El Papa con poncho, el acompañante en mangas de camisa y la insoportable Iglesia en jeans. Benedetta De Vito
14 Aprile 2025
Marco Tosatti
Cari amici e nemici di Stilum Curiae, Benedetta De Vito, che ringraziamo di cuore, offre alla vostra attenzione queste riflessioni sulla recente uscita di papa Bergoglio. Buona lettura e condivisione. Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, Benedetta De Vito, a quien agradecemos de corazón, pone a vuestra disposición estas reflexiones sobre la reciente salida del papa Bergoglio a la basílica vaticana. Disfruen la lectura y compartan.
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Estimado Sr. Strappetti:
¿Por qué, cuando llevó a Francesco a pasear con una camisa de hospital y una manta a rayas (como los uniformes de los campos de concentración), no llevaba la chaqueta de su elegante traje? ¿Acaso no sabía que estaba en la Casa del Señor, en el Santo Templo, donde toda rodilla debería arrodillarse para adorar al Dios oculto? ¿No sabe que la Iglesia tiene su propio código de decencia? ¿Y que para entrar en la Iglesia, digo, hay que vestirse con respeto, modestia y bien cubiertos? Debería saberlo si, como le llaman, es el “ángel de la guarda” del Pontífice. Me imagino que si fuera a visitar, digamos, el Quirinale, seguro que no iría en mangas de camisa…
Cuando era joven la etiqueta era apretada para mí, lo reconozco lamentablemente (¡qué ciega estaba!) y la criticaba, hoy que mi cabello está salpicado de azúcar glas, sé que la forma es sustancia y que el orden (así se llaman las órdenes religiosas y no desórdenes…) es el sentido de armonía de la Ley del Señor que regula todo con Sabiduría eterna e infinita. Usted, con su camisa arrogante y su corbata errante, era una mancha en este divino designio de maravilla. Y así también lo hizo el anciano que llevaba en silla de ruedas: ¡nunca, pero nunca jamás tendría que mostrar al Papa así, sino siempre revestido con la eterna realeza de Pedro! Con fragante sencillez, como deberían hacer todos los enfermeros con los ancianos, incluso con los que no están sentados en el trono petrino.
Pero el Señor sabe cómo contradecir a su manera las tonterías humanas y enviar su mensaje a los ciegos. De hecho, el niño rubio y hermoso, a quien ustedes habían acercado para combinar una parodia en beneficio de los medios de comunicación, estupefacto él, puro, verdadero, dijo claramente: “¡No es el Papa!”, y se fue, sin mirar atrás, desconcertado, pero firme en su verdad (que venía de lo alto). Era la voz de la inocencia, de la pureza, de la Verdad. Quizás incluso del Espíritu Santo…
Que ustedes, en nombre del falso pauperismo, del buenismo con sabor a falso arco iris (el de Satanás) se impongan con sus despropósitos, que son completamente opuestos a la humildad con la que se disfrazan ante los ciegos conducidos por otros ciegos. Pero veo esto muy bien. ¿Y sabe cuál es mi respuesta a la enésima pantomima woke del Vaticano, a la insoportable Iglesia en vaqueros azules que ustedes nos han preparado? Para el Triduo Pascual, en lugar de ir a la iglesia cerca de mi casa, donde la solemnidad va a veinte por hora, iré a Santa María la Mayor, donde brilla la devoción y la liturgia es adamantina y hace que mi corazón se alegre, cerca de Él. Como medicina homeopática, estaré allí en el Triduo. Y también hoy —y cuánto me hubiera gustado que ese niño rubio de San Pedro estuviera allí también—, la Santa Misa de las ocho de la mañana, me permitió, con santa humildad y orden planchado, con la música celestial del órgano tocado por un dulcísimo fraile de la Inmaculada, honrar al Rey de Reyes, como se debe y se debería.
Con un saludo
Benedetta de Vito
Publicado originalmente en italiano por Marco Tosatti el 12 de abril de 2025, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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Categoria: Generale
A propósito de la vestimenta del Príncipe de los Apóstoles San Pedro, recuerdo que el Ángel en la prisión de Herodes (Act.) le ordena ponerse el cíngulo sobre la túnica, calzarse las sandalias y envolverse en el manto. La vestidura propia del Papa, desde la Alta Edad Media es la túnica talar blanca. Por tanto, deben observarse las mínimas reglas de la disciplina.
En el caso de Bergoglio era de esperar. A su herejía impenitente se une la irreverencia. Tomamos nota y esperamos la respuesta de quienes tienen la obligación -Obispos y legítimos Purpurados- de guardar la Fe ortodoxa: et ómnibus ortodoxis atque catolicae et apostolicae Fidei cultoribus.