Alemania: el “impuesto eclesiástico” y la riqueza financiera de una Iglesia cismática. Joachim Heimerl

8 Giugno 2024 Pubblicato da 1 Commento

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el padre Joachim Heimerl, a quien damos las gracias de todo corazón, pone a vuestra disposición estas reflexiones sobre la Iglesia alemana, su decadencia y su riqueza financiera. Disfruten de la lectura y difundan el mensaje.

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Alemania: El “impuesto eclesiástico” y la pérdida total de la Fe

Por Joachim Heimerl

Católicos son quienes han sido bautizados y confirmados y profesan la fe de la Iglesia.

En Alemania, como suele ocurrir, las cosas es totalmente diferente. Aquí sólo se es católico a través del impuesto eclesiástico, al menos si está obligado a pagar impuestos. Este impuesto no es en absoluto voluntario, sino un gravamen obligatorio que -gracias a Adolf Hitler- recauda el Estado y paga directamente a la Iglesia. Incluso los pagos atrasados y los anticipos son obligatorios.

Está claro que el impuesto eclesiástico es una imposición: la pertenencia a la Iglesia no debería depender de pagos monetarios.

Sin embargo, la práctica alemana es rigurosa: quien no quiera pagar sólo tiene que declarar su “retirada de la iglesia” en el Registro civil, aunque esta “retirada” no existe según la ley eclesiástica. Una vez que te has “retirado” estás en mala posición; básicamente, se te considera “excomulgado”, mientras que los herejes y cismáticos pertenecen a la Iglesia mientras sólo paguen sus impuestos. Así que digámoslo como es: si eres católico en Alemania no tienes que creer en nada, sólo tienes que pagar. Por supuesto, no quiero saber lo que dice Jesucristo respecto a esto.

¿No fue él quien expulsó a los mercaderes del templo con un látigo con cuerdas porque habían convertido el lugar de oración en una cueva de ladrones? Pero seamos sinceros: en la iglesia “alemana” ya nadie se interesa por Jesucristo; aquí, como en todas partes, todo gira en torno a una cosa: el dinero. Y gracias al impuesto eclesiástico, los ingresos brotan en cantidades inimaginables.

El hecho de que este sistema haya podido sobrevivir se explica por el pensamiento autoritario de los alemanes, pero también por su ignorancia: ni siquiera el Papa alemán Benedicto XVI pudo convencer a sus compatriotas de que su práctica fiscal contradice profundamente la misión de la Iglesia.

Pero, sobre todo, los obispos se aferran al impuesto eclesiástico como el diablo a una pobre alma. Al fin y al cabo, el sistema fiscal ha hecho increíblemente rica a la Iglesia en Alemania, pero justamente por ello infiel y decadente.

El oneroso “Camino sinodal” ha sacado esto a la luz en forma escandalosa, ya que al mismo tiempo incluso la mayoría de los obispos alemanes niegan las verdades fundamentales de la fe católica. Pero no obstante ello, siguen cobrando descaradamente el impuesto eclesiástico a los fieles.

Lo perverso que es esto se puede ver actualmente en la arquidiócesis de Múnich-Freising, donde el cardenal Marx ha establecido ahora un “Consejo Sinodal” que debe hacer cumplir las decisiones heréticas del “Camino Sinodal”. Esto implica que los laicos bauticen, se casen y prediquen en Misa, todo ello a pesar del veto romano y en contra de toda ley eclesiástica.

Los católicos de Múnich se enfrentan así a una paradoja que más bien debería llamarse el abuso espiritual más grave: para seguir siendo “católicos” tienen que financiar a una “Iglesia” que ya no es católica, sino “marxista” en el mejor de los casos. Si no lo hacen, son “excomulgados” por Marx, quien -como hereje y cismático- hace tiempo que ha incurrido automáticamente en la Excomunión.

Unas condiciones tan confusas ya no serán sostenibles a largo plazo, y en Alemania la disgregación de la Iglesia puede sentirse ya por todas partes.

Una cosa es cierta: los alemanes no volverán a la comunión de la Iglesia; el cisma alemán es irreversible.

¿Qué otra cosa puede hacer un católico alemán en esta situación?

En primer lugar, no hay que esperar ayuda por parte de Roma. El Vaticano está con números rojos y necesita el dinero de las diócesis alemanas. Además, el propio Francisco coquetea con las ideas heréticas de los alemanes, por eso no ha puesto freno a su cisma.

Esto significa que los católicos alemanes están experimentando actualmente la pérdida total del catolicismo por todas partes.

Por lo tanto, quien quiere seguir siendo católico en Alemania no tiene otra opción: debe tomar una decisión clara contra los obispos herejes y su sistema de impuestos eclesiásticos. Al mismo tiempo, esto incluye una confesión valiente: sólo es católico quien está bautizado y confirmado y vive según los principios de la fe católica. Ser católico alemán significa hoy convertirse en un confesor contra los obispos herejes; uno casi se siente como en la época del arrianismo.

Es por todo esto que yo quisiera decir a todos los católicos alemanes: ¡No tengan miedo! ¡Libérense de la coacción del impuesto eclesiástico, del yugo de los obispos incrédulos y de la herejía alemana! Este es el único camino para seguir siendo católicos en Alemania. ¿O ustedes preferirían convertirse en “marxistas” y pagar por ello?

 

Publicado originalmente en alemán por Marco Tosatti en https://www.marcotosatti.com/2024/06/07/deutschland-kirchensteuer-und-finanzieller-reichtum-einer-schismatischen-kirche-joachim-heimerl/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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1 commento

  • Amparo ha detto:

    Y después de escribir este luminoso artículo, donde con claridad meridiana se nos dice que la Iglesia alemana es cismática y que “Francisco” coquetea con la herejía, pues yo no sé a qué esperan los pocos Obispos y Cardenales católicos de verdad y fieles a Cristo? Yo no comprendo tampoco a Don Joaquín Heimerl, que aún, a estas alturas, sigue llamando Papa a Bergoglio. Dónde está el sentido común?

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