor Domini. Es un verso del Salmo 110 que hasta antes del Concilio, los domingos lo escuchábamos resonar en nuestras iglesias, durante el canto de las Vísperas.

 

Como seguramente sabes, el Santo Temor de Dios, es uno de los Siete Dones del Paráclito, gracias al cual los fieles viven y actúan constantemente, considerándose bajo la mirada del Señor, tratando de agradarle a Él más que al mundo. Semejante a un niño que quiere corresponder al amor del Padre, y no como el sujeto que evita ser sorprendido, mientras infringe la ley.  [El Santo Temor de Dios] es la conciencia de la Suprema Grandeza del Todopoderoso, de Su Autoridad, de Su infinita Majestad: y de nuestra pequeñez, de la obediencia que le debemos, así como de nuestro deber de arrodillarnos ante Él.

 

Quien tiene el Temor de Dios solo quiere agradarlo a Él, y no piensa en cambiar de Doctrina o de Moral, con el propósito de agradar a los hombres. Ni siquiera le hace un guiño al error: no se atreve a manipular la Liturgia de la Iglesia, anulando lo que la Divina Majestad del Señor de los Ejércitos, exige de ella. Por el contrario, la guarda con veneración porque en el altar se repite de forma incruenta, el Santo Sacrificio de la Cruz, ganando con ello para nosotros, la Redención. Quien tiene el Temor de Dios tiembla ante la idea del escándalo que pueda causar a las almas que le han sido confiadas, y por cuya causa, Nuestro Señor derramó Su Sangre. Quien tiene el Temor de Dios, se horroriza ante la idea de poder ofenderlo, colocando a los dioses de la gente junto a Él, en nombre del diálogo.

 

Lo que dices es cierto: si todo esto sucede y Dios no interviene, es porque de ello deriva un bien mayor que nos resulta incomprensible. En realidad parece que el Señor nos está abandonando a nosotros mismos, pero precisamente en el momento en el que el error parece abrumar a la Verdad, cuando parece que todo está perdido y que los Pastores han huído, abandonando el rebaño a merced de los lobos rapaces. Cuando las iglesias son abandonadas por los fieles y la moral pública exalta el vicio y condena la virtud,  es justo cuando surgen almas enamoradas de Dios que con su vida, con el ejemplo silencioso de las buenas obras, con la oración y el sacrificio, refrenan la Ira Divina e imploran al Cielo nuevas gracias, nuevas bendiciones, nuevos milagros impensables, de los que solo el Todopoderoso es capaz.

 

Me preguntas qué podemos hacer, mientras esperamos el Triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María: podemos y debemos cultivar el Santo Temor de Dios, vivir en Su Presencia, saboreando el prodigio inefable con el que nuestra alma, iluminada por la Verdad e inflamada por la Caridad, se convierte en el Templo del Espíritu Santo, y en el Tabernáculo en el que la Santísima Trinidad se digna colocar Su propia morada.  De la vida en Estado de Gracia, el alma extrae el alimento esencial para crecer en Santidad, y cuanto más crece en Santidad, más ajusta su acción a la Voluntad de Dios.

 

Esta es la esperanza que te formulo, con la certeza de que este Fuego Sagrado que llevas dentro de tu corazón, pueda iluminar a tus amigos, inflamarlos con el Amor de Dios y al prójimo. Ante el milagro de las almas jóvenes ardiendo de Caridad, hasta los corazones viejos y endurecidos de muchos fieles, y de no pocos clérigos, serán conmovidos por la Gracia, y volverán a arrodillarse con miedo y temblor, quitándose los zapatos y tapándose el rostro, como lo hizo Moisés ante la Majestad de Dios, oculto en la zarza ardiente.

Querido M, con todo mi corazón, mi paterna bendición llega a ti y a tu familia.

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo.

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1 commento

  • Clara ha detto:

    Hermoso. Yo rezo y pido todos los dias para que Dios se apiade de los malos Pastores. Rezo mucho por el Papa . Los felicito por la obra que hacen . Hay que rezar mucho. Clara