Partidos, facciones, tendencias en la Iglesia al día siguiente de la elección de León XIV. Análisis de un Anónimo   

13 Maggio 2025 Pubblicato da

 

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, gracias a la cortesía de Annarosa Rossetto y a la de un anónimo amigo suyo, ofrecemos a vuestra atención este cuadro muy interesante de los alineamientos en la Iglesia frente a la elección de León XIV. Feliz lectura, meditación y difusión.

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Interesante análisis de un amigo:

La elección del papa León XIV se presenta en un momento de rara y aguda tensión eclesial, casi un punto psicológico de no retorno para el cuerpo católico. Comprender el alcance de la dialéctica, , a veces una amarga diatriba, que le siguió requiere una lucidez que trasciende la mera noticia. Los que se escandalizan frente a esta efervescencia, acusándola de irreverencia o de división como un fin en sí mismo, demuestran una falta de las bases mínimas de eclesiología y psicología de la dinámica de grupo. La Iglesia, en sus dos mil años de historia, nunca ha sido un monolito desprovisto de tensiones internas; de hecho, es precisamente a través de las crisis y los debates que a menudo ha refinado su doctrina y su práctica pastoral. Consigna a seguir: mantener la calma en la discusión.

El pontificado de Bergoglio ha actuado como un catalizador, o para usar una imagen más apropiada, como un “hacha” que ha desnudado y radicalizado brutalmente corrientes preexistentes, pero a menudo dormidas o enmascaradas por una etiqueta de fachada. Con un estilo maniqueo, Bergoglio ha trazado una línea clara: por un lado, los “buenos” (neomodernistas progresistas, partidarios de una Iglesia “en salida”, misericordiosa hasta el punto de relativizar algunos hitos doctrinales) y, por el otro, los “malos”, etiquetados como “rígidos”, “indietristas”, guardianes de una tradición vista como un obstáculo. Esta polarización generó una atmósfera de “lucha fratricida”, un período oscuro en el que las categorías de “enemigo interno” han envenenado el debate.

En este escenario de guerra de trincheras, la elección de León XIV y su primer impacto fueron una obra maestra de ingeniería comunicacional y de posicionamiento estratégico. Apareciendo como “científicamente estudiado” para situarse exactamente en el centro del espectro eclesial, ha desorientado a todas las facciones. No hay un punto de apoyo inmediato, ni tampoco una victoria clara para nadie.

Los modernistas se encuentran divididos: hay quienes se alegran de ver una posible estabilización de las reformas de Bergoglio en una forma más universalmente “digerible”, y están quienes temen una desaceleración o un diluimiento del Magisterio de Francisco. Simétricamente, los tradicionalistas están divididos: algunos esperan un retorno cauteloso al orden y a la claridad doctrinal, otros sospechan de una “tercera vía” que no es más que un modernismo más astuto y enmascarado. La pregunta que serpentea, angustiante para muchos, es: ¿León XIV representa la continuidad, la ruptura o la inauguración de una “tercera cosa”, un paradigma aún indescifrable? El mundo católico está, sin duda, psicológicamente desestabilizado.

Los tibios:

Definición: son aquéllos que viven una fe predominantemente emocional y personal, con escasa cultura eclesiológica y teológica. Para ellos, “lo importante es la conversión del corazón”, y un Papa es tan bueno como otro mientras predica el amor.

Situación psicológica: Este grupo es, paradójicamente, uno de los menos perturbados a nivel consciente, pero quizás el más manipulable a nivel inconsciente. La aparente “centralidad” de León XIV podría tranquilizarlos inicialmente, al prometer una tregua de las luchas que percibían como distantes y fastidiosas (para los “tibios” las divisiones internas no fueron provocadas por Francisco, sino por quienes lo criticaban). Sin embargo, su estabilidad emocional depende de la simplificación. Si León XIV, en su pretendido intento de mediación, tuviera que plantear cuestiones complejas o solicitara un discernimiento más maduro, podría experimentar un desasosiego sin precedentes, una especie de “crisis de simplificación”. Su fe, poco estructurada, podría vacilar frente a un pastor que no ofrece inmediatamente consignas consoladoras, sino que invita a una reflexión más profunda, desenmascarando la superficialidad de su “basta amarse”.

 

Los Bergoglianos de Hierro:

Definición: Seguidores radicales de la agenda globalista de Bergoglio: diálogo interreligioso a fondo, sincretismo, sinodalidad permanente, acogida indiscriminada (“todos, todos, todos”), fuerte énfasis en temas de salud, ecológicos, inmigracionistas y una apertura de facto a las cuestiones LGBTQ+.

Situación psicológica: Experimentan un estado de ansiedad aguda y suspensión. La “centralidad” de León XIV es un enigma que los aterroriza y engaña al mismo tiempo.

Los esperanzados (o ilusos): Interpretan cada gesto de León XIV que no sea una negación descarada de Bergoglio como una continuación “estratégica”, más diplomática, de la “revolución”. Se aferran a palabras clave y a silencios interpretados como asentimiento.

Los decepcionados (o realistas): Temen que el “centro” sea en realidad un retorno disfrazado a posiciones pre-bergoglianas, una traición a la “primavera de la Iglesia”. La falta de un apoyo explícito y continuo a sus consignas genera frustración y el miedo de haber perdido la inercia del cambio. Su psicología se caracteriza por la hipervigilancia y por la búsqueda espasmódica de confirmaciones o desmentidas.

Los Una-cum:

Definición: Tradicionales/conservadores que, aunque critican duramente a Bergoglio por declaraciones o actos considerados ambiguos, heterodoxos o dañinos, siempre han reconocido su legitimidad papal (“unidos con nuestro Papa Francisco” en la liturgia), argumentando la necesidad de una “desobediencia filial” en puntos específicos.

Situación psicológica: Cautela y esperanza duramente combatida. Años de oposición interna, a menudo dolorosa y aislante, los han vuelto escépticos.

La esperanza: la aparente “normalización” aportada por León XIV podría ser vista como un soplo de aire fresco, el signo de que sus críticas no fueron en vano. Podrían esperar una corrección gradual de las “derivas” bergoglianas.

La sospecha: La “centralidad” podría ser solo una fachada, una forma más astuta para llevar adelante una agenda modernista, tal vez purgada de los excesos más flagrantes de Bergoglio. Su psicología es la de los que han sido quemados: esperan pruebas concretas, no sólo palabras, y están dispuestos a empezar a criticar de nuevo si es necesario. La ambigüedad los desgasta casi tanto como una posición abiertamente hostil.

Los benevacantistas:

Definición: Un grupo heterogéneo que considera inválida la elección de Bergoglio (y por lo tanto su pontificado un “antipapado”). Las razones varían: algunos señalan defectos de forma en la Declaratio de Benedicto XVI (por lo tanto, Benedicto XVI es el último Papa); otros, partiendo de la premisa “papa hereje ipso facto deponitur“, juzgan a Bergoglio desviado por cuestiones doctrinales. Reconocen la validez del Concilio Vaticano II, aunque con diferentes matices de crítica respecto a la ambigüedad de algunos textos.

Situación psicológica: La elección de León XIV, que tuvo lugar en un cónclave convocado después del “fin” del pontificado de Bergoglio, no resuelve su problema fundamental si no abordó antes la cuestión de la validez de la renuncia de Benedicto XVI o de la legitimidad de los cardenales creados por Bergoglio.

Si León XIV no aborda la “cuestión Benedicto”, para ellos no es más que un eslabón más en la cadena de una crisis de autoridad. Su “centralidad” es irrelevante respecto al vicio original que invalida su misma elección.

Viven en un estado de espera mesiánica de una solución canónica o de una intervención divina que esclarezca quién es el verdadero Pontífice. La desestabilización para ellos es crónica, y León XIV es solamente un nuevo actor en un drama que no llega a su fin. Podrían analizar sus acciones para ver señales de una posible “conciencia” de la crisis institucional, pero con escaso optimismo.

Los Sedevacantistas:

Definición: Consideran que la Sede Apostólica ha estado vacante durante décadas, generalmente desde el Concilio Vaticano II (o desde la muerte de Pío XII), acusando al Concilio de haber introducido herejías y subvertido la fe y la liturgia católicas. Los Papas postconciliares son, por lo tanto, usurpadores.

Situación psicológica: Para ellos, León XIV es simplemente “otro de ellos”, otro modernista a la cabeza de la que consideran una “nueva Iglesia” y no la Iglesia Católica. Su “centralidad” o sus políticas son irrelevantes, o sino como una confirmación ulterior de su tesis.

No hay una desestabilización específica causada por León XIV, Su ruptura psicológica y eclesial tuvo lugar hace mucho tiempo. Sienten, tal vez, una mezcla de amargura al ver que la “Iglesia oficial” continúa por un camino que ellos juzgan un fracaso, y una especie de auto-confirmación de lo correcto de su posición radical. Su psicología es la de aquéllos que se consideran a sí mismos un “resto fiel” que espera una restauración milagrosa y completa. Observan los acontecimientos con desapego crítico, sin esperar nada positivo del establishment vaticano.

Los movimientos eclesiales:

Definición: Numerosas realidades compuestas y a menudo carismáticas, caracterizadas por un fuerte sentido de pertenencia, una espiritualidad específica y, a veces, una notable capacidad de movilización e influencia. Oficialmente, muchos de ellos han manifestado un apoyo convencido al pontificado de Bergoglio, si bien en su seno las divisiones han sido a menudo acaloradas, aunque gestionadas con la lógica de “los trapos sucios se lavan en casa” para preservar una imagen de unidad y lealtad.

Situación psicológica anterior a León XIV (bajo Bergoglio): El apoyo a Bergoglio no ha sido monolítico ni exento de cálculo. Para algunos movimientos, el énfasis de Bergoglio sobre la “Iglesia en salida”, sobre la “misericordia” y sobre una cierta flexibilidad pastoral ha representado una oportunidad de expansión o de consolidación, aflojando los controles percibidos como excesivos. Sin embargo, es crucial señalar una dinámica psicológica peculiar: la renuncia de Benedicto XVI fue interpretada por sectores significativos de algunos movimientos casi como una “intervención divina”. La dirección que estaba tomando el pontificado de Ratzinger, con una creciente atención a la corrección litúrgica, a la fidelidad doctrinal y a una posible “represión” de los abusos (incluidos los litúrgicos), fue vivida con aprensión. Esta “represión” fue percibido, debido a las dinámicas internas y a la autopreservación de su modus credendi, casi como una “persecución” directa, una amenaza a su especificidad y autonomía. El advenimiento de Bergoglio, con su estilo menos “normativo”, fue por lo tanto un alivio para ellos, al permitir la perpetuación de prácticas consolidadas. Pero internamente los miembros más sensibles a la tradición o a la coherencia doctrinal han experimentado este alineamiento con incomodidad, creando fracturas silenciosas pero profundas.

Situación psicológica con León XIV: La elección de León XIV y su estudiada “centralidad” sumen a los movimientos en un estado de espera vigilante y cálculo estratégico.

Ansiedad por la incertidumbre: La emoción principal es la incertidumbre. ¿Continuará León XIV la línea de “tolerancia” de Bergoglio, tal vez con un orden más formal? ¿O retomará, aunque sea gradualmente, el camino de “normalización” y control que se temía por parte de Benedicto XVI? Esta ambigüedad es fuente de ansiedad, especialmente para aquellos movimientos que prosperaron gracias a una cierta “desregulación” o que tienen cuentas abiertas con la disciplina eclesiástica.

Resurgimiento de las tensiones internas: La “pax bergogliana” (a menudo impuesta o de fachada) dentro de los movimientos podría resquebrajarse. Las facciones internas, anteriormente silenciadas o marginadas, podrían ver en León XIV una oportunidad para hacer oír su voz, sobre todo si el nuevo Papa diera señales de mayor atención a la doctrina o a la liturgia tradicional. El “lavar la ropa sucia en casa” se vuelve más difícil si la “casa madre” (el Vaticano) cambia su orientación.

Estrategias de adaptación: Los movimientos son a menudo organismos resistentes que son expertos en navegar por las aguas de la política eclesiástica. Probablemente se asistirá a un análisis cuidadoso de los primeros discursos y actos de León XIV, tratando de descifrar su orientación para calibrar su propia postura pública. Algunos podrían intentar una “acreditación preventiva”, enfatizando su fidelidad y disponibilidad, con la esperanza de influir o congraciarse con el nuevo Pontífice.

Miedo a la pérdida de privilegios/Autonomía: Para los movimientos que han gozado de un favor o autonomía particular bajo Bergoglio, la preocupación dominante es la de perder el estatus, la influencia o la libertad de gestionar sus propias actividades (incluidas las litúrgicas o formativas consideradas inmutables) sin interferencias excesivas. La “centralidad” de León XIV podría significar un retorno a un mayor control por parte de la jerarquía diocesana o de la Curia Romana, un escenario temido.

Disonancia cognitiva para los “más fieles” de Bergoglio: Esa parte de los movimientos que se habían identificado sincera y profundamente con la “revolución” bergogliana podría experimentar una fuerte disonancia cognitiva. Si León XIV se desviara significativamente de su predecesor, tendrían que elegir entre la fidelidad al “carisma bergogliano” y la sumisión tradicional al Papa reinante, generando laceraciones internas y comunitarias.

En resumen, los movimientos eclesiales, con su compleja psicología de grupo que entrelaza el fervor espiritual, las dinámicas jerárquicas y el instinto de auto preservación, son actores cruciales cuya reacción a la “centralidad” de León XIV será un indicador importante del futuro equilibrio (o desequilibrio) eclesial. Su capacidad de adaptación y la gestión de sus tensiones internas serán puestas a prueba.

Con su calculado movimiento, León XIV sumió a todo el espectro católico en un estado de profunda incertidumbre psicológica. Rompió los esquemas consolidados en el pontificado anterior, obligando a cada facción a cuestionarse a sí misma y a redefinir sus expectativas y temores. La “tercera cosa” que podría surgir aún no está clara: podría ser un intento de síntesis superior, una restauración encubierta, una nueva forma más cautelosa de progresismo, o simplemente una larga fase de estancamiento y ambigüedad.

Lo cierto es que la Iglesia se encuentra en una encrucijada psicológicamente extenuante, donde la falta de puntos de referencia claros exacerba las tensiones y hace del discernimiento un ejercicio espiritual e intelectual más arduo y necesario que nunca. El verdadero desafío para León XIV no será solamente gobernar, sino permitir que las almas encuentren un equilibrio sin caer en las simplificaciones del pasado o en las ilusiones del futuro.

 

Publicado originalmente en Italiano por Marco Tosatti el 12 de mayo de 2025, en https://www.marcotosatti.com/2025/05/12/partiti-fazioni-tendenze-nella-chiesa-il-giorno-dopo-lelezione-di-leone-xiv-analisi-di-anonimo/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

 

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1 commento

  • Terminus ha detto:

    Toutes les divisions et les faussetés présentes dans l’Eglise génèrent une énorme perte de temps et d’énergie pour ceux qui tentent de les dénoncer et de s’y opposer. C’est bien sûr une cause de sanctification pour l’Eglise mais c’est aussi une cause d’affaiblissement qui restreint l’expansion du règne du Seigneur Jésus-Christ. Et pendant ce temps, les ennemis de l’Église en profitent pour occuper les places abandonnées.

    Une des principales difficultés, c’est le fait qu’il existe de moins en moins de famille catholique
    qui ne sont pas directement ou indirectement concernées par :
    ▪︎ Le concubinage, l’adultère et le divorce,
    ▪︎ L’avortement, l’euthanasie active, la conception in vitro.
    ▪︎ L’abandon de la pratique dominicale.
    ▪︎ L’homosexualité.
    ▪︎ La conversion à des religions non chrétienne.
    ▪︎ L’adhérence à de fausses manifestations surnaturelles, de faux messages, de faux prophètes.
    ▪︎ Etceteri, etcetera, …

    Et pour éviter des discussions et des divisions dans leur famille, beaucoup choisissent de s’accommoder de ces comportements antichrists.
    Ce sont des raisons qui ont causé le rejet de Benoît XVI et qui ont fait le succès de Bergoglio

    Il est difficile d’estimer le nombre de baptisés qui restent fidèles à l’Eglise régulière telle qu’elle était encore sous Benoît XVI. Ils doivent certainement constituer un tout petit nombre comparable à la taille d’un minuscule embryon.

    Il est plus facile d’estimer le nombre de ceux qui s’accordent de l’esprit du monde et d’une foi facile et légère en vivant dans l’ignorance, l’insouciance et l’inconscience des réalités de la foi catholique et de l’Église catholique.
    C’est ainsi qu’on vient aisément de trouver le ”chaînon manquant” (Darwin) entre Benoît XVI et Bergoglio. Mais la théorie de Darwin est aujourd’hui caduque.

    On peut se tromper de vérité mais il est impossible de tromper la vérité.