La Santa Misa, el rito para la Amazonia y los límites del poder papal. Joachim Heimerl
11 Settembre 2024
1 Commento
Marco Tosatti
Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el padre Joachim Heimerl, a quien le agradecemos de corazón, ha puesto a vuestra disposición estas reflexiones. Disfruten leyendo y compartan.
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La Santa Misa, el rito para la Amazonia y los límites del poder papal
por el padre Joachim Heimerl von Heimthal
En un futuro próximo, se introducirá un nuevo rito de Misa para la Amazonia con la aprobación del Papa, que, como es de temer basándonos en experiencias anteriores, contendrá o al menos adaptará elementos paganos de la cultura indígena. En realidad, se trata de una curiosidad si se tiene en cuenta que Francisco y sus seguidores quieren restringir cada vez más la Misa latina consagrada. Después de todo, esta Misa fue la única forma del Rito romano durante 1500 años hasta que el papa Pablo VI instauró una nueva Misa en 1969. ¿Pero puede un Papa hacer eso? O dicho de otro modo: ¿es el Papa el Señor de la Santa Misa?
Me gustaría responder a esta pregunta con un claro NO, aunque el actual «Prefecto para la Doctrina de la Fe» afirme que el Papa puede decidir lo que quiera. Pero el cardenal Fernández es conocido por sus sesgadas opiniones, y especialmente por el hecho de que a menudo no son católicas. Una curiosidad más en un pontificado en el que persiste la fatal impresión de que el Papa puede autorizar hoy lo que hasta ayer estaba prohibido por la ley divina y la tradición eclesiástica. NO, no puede. Y en la historia de la Iglesia, hasta Benedicto XVI, nadie habría tenido la absurda ocurrencia de afirmar lo contrario.
Pero volviendo a la pregunta: ¿Por qué el Papa no es el Señor de la Santa Misa?
Se podría responder que solamente lo es Jesucristo, y esto es ciertamente correcto.
Sin embargo, aunque ÉL instituyó la Santa Misa, se sabe que no le dio una forma ritual. Ésta sólo se desarrolló en el transcurso de los primeros siglos. El resultado fue el rito de la Misa en latín, que en esencia se remonta a los Apóstoles y a la Iglesia primitiva.
Dicho de otro modo: el rito de la Santa Misa nunca fue «hecho», ni siquiera por Pío V, quien reeditó el Misal luego del Concilio de Trento en 1570. Por el contrario, este rito ha crecido históricamente bajo la guía del Espíritu Santo. Y es sólo por esta razón que está para siempre más allá del control humano -incluso el de un Papa.
Ningún Papa se habría atrevido jamás a «inventar» un nuevo rito de Misa o a prohibir el anterior hasta que ocurrió lo increíble con Pablo VI y después con Francisco: uno introdujo realmente -con consecuencias desastrosas- una nueva Misa, mientras que el otro trató la Misa en latín como si fuera «tóxica» y le impuso restricciones y prohibiciones disparatadas.
Pero aquí es precisamente donde se sobrepasan los límites del poder papal: El Papa no puede inventar una nueva Misa como no puede inventar un nuevo Evangelio, ¡y Francisco no puede prohibir la Misa antigua como tampoco puede prohibir uno de los libros de las Sagradas Escrituras!
Por esta razón, nadie tiene que obedecer la locura que acontece actualmente en la Iglesia: A ningún sacerdote se le puede obligar a celebrar la Misa de Pablo VI, y a nadie se le puede prohibir celebrar la Misa en latín. Por cierto, Pío V instituyó esta última «para todos los tiempos», y eso significa también para el nuestro.
Permítanme decirlo así: sólo la Misa en latín es la Misa tal como la Iglesia romana la ha conocido desde sus comienzos. Por el contrario, la Misa de Pablo VI es, por decirlo casualmente, sólo una fuerte dilución que también tiene ingredientes protestantes. Se dice que Pablo VI lamentó su introducción, demasiado tarde.
Si Francisco piensa que ahora también puede imponer a la Iglesia un rito «amazónico» altamente problemático, está siguiendo la dudosa tradición de Pablo VI, es decir, la de un Papa que fue el primero en tocar lo sacrosanto. Eso no lo hace mejor y, desde luego, no lo justifica. ¡Al contrario! Un rito para la Amazonia con elementos paganos sería un error más de los muchos errores de este pontificado, y es otro atropello contra la Santa Misa. Pero, sobre todo, es un indicador de la decadencia actual de la Iglesia, que cada vez más pierde de vista a su Señor Jesucristo.
Quien piense que tiene que adaptar la celebración del sacrificio universal de salvación de Cristo a costumbres regionales o incluso paganas, no entiende la Misa en absoluto, y esto vale tanto para un cardenal prefecto como para un Papa. Estemos seguros: católico es sólo lo que siempre ha sido católico, y esto es particularmente evidente en la Santa Misa. Francisco no puede cambiar eso.
Publicado originalmente en alemán el 10 de setiembre de 2024 por Marco Tosatti, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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Categoria: Generale
Primero hay que aclarar las cosas. No llamemos Papa a quien no lo es. No digamos que fué elegido regularmente porque así lo dice tal o cual Cardenal. También Clemente VII -Roberto de Ginebra- fué elegido regularmente por todos los Cardenales y es considerado antipapa. En cambio, Urbano VI -Bartolomé Prignano- elegido irregularmente- es considerado verdadero Papa. En el caso de Bergoglio las dudas sobre la validez de su elección son enormes y los frutos de su pseudopontificado patentes.
Pero vayamos a la Santa Misa. Primero no hay que confundir las cosas. El Ordo Missae y el mismo Misal de Pablo VI son sustancialmente válidos y ortodoxos y nada tienen que ver con el abominable pseudo rito amazónico. Ya San Pío X reformó el Breviario Romano y tenía proyectado reformar el mismo Misal Romano. Pío XII retomó el camino y publicó el Nuevo Salterio, restauró la Semana Santa, mitigó el ayuno eucarístico, aprobó los rituales bilingües y autorizó las Misas vespertinas. Más aún, estableció una Comisión de expertos que tenía proyectada la reforma del Misal. Fruto de esta Comisión fué el Breviario Romano simplificado que promulgó su Sucesor Juan XXIII en 1960 con el Motu Propio Rubricarum Instructum de 26 de julio de dicho año.
Todo esto se hizo con gran prudencia y disciplina. El demérito del Misal de Pablo VI ha sido un Concilio nefasto, lleno de ambigüedades, unas reformas precipitadas y el deseo de satisfacer las veleidades protestantes. Ahí ha habido ruptura con lo anterior. La creatividad -neologismo desconocido en la Historia de la Liturgia- se ha impuesto como norma. Por eso, y no por el mismo Misal, la reforma ha sido heterodoxa.