EL PAPA Y EL LOBBY GAY DEL VATICANO, LA VOLUNTARIA AMBIGÜEDAD.

24 Ottobre 2020 Pubblicato da

 

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, una vez más debemos agradecer a Beatriz Andrade Iturribarria su generoso trabajo de traducción. Disfrute de su lectura.

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A continuación les comparto la traducción del más reciente texto que Su Excelencia, Monseñor Carlo María Viganò, ha escrito y que ha sido publicado por Marco Tosatti en su web Stilvm Curiæ.

 

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Ayer, con motivo del Festival de Cine de Roma, el Director Evgeny Afineevsky presentó un documental titulado “Francesco”, en el que se repiten algunas entrevistas realizadas a Jorge Mario Bergoglio, durante los últimos años de su Pontificado. Entre otras declaraciones, algunas sentencias sobre la legitimidad de las uniones civiles homosexuales han suscitado confusión: «Lo que tenemos que hacer es una ley para las uniones civiles. De esta manera (los homosexuales) están protegidos legalmente. Yo defendí eso». Pienso que tanto los simples fieles como los Obispos y Sacerdotes, se sintieron traicionados por lo que afirmó Bergoglio. No hace falta ser teólogo para comprender que la aprobación de las uniones civiles, está en clara contradicción con los Documentos Magisteriales de la Iglesia, incluso los más recientes. También constituye un gravísimo apoyo a la ideología LGBTQ, que ahora se impone a nivel global. Estos días el Parlamento tendrá que discutir la aprobación de la llamada Ley Zan, que ha sido propuesta por el Partido Demócrata. En nombre de la protección de los homosexuales y transexuales, será considerado delito el afirmar que la familia natural es la célula de la sociedad humana, y quien afirme que la sodomía es un pecado que clama venganza a los ojos de Dios, será castigado. Las palabras de Bergoglio han sido bien recibidas por el lobby gay en todo el mundo y sus reivindicaciones ya han recibido un autorizado apoyo. Leyendo atentamente las declaraciones de Bergoglio, alguno ya ha observado que no hay aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, sino solo un gesto de bienvenida, quizás mal formulado, hacia quienes piden protección legal al Estado laico. La Congregación para la Doctrina de la Fe ya ha aclarado sin equívocos, que un católico en ningún caso puede aprobar las uniones civiles, porque constituyen una legitimación del concubinato público, y solo son el paso que precede al reconocimiento de los denominados matrimonios homosexuales. Tanto es así que en Italia hoy en día incluso es posible que personas del mismo sexo se “casen” entre sí, después de haber estado asegurados durante años -incluso por los políticos que se autodenominan católicos-, que las PACS [es decir, las uniones civiles] no cuestionarían en modo alguno, el matrimonio tal como se define en la Constitución italiana. Después de todo, la experiencia nos enseña que cuando Bergoglio dice una cosa, lo hace con un propósito muy preciso: conseguir que otros interpreten sus palabras en el sentido más amplio posible. Las portadas de los periódicos de todo el mundo anuncian: “El Papa aprueba los matrimonios entre homosexuales”, aunque en sentido estricto, no es lo que él dijo. Sin embargo, este era exactamente el resultado que él y que el lobby gay del Vaticano, querían lograr. Luego la Oficina de Prensa quizás dirá que lo que dijo Bergoglio fue malentendido, que es una entrevista antigua, y que la Iglesia reafirma su condena a la homosexualidad, como intrínsecamente desordenada. Pero el daño ya está hecho, e incluso cualquier paso atrás del escándalo suscitado, seguirá siendo un paso adelante en la dirección del pensamiento único y políticamente correcto. No olvidemos los nefastos resultados de su presentación del 2013, [cuando dijo] : “¿Quién soy yo para juzgar?”, [hecho] que le valió ganar un lugar en la portada de The Advocate, con el título de “hombre del año”. Bergoglio dijo: «Los homosexuales tienen derecho a ser parte de una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debe ser excluido o sentirse infeliz por esto». Todos los bautizados son hijos de Dios: el Evangelio nos lo enseña. Pero uno puede ser un hijo bueno o un hijo malo, y si rompe los Mandamientos de Dios, el hecho de ser sus hijos no les impedirá el castigo, del mismo modo que un italiano que roba, no evita la cárcel solo por el hecho de ser ciudadano del país en donde ha cometido ese crimen. La Misericordia de Dios no prescinde de la Justicia, y si pensamos que para redimirnos, el Señor derramó Su Sangre en la Cruz, no podemos dejar de luchar por la santidad, sujetando nuestro comportamiento a Su voluntad. Nuestro Señor dijo: «Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando» (Juan 15,14). Si la exclusión familiar o social se deriva de comportamientos provocadores o de afirmaciones ideológicas que no se pueden compartir [apoyar] -pienso en el Orgullo Gay- esto es solo el resultado de una actitud de desafío, y como tal, se origina en quienes usan esa actitud para herir al prójimo. Si por el contrario, esa discriminación se deriva únicamente de ser una persona que se comporta como los demás, respetando a los demás, y sin imposición alguna de su estilo de vida, con toda razón [dicha discriminación] debe ser condenada. Sabemos muy bien que lo que quiere lograr el lobby homosexual no es la integración de personas normales y honestas, sino la imposición de modelos de vida seriamente pecaminosos y socialmente desestabilizadores, que siempre han sido explotados para demoler a la familia y a la sociedad. No es casualidad que la promoción de la agenda homosexual sea parte del proyecto globalista, concomitantemente con la destrucción de la familia natural. El jesuita James Martin, uno de los más ardientes defensores de la agenda LGBTQ y del recibimiento indiscriminado de los homosexuales en la Iglesia, figura como Consultor en el Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede. Tan pronto como salió la noticia sobre las declaraciones de Bergoglio, Martin irrumpió en las publicaciones de las redes sociales, expresando una satisfacción incontenible por este gesto que en cambio, escandalizó a la mayoría de los fieles. Junto con el Padre Martín, hay Cardenales, Obispos, Monseñores, Sacerdotes y Clérigos que pertenecen a la llamada “mafia lavanda”. Algunos de ellos han sido investigados y condenados por delitos muy graves, casi siempre vinculados a entornos homosexuales. ¿Cómo pensar que una camarilla de homosexuales en el puesto de mando, no tiene todo el interés en presionar a Bergoglio para defender un vicio que comparten y practican? De hecho, yo diría que jugar con el malentendido y con la provocación, es parte del comportamiento de Bergoglio. [Recordemos cuando dijo:] “Dios no es católico”, dejando que después fueran otros quienes terminaran el discurso que él había iniciado. Lo vimos con Amoris lætitia: aunque no contradecía descaradamente la Doctrina Católica sobre la imposibilidad de los divorciados de acceder a los Sacramentos, dejó que fueran otros Obispos quienes lo hicieran. Luego aprobó sus declaraciones y de manera obstinada, guardó silencio frente a la Dubia presentada por cuatro Cardenales. Cabe preguntarse: ¿Por qué es que el Papa actúa de esta manera, sobre todo cuando sus Predecesores siempre han sido muy claros, en materia moral? No sé qué hay en la mente de Bergoglio: me limito a dar sentido a sus acciones y a sus palabras. Y creo que puedo afirmar que lo que surge es una actitud deliberadamente doble y jesuítica. Detrás de todas sus declaraciones está el esfuerzo por suscitar la reacción de la parte sana de la Iglesia, provocándola con declaraciones heréticas, con gestos desconcertantes, con documentos que contradicen el Magisterio. Y al mismo tiempo, sus declaraciones complacen a sus seguidores, sobre todo a los no católicos y a los católicos de nombre. A fuerza de provocar, [Bergoglio] espera que algún Obispo se canse de sentirse diariamente afligido por la Doctrina y la Moral; espera que un grupo de Cardenales lo acuse formalmente de herejía y pida su deposición. Al hacer esto, Bergoglio tendría el pretexto de acusar a esos Prelados de ser “enemigos del Papa”, de ponerse fuera de la Iglesia y de querer un cisma. Evidentemente, los que están separados de la Iglesia, no son los que quieren permanecer fieles al Magisterio, eso sería absurdo. En cierto modo, el comportamiento de Bergoglio es de la misma matriz que el comportamiento del Presidente Conte: en retrospectiva, ambos fueron deseados en ese rol por la misma élite, numéricamente minoritaria pero poderosa y organizada, con el objetivo de demoler la institución que representan: ambos abusan de su poder contra la ley; ambos acusan de ser enemigos de la institución a quienes denuncian sus abusos, cuando en realidad la defienden de ellos [de Bergoglio, de Conte]. Finalmente, ambos se distinguen por una mediocridad desoladora. Si canónicamente es impensable excomulgar a un católico por el mero hecho de que quiera seguir siéndolo, política y estratégicamente este abuso permitiría a Bergoglio expulsar a sus adversarios de la Iglesia, consolidando su propio poder. Y repito: no estamos hablando de una operación legítima, sino de un abuso que sin embargo, nadie podría prevenir, ya que “prima Sedes a nemine judicatur” [es decir, nadie puede juzgar a la Sede Primacial de Pedro, al Papa, a la Santa Sede]. Y dado que la deposición de un Papa hereje es una cuestión canónicamente no resuelta, y sobre la que no hay un consentimiento unánime de los canonistas, quien acusara a Bergoglio de herejía se deslizaría por un callejón sin salida, y es muy poco probable que obtuviera algún resultado. A mi juicio, esto es exactamente lo que quiere lograr el “círculo mágico” de Bergoglio: llegar a la situación paradójica en la que quien es reconocido como Papa, al mismo tiempo se encuentra en un estado de cisma con la Iglesia que gobierna, mientras que quien es declarado cismático por él [por Bergoglio] a causa de su desobediencia, se encuentra excluido de la Iglesia por el hecho de ser católico. La acción de Bergoglio se dirige sobre todo fuera de la Iglesia. La Encíclica Fratelli tutti es un manifiesto ideológico en el que no hay nada de católico, ni nada para los Católicos; es la enésima tronera masónica, en la que no se obtiene la fraternidad universal, como enseña el Evangelio, es decir en el reconocimiento de la paternidad común de Dios por la pertenencia a la única Iglesia, sino por medio del aplanamiento de todas las religiones, en un mínimo común denominador que se expresa en solidaridad, respeto al medio ambiente, pacifismo. Con esta forma de actuar, Bergoglio se candidatea como “pontífice” de una nueva religión, con nuevos mandamientos, nuevas morales y nuevas liturgias. Se aleja de la Religión Católica y se aleja de Cristo, y en consecuencia, se aleja de la Jerarquía y de los fieles, negándolos y dejándolos a merced de la dictadura globalista. Aquellos que no se adapten a este nuevo código, serán excluidos por la sociedad y por esta nueva “iglesia”, como si fueran un cuerpo extraño. El 20 de octubre, el Papa Francisco oró por la paz junto con los representantes de las religiones del mundo: el lema de esa ceremonia ecuménica fue “Nadie se salva solo”. Pero esa oración fue dirigida con indiferencia, tanto al Dios Verdadero como a los dioses falsos de los paganos, dejando claro que el ecumenismo propagado por Bergoglio tiene como objetivo la exclusión de Nuestro Señor de la sociedad humana, porque Jesucristo es considerado “divisivo”, “piedra de tropiezo “. Así el hombre moderno piensa que puede obtener la paz sin considerar a Aquel que dijo de Sí Mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie viene al Padre sino por Mí ” (Juan 14, 6). Es doloroso notar que esta apostasía de naciones -antaño cristianas- está acompañada por Jorge Mario Bergoglio, quien debería ser el Vicario de Cristo y no el enemigo. Hace tres días la Prensa difundió la noticia de que el Papa no celebrará la Misa de Medianoche [Misa de gallo] en Navidad. Me limitaré a una observación: hace unos días, en medio de la emergencia del Covid, fue posible celebrar un rito ecuménico, en presencia de los fieles y las autoridades, todos portando tapabocas. Sin embargo, en los espacios mucho más grandes de la Basílica Vaticana, alguien ha considerado que es imprudente celebrar el Nacimiento del Salvador, en la Noche Santa. Si se confirma esta decisión, sabremos que Jorge Mario Bergoglio prefiere autocelebrarse apoyando el pensamiento único y la ideología sincrética del Nuevo Orden Mundial, en lugar de arrodillarse a los pies del Pesebre en el que se encuentra el Rey de Reyes.

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo.

22 de octubre del 2020.

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Traducción: Beatriz Eugenia Andrade Iturribarría.

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1 commento

  • Salocin de Juan ha detto:

    ojo con la traducción en el título: “voluntaria” es incorrecto, Debería escribirse “la ambigüedad intenciona.

    The translation of the title is not correct. It should read ….”la ambigüedad intencional”. Please, correctl