La decadencia de la Iglesia y el pontificado de Francisco. Mons. Héctor Rubén Aguer.
26 Marzo 2025
Marco Tosatti
Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, José Arturo Quarracino, a quien agradecemos de todo corazón, nos hizo llegar este artículo de Monseñor Héctor Rubén Aguer, que ponemos en su conocimiento. Feliz lectura y compartir.
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La decadencia de la Iglesia y el pontificado de Francisco
Se han celebrado los doce años del pontificado de Francisco. Los partes vaticanos suelen ser siempre autoelogios. Resulta muy difícil abarcar en un juicio la realidad eclesial, que es vastísima y con diferencias entre países, pero desde un punto determinado es posible contemplar los alrededores; puedo hacerlo, entonces, desde este rincón del lejano sur que es la Argentina, una nación que es (¿o era?) mayoritariamente católica. Dice el refrán que “como muestra basta un botón”.
La decadencia de la Iglesia es evidente. Los obispos viven en su propia nube. Los seminarios, poblados por jóvenes cuyo número puede contarse con los dedos de una mano. Hay incluso alguno, centenario, en que en este 2025, ¡no entró ni un solo seminarista! Las vocaciones no aparecen. El mandato de Cristo (“hagan que todos los pueblos – pánta ta éthne – sean discípulos míos”) está siempre por cumplirse. ¿Dónde se encuentran los apóstoles? El pueblo está desconcertado; muchos fieles sienten la añoranza de tiempos mejores.
Pienso que siguen en vigencia dos lamentos del Papa Pablo VI: “Nosotros esperábamos –después del Concilio Vaticano II- una floreciente primavera y sobrevino un crudo invierno”; “por alguna rendija el humo de Satanás se ha filtrado en el templo de Dios”. La presencia eclesial en la sociedad está estrechamente limitada; los periodistas lo advierten, porque reconocen, con una mirada histórica que, en nuestro país, la Iglesia Católica siempre fue algo oficial. Se nos considera un país católico. Pero los bautismos no existen; se ha desplomado la natalidad en Argentina: en 2023, con 460.902 nacimientos, ¡se ha registrado la cifra más baja de los últimos 50 años! Y el matrimonio ya no existe, ahora hay “parejas”. La presencia pública de la Iglesia es inexistente; solo se filtra en el orden periodístico si formula juicios políticos, especialmente contra el gobierno.
La Iglesia debe ocuparse en su tarea específica: hacer de los hombres cristianos, impregnar su conducta con los mandatos de la Escritura y la Tradición, y encaminarlos al Cielo. Las crisis sucesivas del clero dejan un menoscabo, sobre todo porque acrecientan el alejamiento de la sociedad del ideal cristiano. No hay una cultura cristiana; las universidades católicas incluyen una parcial información teológica, pero no cumplen con la función principal, que consiste en hacer presente a la Iglesia en la sociedad argentina, es decir, crear una cultura cristiana. No conozco pensadores católicos que se destaquen, como lo fue, por ejemplo, Carlos Sacheri; asesinado, en 1974, a la salida de Misa, en San Isidro, delante de su esposa y sus siete hijos, por terroristas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Acaba de publicarse el Anuario Estadístico de la Iglesia, con cifras correspondientes al bienio 2022-2023. Allí se revela que el número de obispos ha aumentado: de 5353, en 2022, a 5430, en 2023. Y, paralelamente, descendió el número de sacerdotes: a fines de 2023 había 406.996, en todo el mundo; con una disminución de 734, con respecto a 2022. Y, en el caso de los seminaristas, la situación es más que preocupante: se registra una caída sostenida desde 2012; y ha pasado de 108.481, en 2022, a 106.495, en 2023. O sea: disminuyen los sacerdotes y seminaristas, ¡y crece el número de los obispos! En Argentina tenemos, también, inflación de éstos: en los últimos doce años se multiplicaron los obispos auxiliares. Y hay diócesis en las que el número de obispos supera o iguala el de seminaristas.
Como católico, creo en la Iglesia y la amo; deseo verla florecer. Rezo por ella y por el Sumo Pontífice; por la salud de su cuerpo y, sobre todo, de su alma. Sesenta años después de la clausura del Vaticano II, es hora de asumir la realidad. La “Iglesia en salida”, en busca de quienes no conocen a Cristo, o se alejaron de Él, no debe ser una “Iglesia en huida” de su propia esencia y misión.
Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata.
Buenos Aires, martes 25 de marzo de 2025.
Solemnidad de la Anunciación del Señor.
Día del Niño por Nacer.
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Categoria: Generale
Finché si continua a chiamare Papa o addirittura Santo Padre Bergoglio tutte le critiche perdono di significato.
Ma quando monsignor Marcel Lefebvre annunciò quello che sarebbe successo, più di cinquant’anni fa, tutti si comportarono in modo distratto o lo criticarono, anche mons. Aguer.
Lo que pasa es que los sacerdotes no se comportan como predican, hsy un poco fe fariseismo. Yo doy de Mendoza Argentina, soy catequista, y como es de público conocimiento ( y Ud. como periodista debe saber) lo que pasó en una escuela de discapacitados y el juicio penal a los sacerdotes y personal de la escuela. Estos sacerdotes pedófilos venian fe Italia y habian recorridos varios psises y las grandes sutoridades en vez de denunciarlos los protegian traslsdandolos( ahun no estabs el Papa Francisco) pero si Rastringer. Drspués dr ver eso y otras cosas como quieren que la gente siga creyendo en lossacerdotes y autoridades eclesiasticas y por ende en el ?Catolicismo.?
Cuando leo la Biblia traducida por Monseñor Straubinger, me acuerdo siempre de aquella amada Nación, hija de nuestra católica España. Estos día leía un precioso comentario, realmente profético, de aquel sabio y santo sacerdote alemán que arraigó tan profundamente en las tierras del río Luján. Decía el insigne biblista al comentar los libros proféticos de la Biblia -Isaías y Ezequiel-: la humanidad, después de la terrible guerra europea sigue sin escarmentar. Sigue confiando en la bondad natural del hombre, sin hacer un acto de humildad ante Dios, el único Dador de todo bien. Esto lo escribía en 1951. Es imposible no recordar cuánto se contraponen éstas palabras al ingenuo optimismo del Papa Juan XXIII que nos ha llevado (es ceguedad negarlo) al actual desastre. E incluso el atormentado Papa Pablo VI que se quejaba amargamente de la infiltración satánica en la Iglesia -una espantosa realidad que hoy vemos totalmente realizada- contribuyó no poco, ciertamente sin quererlo igual que el Papa Roncalli, a lo que hoy vemos y a lo que, humanamente impotentes, asistimos. Y ahora, querido Monseñor, qué?