Monseñor Viganò. Homilía en la Muerte de Benedicto XVI. Absolve, Domine…

5 Gennaio 2023 Pubblicato da

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, recibimos y publicamos con gusto esta homilía del arzobispo Carlo Maria Viganò. Feliz lectura. 

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ABSOLVE, DOMINE

Homilía del arzobispo Carlo Maria Viganò

en la muerte del papa Benedicto XVI

 

Dies iræ, dies illa, dies tribulationis et angustiæ,

dies calamitatis et miseriæ, dies tenebrarum et caliginis,

dies nebulæ et turbinis, dies tubæ et clangoris

super civitates munitas et super angulos excelsos.

[Día de ira el día aquel, día de angustia y de tribulaciones,

día de calamidades y miseria, día de tinieblas y de oscuridad,

día de nublado y densa niebla, día de trompeta y de clamor,

contra las ciudades fortificadas y las torres a lo alto]

(Sof 1, 15-16)

¡Amargo es el día del Señor! Incluso un hombre valiente lo grita. Día de ira aquel día, día de angustia y de aflicción, día de ruinas y de exterminio, día de tinieblas y de oscuridad, y día de nube y de oscuridad, día del sonido del cuerno y del grito de guerra sobre las ciudades fortificadas y sobre las altas torres. Así dice el profeta Sofonías.

Absolve Domine. Perdona, oh Señor. Cantamos estas palabras en la sección de la Misa por los difuntos, ya sean Papas o simples clérigos, ricos o pobres, sabios o sencillos. Et gratia tua illis succurente, mereantur evadere judicium ultionis, et lucis æternæ beatitudine perfrui. Y tu gracia ayudándolos, merecen escapar del juicio de la venganza y disfrutar de la eterna dicha de la luz.

Dirigimos esta misma oración a la Divina Majestad al celebrar la Santa Misa de sufragio por el alma de Joseph Ratzinger, Romano Pontífice hasta el 28 de febrero de 2013. Y como pide la piedad hacia los difuntos, le confiamos a la misericordia de Dios, que todo lo sabe y escudriña en el secreto de los corazones. De todo lo que hizo y dijo durante su larga vida, y en particular después de subir al Trono de Pedro, queremos recordar aquel gesto providencial de verdad y justicia con el que reconoció plena legitimidad a la Liturgia Apostólica, promulgando el Motu Proprio Summorum Pontificum. El bien que la liberalización del rito antiguo ha hecho a la Iglesia pesará en la balanza de las almas que vemos en muchas representaciones del Arcángel San Miguel. Gracias a ella, una multitud de fieles y de sacerdotes -entre los que podemos contarnos nosotros mismos- ha podido conocer el tesoro inestimable de doctrina y de espiritualidad que las opciones perversas habían hecho inaccesible durante cincuenta años; gracias a ella, un torrente de Gracias que nadie podrá detener se ha derramado -y se derrama todavía hoy- sobre la Iglesia y el mundo.

Al contemplar los escombros que sobreviven a la devastación conciliar, no me atrevo a pensar cuál podría ser la situación de la Iglesia sin la Misa de San Pío V. Sin embargo, en el mismo Motu Proprio Summorum Pontificum no se puede dejar de observar el precario marco adoptado por el excelso teólogo Ratzinger: la tesis de la ortodoxia católica (y de la Misa tradicional), la antítesis de la herejía modernista (y de la Misa montiniana) y la síntesis del Vaticano II (y de la coexistencia de dos formas del mismo rito). Lamentablemente, los delicta juventutis nunca fueron desautorizados formalmente, aunque los horrores de los últimos diez años casi los han eclipsado.

Sólo nos queda rezar fervientemente para que en un futuro próximo se produzca esa restitutio integral del rito antiguo que ponga fin a décadas de abusos, manipulaciones, adulteraciones y persecuciones que se hicieron más feroces en la era bergogliana.

Si iniquitates observaveris Domine, Domine, quis sustinebit? ¿Quién puede resistir el juicio de Dios, si sólo tenemos en cuenta nuestras faltas? Nadie. Y, sin embargo, la Misericordia de Dios, que es Padre y que nos ama hasta el punto de dar a su Hijo unigénito para nuestra salvación, se digna mirar el bien que hemos hecho con más atención que la que presta a nuestras faltas. Es como si, al sabernos débiles y pecadores, Él buscara todos los medios para rescatarnos de la condenación eterna, dándonos mil oportunidades para redimirnos. Esto vale para el más pequeño de los fieles y para el que está sentado en el Trono más alto. La consideración de nuestro pecado no debe llevarnos a considerarnos destinados a ceder y exentos de castigo, sino impulsarnos a poner toda nuestra confianza en Aquél que nos da la fuerza (Flp 4, 13). Y esto es cierto también para aquéllos que la Providencia ha elegido para gobernar la Iglesia.

Animado por esta confianza, el papa Benedicto XVI trató de reparar de algún modo la terrible herida que uno de sus Predecesores había causado al cuerpo eclesial; una herida que estaba cicatrizando, pero que las maniobras del Enemigo y de sus acólitos tratan de mantener abierta, frustrando Summorum Pontificum también frente a los innegables bienes espirituales que aporta a las almas; más aún, precisamente a causa de estas Gracias infinitas, porque representan la derrota más amarga del espíritu secularizado y mundano de la ideología conciliar.

Y si el rito reformado ha suprimido el Dies iræ de la Misa de Réquiem y ha impuesto el Aleluya, en la Misa antigua encontramos los motivos de esperanza y de sufragio compuesto por el alma de un hombre a quien el Señor quiso como Vicario suyo. En este rito oímos la voz de la Esposa que implora misericordia, perdón, indulgencia, absolución, remisión; la voz de la Esposa que al reconocer los pecados de sus hijos los presenta ante el Padre Eterno, a quienes el Hijo divino redime con su propio Sacrificio. Que el alma del papa Benedicto encuentre, pues, el lugar de refrigerio, de luz y de paz que invocamos para él en el Memento del Canon.

En la gloria bendita del Cielo, o en las llamas purificadoras del Purgatorio, el papa Benedicto XVI podrá rezar por nosotros y por toda la Iglesia, conociendo finalmente facie ad faciem esa Verdad divina que el exilio terrenal sólo revela oscuramente. Sus oraciones se unen a las nuestras y a las de las almas santas y de la Corte celestial, para implorar a la Majestad divina el fin de las tribulaciones presentes, y en particular la derrota y expulsión de la secta de herejes y corruptos que aflige y eclipsa a la Santa Iglesia de Dios.

Así sea.

5 de enero MMXXIII

Vigilia de la Epifanía del Señor

 

Publicado originalmente en italiano el 5 de enero de 2023, en https://www.marcotosatti.com/2023/01/05/mons-vigano-omelia-in-morte-di-benedetto-xvi-aboslve-domine/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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1 commento

  • Caterina ha detto:

    Gentilissimo Sig. Tosatti,
    Ho appena sentito l’intervista con Mr. John Henry Weston. Sono felicissima per la vostra collaborazione! Vengo dagli Stati Uniti ma vivo in Italia da 35 anni. Da tanto tempo desideravo dire ‘ai giornalisti’ un qualcosa riguardo la rinuncia di Papa Benedetta e quel fulmine che colpì San Pietro. Vorrei anche raccontare la stranezza del tempo (meteo) in Friuli la mattina di quel 11 febbraio, 2013. Ma in tanto, dico solo questo della fulmine. Un po’ di tempo dopo la rinuncia di Papa Benedetto, mi era venuta in mente un fatto: che quando a satana viene tolta una preda grossa (mi viene in mente la storia di san Guido–anche Padre Amorth parlava di questa fenomena), scatta con furia spaventosa colpendo anche con esplosioni e fulmini, ma questi si scaricano là dove non possono colpire la preda–come se la Madonna o degli Arcangeli (per esempio) flettessero le fulmini. Comunque le botte, l’esplosioni si sentono, magari lasciano anche notevoli crateri come nel caso di san Guido. Quindi, non potevo più pensare che la rinuncia fosse cosa tragica, ma anzi, che fosse stata una grandissima vittoria! Il tempo meteo nella bassa Friuli in quella mattina del 11 feb. era come in festa: ci fu di tutto: la mattina era iniziata con un normale cielo grigio e scuro e con una fredda pioggia. Poi verso le 11, 11,30, era uscito il sole da una parte ma continuava a piovere. Poi all’improviso, venne giù tanta grandine come una pioggia di cecci. Durò un mezzo minuto quando ha cominciato poi a nevicare tanto–e sempre con il sole che brillava da una parte. In meno di 3 minuti la terra era già coperta di neve che splendeva nel sole che la illuminava mentre l’altra parte del cielo era scura scura. Dentro di me gioivo per lo spettacolo–pensai fosse in onore della Madonna di Lourdes, l’Immacolata Concezione; ridevo come una bambina perchè era troppo favoloso. E poi, un 15, 20 minuti dopo, ho ricevuto la telefonata di un sacerdote che piangeva sconsolatamente dandomi la notizia della rinuncia di Papa Benedetto. La notizia mi ha fortemente stordita, ma mi chiedevo, cosa significava allora lo spettacolo del tempo come se tutto il Paradiso fosse in festa oggi? Dunque. Forse altre cose potrei dire ma ho un po’ di fretta perchè devo andare. Sono tutt’ora convinta (da semplice fedele che non ha nessuna laurea in materia) che la rinuncia di Papa Benedetto è stata la più grande vittoria su satana che si è visto da milleni forse. Poi, era importante che Papa Benedetto vivesse a lungo dopo la rinuncia. Se no, il male non sarebbe stato costretto a mostrarsi. Papa Benedetto era il mite agnello come Cristo nel Getsemane: furono entrambi catturati; entrambi non permisero che fossero difesi con violenza da chi li amava. Entrambi si lasciarono portare via senza aprire bocca. Papa Benedetto come Nostro Signore, fu punito senza pietà dai nemici, ma anche dagli amici che non hanno capito e furono scandalizzati dal suo ‘abbandono’. Devo andare. Ma dico come ultima cosa, che forse forse possiamo capire di più guardando alla rinuncia dello Tsar Nicola II che avvenne 6 mesi dopo l’ultima apparizione di Fatima. La Madonna parlò degli errori della Russia. Nel destino dello Tsar (e c’è tutta una storia sconosciuta dietro quella rinuncia–di altissimo sacrificio che commuove fino alle lacrime) si può vedere, penso, e capire qualcosa forse, della grandiosità della rinuncia di Papa Benedetto. Caro Papa Benedetto, che Dio ti abbia ora in gloria e in pace. Prega per noi! Signor Tosatti, grazia per tutto quello che fa e scrive. Che Dio La protegga e La aiuti. Devotamente in Cristo Nostro Signore! Caterina (Catherine negli USA:-)