La supervivencia de la Iglesia y el feminismo enlocoquecido. Bernardino Montejano.
20 Gennaio 2025
Lascia il tuo commentoMarco Tosatti
Estimados StilumCuriali, el Prof. Bernardino Montejano, a quien agradecemos de corazón, ofrece a vuestra atención estas reflexiones sobre la Iglesia hoy, y un cierto feminismo. Feliz lectura y circulación.
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SUPERVIVENCIA DE LA IGLESIA Y FEMINISMO ENLOQUECIDO
El 17 de enero, “La Nación” diario publica un editorial titulado “Una mujer al frente de un ministerio vaticano” en el cual se informa que “el departamento a cargo de las órdenes religiosas de la Iglesia Católica en el Vaticano, quedó en manos de una mujer, Simona Bambilla, de 59 años, que ocupaba allí, desde octubre de 2022, el cargo número dos. Ahora pasó a ser la primera prefecta”.
Agrega que “hasta 2019, todos los miembros de ese organismo de la Santa Sede, habían sido hombres, lo cual generaba críticas internas ante la ausencia de mujeres en la toma de decisiones”.
El papa Francisco nombró un par de mujeres para altas funciones: en el 2016 a la laica Bárbara Jatta, como directora de los Museos Vaticanos, y en el 2022, la religiosa Raffaela Petrini, fue designada secretaria general de la gobernación.
Para acompañar a la nueva prefecta, el papa designó al cardenal español Ángel Fernández Artime como pro prefecto para celebrar Misa y realizar funciones de orden sacro, que solo las pueden realizar varones.
Pero ahora, viene los increíble: el editorial cita a la teóloga Anne Marie Pelletier, autora del libro “Una Iglesia de Mujeres y Varones”, quien dice, con razón, que, “si no se logra construir una nueva relación entre hombres y mujeres en la Iglesia, se arriesga la supervivencia misma de la institución eclesiástica”, o sea que la Iglesia podría desaparecer.
Esto contradice las palabras de Cristo en la institución del primado de Pedro: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo, 16, ¿19)? El “Hades” no significa aquí, un vago más allá de este mundo, sino el infierno.
La barca de Pedro no se hundirá jamás porque tiene asistencia divina hasta la consumación de los siglos, pero podemos ahogarnos los navegantes, sobre todo, en tiempos oscuros en los cuales navega invadida por el humo de Satanás, con un timonel que, en lugar de mirar el mar, el sol y las estrellas, se entretiene mirando a los pasajeros.
La apertura al mundo ha llevado al Vaticano a confundirse con el mundo, a tomar los temas mundanales y su lenguaje.
Esto abarca la adopción del feminismo ideológico. Siempre recuerdo mi participación en un Congreso Internacional celebrado en Santiago de Compostela en el año 2005 cuyo tema era “La educación universitaria en la construcción de un mundo solidario y en paz” dentro de la Conferencia Mundial para la paz, la solidaridad y el desarrollo, al cual creemos haber sido invitados por error.
La mesa redonda estaba presidida por la Dra. Manuela López Besteiro, de la universidad local, e integrada por la Dra. Vrana María Parizzi, ex rectora de la Universidad de Rio Grande do Sul, Brasil y el Dr. Manuel Escudero, secretario general del Pacto Mundial para la Paz y diputado del Partido Socialista Obrero Español.
En su larga exposición el diputado aludió a la deuda hacia la mujer, solidario con el feminismo, a lo cual le contesté: por favor, déjese de vaguedades, vamos a los hechos concretos, por ejemplo, en esta mesa redonda somos cuatro, dos mujeres y dos varones y la manija la tiene una mujer, entre las risas de los asistentes.
El feminismo ideológico tiene episodios grotescos: aquí en la Argentina, el ex presidente Alberto Fernández inventó el “Ministerio de la Mujer”, felizmente suprimido; lo que no le impidió abofetear y llenar de dedos el rostro de su pareja conviviente, todo hoy en manos judiciales.
La mujer, siempre ha sido honrada en la Iglesia Católica, y la primera santa, a quien se debe el culto de hiperdulía, es santa María, madre de Dios.
Apenas enterada por el arcángel san Gabriel del embarazo milagroso de su prima Isabel, la virgen María se incorpora a una que asciende a Jerusalén para la Pascua. Ella llega a Ain-Karim, la ciudad de Judá, donde viven Zacarías y su mujer. Además del parentesco, existe entre ellas una gran amistad, que un día destacó con agudeza la escribana Marta Ignatiuk, en una reunión del Instituto de Filosofía del Colegio de Escribanos.
Teniendo que omitir a las grandes mujeres del Antiguo Testamento, por los límites de esta nota, en el Evangelio, aparecen las figuras de las hermanas de Lázaro, Marta y María de Betania, María Magdalena, Juana y María, la de Santiago que fueron al sepulcro de Jesús (Lucas 24,14).
En los tiempos antiguos debemos destacar a santa Mónica, madre de san Agustín, que tantas lágrimas derramó por la conversión de su hijo y a santa Elena, la madre del emperador Constantino, quien fue a Tierra Santa donde buscó y encontró la Cruz del Redentor.
En el medioevo a santa Clara de Asís, a la reina Matilde de Germania y a santa Hildegarda von Bingen, teóloga, médica, música.
En los tiempos nuevos a la reformadora del Carmelo, santa Teresa de Jesús, en el Nuevo Mundo a sor Juana Inés de la Cruz, a Isabel la Católica, a quien tanto debemos los hispanos americanos y a santa Isabel de Portugal, brava aragonesa, quien llegó a criar a sus hijos con los bastardos, fruto de los adulterios del rey y que, en su ancianidad, montó un burro y acabó con la guerra civil, pues sin poder alguno, pero con una inmensa autoridad, en el campo de batalla, evitó el choque entre los ejércitos de su marido y de su hijo.
En nuestra época, tan pródiga en egoísmos existieron y existen muchas mujeres admirables, pero por su actualidad elegiremos a una: Gianna Beretta Molla, italiana, médica pediatra, madre de familia con tres hijos.
Ella encarnó con su sacrificio, lo predicado por Saint-Exupéry en Ciudadela”: “Salvaré al niño, si es preciso contra la madre, porque primeramente él fue de ella. Pero ella es ahora de él… Salvaré el sentido del amor para que puedas pertenecerle, contra el amor que sería tuyo como… un derecho, porque entonces no ganarías el amor. (CXCVIII), y “existe un instinto hacia la vida. Pero es un aspecto de un instinto más fuerte. El instinto esencial es el de la permanencia… Y aquél construido en el amor del niño busca su permanencia en el salvamento del niño. Y aquel construido en el amor de Dios, busca su permanencia en el ascenso hacia Dios”(CXCI).
Cuando se enteró de la opción trágica: su vida o la del hijo, la futura santa ordenó al médico y a su marido: salven al niño. Buscó su permanencia en la vida de su hija, quien, como un regalo divino, asistió a su canonización. Mientras la madre, construida en el amor de Dios, encontró su permanencia en el ascenso hacia Dios.
Buenos Aires, enero 19 de 2025.
Bernardino Montejano
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Tag: feminismo, iglesia, montejano
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