Blase Joseph Cupich, la Prohibición de la Eucaristía de Rodillas. Cardenal malo. Bernardino Montejano.

26 Dicembre 2024 Pubblicato da Lascia il tuo commento

Marco Tosatti

Estimado StilumCuriali, el Prof. Bernardino Montejano, a quien agradecemos de corazón, ofrece a su atención estas reflexiones sobre un cardenal estadounidense, que desgraciadamente goza de la plena confianza del pontífice reinante, Blase Joseph Cupich. Disfruten de su lectura y compártanlas.

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CUPICH y LOS OBSTÁCULOS

En la Iglesia que preside Francisco, todo puede suceder. Un hombre salido de su riñón, Blase Joseph Cupich, nacido en 1949, designado arzobispo de Chicago el 20 de septiembre de 2014, y cardenal el 19 de noviembre de 2015, acaba de dirigirse a sus feligreses para pedirles que no se arrodillen para recibir la comunión, porque las personas “que lo hacen, realizan un gesto que llama la atención sobre sí mismas, e interrumpen el flujo de la procesión”.(INFOVATICANA, 21/12/2024, título “¿Arrodillarse para recibir la comunión es una disrupción?”. Disrupción, viene del latín disruptio, que significa fractura, es una interrupción o ruptura con la manera de hacer algo.

El cardenal se queja contra quienes obstaculizan el flujo del tránsito y hubiera sido un buen funcionario de la secretaría de transporte de la CABA (Ciudad Apóstata de Buenos Aires) embistiendo y eliminando bicisendas, paradas de colectivo y otros obstáculos dejados como herencia por ese individuo llamado Rodríguez Larrata, pero la cuestión es que no aparece como funcionario municipal, sino como cardenal de la Iglesia Católica y según escribió el genio del Dante, “la confusión de las personas principio fue del mal de las ciudades” y de los colegios cardenalicios, agregamos.

Pero para encarar la cuestión con la seriedad que lo merece y enseñar al que no sabe, aunque porte la púrpura, comencemos por recordar a la primera de las virtudes morales, la de religión, anexa a la justicia.

Este todo moral virtuoso que mueve al hombre a rendirle a Dios el culto de latría (adoración), por ser Creador desde la nada, de todo lo existente, por ser Principio primero y absoluto, de ser y de gobierno.

Esta virtud tiene actos internos: la devoción y la oración y actos externos: la adoración, la ofrenda, el sacrificio, el voto y el juramento.

Para aclarar conceptos, la devoción, no se refiere a las devociones, que en la medida en que no son supersticiosas, pertenecen al ámbito de la oración, por ejemplo, cuando pedimos a Pío de Pietralcina que interceda ante Dios, para pedir un bien, que, si es espiritual, será siempre concedido porque se une a su voluntad salvífica, sino que significa, en sentido estricto, poner al servicio de Dios nuestros talentos, que todos alguno hemos recibido. Así, el arte, la ciencia, la filosofía, el derecho, la medicina, pueden ser materias de devoción.

Para la oración, repetimos la definición de san Buenaventura: “la elevación de la mente a Dios”.

Pero el tema de hoy, es el primer acto externo de la virtud, la adoración, mediante el cual, rendimos culto a Dios con el cuerpo y aquí recurrimos al magisterio de Tomás de Aquino, que se ocupa de él en la “Suma Teológica” y nos dice que “los signos exteriores de humillación del cuerpo excitan a someterse con el corazón a Dios, pues nos es connatural el llegar a lo inteligible a través de lo sensible”.

Y en palabras que parecieran dirigirse al cardenal Cupich, enseña: “Así, al arrodillarnos damos a entender nuestra incapacidad delante de Dios y al postrarnos confesamos la nada que somos” (2-2, q. 84, a. 2).

Esta es la verdad proclamada por la Iglesia de siempre, pero hoy prisioneros de este antropocentrismo soberbio, muchos se niegan a arrodillarse ante Dios, pero acaban haciéndolo ante cualquier ídolo de los que hoy pululan: el dinero, el poder, la ciencia, la técnica, el sexo, el placer, la democracia, el globalismo, el relativismo, el consumismo, la ecología, o incluso ante ellos mismos.

Ese antropocentrismo invade nuestras iglesias, de muchas de las cuales han desaparecido lo sagrado y los espacios de silencio, sobre todo después de la comunión, cuando muchos no se arrodillan, sino que se sientan o permanecen de pie. ¿Tendrán conciencia que han recibido a Dios, que es bueno y misericordioso, pero también absolutamente justo? ¿Qué han recibido a Cristo entero, en su cuerpo, su alma y su divinidad? ¿Olvidan que la buena disposición del cuerpo facilita el vuelo espiritual del alma?

Comprendo que existen personas que por enfermedad no pueden arrodillarse, pero existen muchas rebosantes en salud y kilos, incluso portadoras de hábitos religiosos que no lo hacen, ¿piensan que a Cristo se lo puede tratar como un igual y olvidan que si él es nuestro amigo, siempre es nuestro Señor?

También nuestras iglesias son invadidas por prácticas supersticiosas, por tocamiento de las imágenes y como si fuera poco, por los políticos y sacerdotes cómplices, que olvidan su carácter de lugar sagrado.

El Padre Casey Jones en “Crisis Magazine”, escribe “que es importante recordar a los fieles su derecho canónico a recibir la comunión de rodillas… se nos ha dicho que estamos en un momento de crisis en lo que respecta a la comprensión por parte de los fieles de la presencia real de Cristo en la Eucaristía y que los sacerdotes deben hacer todo lo posible para fomentar una apreciación más profunda de este gran don de Cristo que se ofrece como sacerdote y víctima en el sacrificio eucarístico”.

En desacuerdo con el cardenal Cupich, el padre Casey Jones recuerda los textos vigentes:  en la Instrucción Redemptionis Sacramentum se dispone: “Los fieles deben recibir la comunión de rodillas o de pie, según lo determine la Conferencia Episcopal. Sin embargo, si reciben la comunión de pie, se recomienda que antes de recibir el sacramento, muestren la debida reverencia”, que es lo que hace en la Capilla del Santo Cristo, la señora Tanco de Noussan, a quien debemos imitar.

Concluye su artículo con palabras claras: “Con los abusos continuos, crisis de fe, necesidad de renovación de la catequesis, falta de sacerdotes, familias divididas, confusión sexual, matanza de inocentes en el útero, número decreciente de quienes asisten a la Santa Misa… no da Cupich la impresión de un pastor de almas, que esté en contacto con las necesidades de la gente.

No debemos olvidar que Cuoich rezó en la Convención Demócrata que eligió a Kamala Harris, quien negó la humanidad del feto y no tuvo ningún obstáculo con el abortorio móvil que se encontraba en la puerta. Como nuestro Dios es un Dios de vivos, queda la pregunta: ¿a qué dios le rezó? ¿Quién es su dios?

Buena Noche y feliz y santa Navidad para mis pacientes lectores.

Buenos Aires, diciembre 24 de 2024.

Bernardino Montejano

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