San Pablo, ese “infiltrado” en la “Iglesia” de Bergoglio. Quarracino.

12 Aprile 2023 Pubblicato da Lascia il tuo commento


Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos para su atención en nuestra traducción este artículo de José Arturo Quarracino, a quien agradecemos de todo corazón. Feliz lectura y compartir.

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San Pablo: ¿un infiltrado en la “iglesia” de Bergoglio?

  

 

En la famosa entrevista-encuentro del papa Francisco con jóvenes de distintas procedencias, hecha pública por Disney+ el 11 de abril ppdo., una de las participantes, Celia Fernández (que se define como no-binaria, no es hombre ni mujer, o al menos no totalmente (???), le “explica” al pontífice qué es una persona no-binaria, a continuación se define “cristiana” (vaya a saber por qué) y le pregunta si ve un espacio para las personas trans, no-binarias o el colectivo LGTB. La respuesta del obispo de Roma (como le gusta definirse) es que “toda persona es hijo de Dios, Dios no rechaza a nadie, Dios es padre, yo no tengo derecho a echar a nadie de la Iglesia, […], la Iglesia no puede cerrarle la puerta a nadie”.

A continuación, Celia le pregunta “¿qué piensa de aquellas personas de Iglesia o sacerdotes que promueven el odio y utilizan la Biblia para sustentar esos discursos de odio y que te leen como el evangelio para decir ‘yo no te estoy excluyendo, lo dice la Biblia?”, para concluir diciendo “ese no es el mensaje de Jesús”. Inmediatamente, don Jorge Mario Bergoglio afirma:

esa gente son infiltrados, que aprovechan la escuela de la Iglesia para sus pasiones personales, para su estrechez personal, es una de las corrupciones de la Iglesia […], ideologías cerradas, en el fondo toda esa gente tiene un drama interno, un drama de incoherencia interior muy grande, que vive para condenar a los demás porque no sabe pedir perdón por sus propias faltas. En general uno de estos tipos que condena es un incoherente, tiene algo adentro, entonces se libera condenando a los otros, cuando tendría que agachar la cabeza y mirar su culpa”.

 

Simplemente mencionemos el hecho de que esta muchacha “no-binaria” se refiere confusamente a la Biblia como fuente de los discursos de odio, y afirma tajantemente que “ese no es el mensaje de Jesús”. Es decir, lo que dice la Biblia no es lo que Jesús dice (¿???), obviando el hecho de que la Biblia es Palabra de Dios. Dios habla eternamente a través de las Sagradas Escrituras, no es que éstas contienen lo que Dios dijo sino lo que dice, en cada momento histórico y en cada una de las regiones del planeta.

Pero lo que llama poderosamente la atención es que el obispo de Roma toma como válido este planteo, para reafirmar que los que condenan la homosexualidad fundamentándose en la Biblia son “infiltrados”, lo cual constituye una rareza única: para don Jorge, los infiltrados son los que están adentro, no los que llegan de afuera, como los que hacen estos planteos que tienen un fuerte tufillo a progresismo de matriz angloamericana (George Soros et alii).

Estos infiltrados, en la interpretación bergogliana, son personas “estrechas” que tienen un “drama interior”, son enormemente incoherentes que viven para “condenar a los demás”, incoherentes que tienen “algo adentro” que se liberan “condenando a los otros”, cuando en realidad “tendrían que ser más humildes”. Más que como obispo de Roma y pastor, nuestro compatriorta parece hablar como psicólogo, bastante amateur por cierto.

 

Ahora bien, san Pablo habla en sus cartas -también hoy- y dice a los cristianos de Corinto que no se relacionen con quien se dice “hermano”, pero es “impuro, avaro, idólatra, ultrajador, borracho o ladrón” (1Cor 5, 11). Y a continuación afirma tajantemente que “los injustos no heredarán el Reino de Dios”, en el sentido que “ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios” (1Cor 6, 9-10).  A los cristianos de Éfeso, san Pablo les dice que “la fornicación, y toda impuricia o codicia, ni siquiera se mencione entre ustedes, como conviene a los santos”, porque “ningún fornicario o impuro o codicioso participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios” (Ef 5, 3-5). Y en su Primera carta a Timoteo dice el Apóstol de los gentiles que “la Ley es buena, con tal que se la tome como ley, 9 teniendo bien presente que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los parricidas y matricidas, para los asesinos, adúlteros, homosexuales, traficantes de seres humanos, mentirosos, perjuros y para todo lo que se opone a la sana doctrina […]” (1Tm 1, 9-10).

Pero como si en estas citas no queda claro lo que afirma el Apóstol, a los cristianos de Roma les recuerda que “lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos” y “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén. Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de

hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío” (Rom 1, 20-27).

 

De las palabras del obispo de Roma se deduce entonces que SAN PABLO SERÍA ENTONCES UN INCOHERENTE QUE SE INFILTRÓ EN LA IGLESIA DE CRISTO (¿????). En tal caso, sería bueno que don Jorge explicara -SI PUEDE- cuál es el drama interno que aquejó a san Pablo, cuál ha sido su drama de incoherencia interna muy grande que lo llevó a condenar a los demás porque “no supo pedir perdón por sus propias faltas”, dejando todo ello escrito. Si lo que él dice es cierto, ¿HABRÁ QUE MODIFICAR LA BIBLIA, o en todo caso ARRANCAR LAS PÁGINAS QUE CONDENAN LA HOMOSEXUALIDAD?

En definitiva, ¿quién tiene razón: San Pablo o Bergoglio? ¿La Palabra de Dios se expresa a través de San Pablo o del obispo de Roma? En última instancia, quién tiene razón: Dios en la Biblia o Freud en la psicología?

 

José Arturo Quarracino

12 de abril de 2023

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