Nuevo Papa, viejo problema: ¿Resistirá León XIV a la tiranía? The Blaze.
20 Maggio 2025
Marco Tosatti
Muy estimados StilumCuriales, gracias al informe de Elizabeth Yore, llamamos vuestra atención sobre este artículo publicado por The Blaze, a quien agradecemos por su cortesía. Feliz lectura y difusión.
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Brian Kennedy
Los católicos tienen un nuevo papa: León XIV. La mayoría de los cardenales que lo eligieron fueron nombrados por el papa Francisco y, a primera vista, el nuevo pontífice parece compartir mucho con su predecesor. Pero todavía es pronto para decirlo. Los católicos deben rezar y pedir que León XIV trace un rumbo muy diferente. El motivo es simple: la Iglesia Católica se encuentra comprometida en una batalla contra tres ideologías hostiles: el globalismo, el Islam y el comunismo. Y en este momento está perdiendo en todos los frentes.
El papa Francisco se ganó el apodo de “Papa del pueblo”, un título que quería sugerir que defendía a los católicos comunes. En realidad, él se alineó más estrechamente con la Izquierda globalista. Se opuso abiertamente a la iniciativa del presidente Trump de restaurar las fronteras de Estados Unidos y criticó esfuerzos similares de las naciones europeas por reivindicar su soberanía. Bajo Francisco, la defensa de las fronteras abiertas por parte de la Iglesia ayudó a desmantelar el Cristianismo occidental al alentar la migración masiva de musulmanes a Europa. Muchos de estos migrantes miran con desprecio a sus anfitriones cristianos secularizados. Mientras tanto, los líderes europeos -sumidos en la culpa y desprendidos de las virtudes de su propia civilización- capitularon. El resultado: violaciones, asesinatos y un continente hundido en el odio a sí mismo. Sólo una reforma radical puede salvar a Europa del borde del abismo.
El comunismo y el cristianismo no pueden coexistir. El nuevo Papa debe decirlo con claridad, en forma inequívoca y sin miedo.
Francisco también fracasó pastoralmente. Frente a la crisis continua de los abusos sexuales que ha perseguido a la Iglesia durante décadas, él se negó a guiar a la Iglesia con transparencia y justicia. Cuando se convirtió en Papa, tuvo la oportunidad de llamar a responder a los sacerdotes depredadores por sus crímenes demoníacos y a restaurar la confianza entre los fieles. Por el contrario, no hizo casi nada. Su silencio señaló a la jerarquía que los abusos podían también ser encubiertos, incluso tolerados. Esa traición agravó las heridas de una Iglesia ya en crisis y desmoralizó a millones de fieles.
El papa León XIV tiene ahora una oportunidad de romper con el pasado. Debe actuar con rapidez y decisión. La Iglesia no puede permitirse otro papado de repliegue y complicidad.
Un convenio vergonzoso
En diciembre de 2017 el papa Francisco apareció en la televisión italiana y cuestionó públicamente la formulación tradicional del Padre Nuestro. La frase final «Y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal» (Mt 6, 13; Lc 11, 4), es una enseñanza directa de Cristo. Francisco preguntó: “¿Qué clase de Padre induciría a sus hijos a la tentación?».
Esa pregunta reveló una confusión más profunda. El versículo no refleja la crueldad divina, sino el don profundo de la libertad humana: Dios concede a la humanidad el libre albedrío: la capacidad de elegir entre el bien y el mal, entre la virtud y la tentación. La oración del Padre Nuestro reconoce esta libertad y pide a Dios que nos ayude a administrarla. Al parecer, al papa Francisco le ha costado entenderlo. Su disconformidad sugiere una disconformididad más amplia con la idea de que la libertad avanza con un riesgo moral, y que ese riesgo, a su vez, requiere responsabilidad, disciplina y fe.
Al mismo tiempo, Francisco envió a Pekín al entonces vergonzoso cardenal pedófilo Theodore McCarrick para negociar un acuerdo secreto con el Partido Comunista Chino. Ese acuerdo confió el control parcial de la Iglesia en China a la Asociación Patriótica Católica China, una organización de fachada liderada por el PCCh, instituida en 1957 para suprimir el Cristianismo y reemplazarlo con una imitación aprobada por el Estado.
La libertad religiosa en China comunista sigue siendo una ficción. Enseñar la fe a los niños está efectivamente prohibido. La Asociación Patriótica Católica China no existe para proteger a los creyentes, sino para pacificar el Vaticano y engañar a Occidente. Ofrece una falsa promesa de coexistencia, siempre y cuando el catolicismo se ajuste a las restricciones impuestas por el Estado. Algunos llaman a este proceso la “sinización” de la Iglesia. Un término más apropiado sería su “comunización“.
Publicado en italiano por Marco Tosatti el 19 de marzo de 2025, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español de la versión original en inglés por José Arturo Quarracino
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