La Alemania nazi de ayer, la China de hoy. Comparación de Papas y Obispos. Bernardino Montejano.

30 Dicembre 2024 Pubblicato da

 

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el Prof. Bernardino Montejano, a quien damos las gracias de todo corazón, ofrece a vuestra atención estas rfilesiones sobre la situación actual del catolicismo en China. Disfruten leyendo y compartiendo.

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ALEMANIA AYER, CHINA HOY

Tengo en mis manos un buen libro: “El racismo nacional socialista y el cristianismo”, del Pbro. Dr. Enrique Rau, Gladium, Buenos Aires, 1939, censor el P. Julio Meinvielle. Conocí al autor cuando era obispo de Mar del Plata y tengo una pésima opinión del mismo.

El libro tiene como base una conferencia, dictada en los Cursos de Cultura Católica, el 17 de octubre del mismo año. Los Cursos, Meinvielle, hablan de los ambientes que entonces frecuentaba y cuando yo hablaba mal de él, siempre me respondía un hombre tan veraz como Mariano Astigueta, hablando bien, por sus recuerdos.

 En realidad, se había transformado en otro hombre y la prueba de este hombre nuevo fue, entre otros entuertos, el mal trato al rector que había elegido, Juan Carlos García Santillán, un hombre superior al que humilló y le hizo la vida imposible, después de haberlo convocado y otras pillerías en la Universidad Católica de Mar del Plata, en la cual era profesor y que en su momento denuncié.

El libro del buen Rau comienza con una Introducción donde relata que en 1934 se encontraba alojado en un hotel de Stuttgart donde un día al rayar el alba contempló un espectáculo grandioso. Era el día del juramento del Fürer.

Una multitud enorme confluía al Estadio: ancianos con las marcas de la última guerra, muchachos de la Hitler jugend, niños y niñas de 5 a 7 años uniformados como preciosos muñequitos, medio millón de hombres jurando lealtad al Fürer.

En la primera parte del libro se exponen las doctrinas del nacional socialismo y como dice Rosemberg el hombre germánico no se preocupó por la filosofía y su metafísica es un mito del cual fluyen su filosofía, su moral, su derecho, su organización social. El nacional socialismo rompe con la herencia cristiana y anuncia la aurora de una nueva época; pone al Talmud, al Antiguo Testamento y al Marxismo en la misma bolsa.

Hitler afirma que solo existe un derecho sagrado que es al mismo tiempo el primer deber: cuidar que la sangre se mantenga pura.

Y para denunciar la decadencia ejemplifica con los Estados Unidos de su tiempo, “cuya población está compuesta en su mayoría de elementos germánicos, que muy poco se mezclaron con elementos inferiores de color, demuestra otra cultura que en América central o del Sud, en las cuales los conquistadores latinos se mezclaron con los indígenas”.

El racismo señala que “el signo de los tiempos nuevos es el éxodo de lo Absoluto, ilimitado, trascendente al Cosmos y el retorno al alma eterna de la raza, que despierta hoy en la juventud. Retorno que nos dará el conocimiento de nuestro pasado y la responsabilidad del porvenir. El alma de la raza es el valor absoluto, al cual deben subordinarse los restantes, Estado, arte, religión” (Rosemberg, Der Mithus des XX Jarhumdentea, Muchen, 1954. Cit. por Rau, ob. cit., p. 24).

Con referencia a Grecia, esta filosofía a dogmática nos dice que “La verdad, como en Homero, en Sócrates y en los trágicos, no es la dialéctica conceptual, vacía de contenido, sino la lucha cotidiana, encarnada en el esfuerzo de edificar la comunidad étnica, cultural, política de la ‘polis’ griega, que los sofistas habían convertido en un caos, político y social”.

Pero, a partir del siglo V, elementos asiático-africanos-judíos penetran en Grecia y la corrompen. El más disolvente es la noción de trascendencia de un Dios exterior al mundo. Es un largo proceso de amalgama de la filosofía heroica con conceptos como “pecado, creación, providencia, redención divina… Es el proceso de judaización de los valores griegos”.

El racista Bergmann afirma que “el hombre alemán nórdico es Señor de lo divino que existe en él. La energía divina crece en él como la ola de vida que nos plasma, perfeccionándose en el conocimiento divino y la autosantficación”. Nada de pecado, redención, gracia.

Estamos ante un panteísmo vitalista y Rosemberg, escribe: “La raza es lo divino. La nación es lo primero y lo último: a ella todo debe subordinarse”.

Hitler mismo afirma: “el Estado es medio. Lo que crea los valores culturales es la raza; todo lo demás debe fomentar este trabajo cultural. Esto supone negar una tesis que hasta ahora ha sido considerada como fundamento de la civilización: la igualdad de los hombres y de las razas…Si los hombres y las razas son diferentes, la nación será un organismo” (Mein Kampf.cap. II Libro I, citado por Rau, ob. cit., p. 59).

El cardenal Miguel Faulhaber afirma que: “el cultivo de la raza, la conservación de las características raciales nada tienen de objetable, pero con tres condiciones:

  1. a) El amor a la propia raza no debe degenerar en odio a los pueblos vecinos;
  2. b) Nadie puede prescindir de los medios instituidos por Cristo para comunicarnos su gracia. Un joven que oye constantemente loas a su raza puede fácilmente tentarse que ya no lo ligan los deberes de humildad y de castidad.
  3. c) El cultivo de la raza no puede ser un frente de batalla contra el cristianismo (Citado por Rau, ob. cit., p. 89).

No voy a refutar los groseros errores del nazismo, su panteísmo, su biologismo político y jurídico, su paganismo, su repudio a la tradición cristiana, su soberbia. Además, no olvidemos que fue una especie de socialismo, ajeno al verdadero nacionalismo alemán, porque lo que me interesa es compararlo con la China de hoy y la Iglesia de hoy.

Ante todo, la Iglesia de entonces estaba representada por un papa Pío XI, que no dudó en condenar al nazismo, acompañado por un par de cardenales alemanes Michael von Faulhaber y Clemens von Galen. El primero, al defender el derecho de los padres a educar cristianamente a sus hijos, en mayo de 1937 afirmó: “Ha llegado el momento en que los obispos deberán ponerse la mitra como se pone un casco… Cuando se trata de la verdad del Evangelio, del orden moral de nuestro pueblo, los obispos deben estar en primera línea, bajo el fuego, con el casco de la salvación”. Los tres, personajes de ópera representaban a la Iglesia.

Hoy, un par de personajes de opereta, Parolín y Francisco, son quienes entregan a los católicos chinos en las garras del comunismo. Si el Estado nazi era totalitario, no lo es menos hoy el Estado Comunista Chino. El lugar de Hitler lo ocupa otro tirano, Xi Jimping, que pretende reemplazar en las iglesias con su retrato a las figuras de Cristo y de la Virgen María.

Si Pío XI, von Faulhaber y von Galen son honra de la Iglesia, Parolín y Francisco, inventores de un nuevo patronato, el del Partido Comunista, quien participa en la designación de los obispos, dan vergüenza.

Que Dios proteja a los católicos chinos fieles y abandonados.

Buenos Aires, diciembre 29 de 2024.

Bernardino Montejano

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