La doble herejía: de la «nueva» Misa a la «nueva» Iglesia de Francisco. Pero fracasarán. Joachim Heimerl   

30 Ottobre 2024 Pubblicato da 1 Commento

 

 

Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, el padre Joachim Heimerl, a quien agradecemos de todo corazón, les ofrece estas reflexiones sobre la Misa y el Sínodo. Disfrutad de su lectura y meditación.

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La doble herejía: de la „nueva“ Misa a la „nueva“ Iglesia del papa Francisco

por el padre Joachim Heimerl von Heimthal

 

La Iglesia se encuentra en un estado de gran confusión. Atrás queda un «Sínodo de los Obispos», que ni siquiera fue Sínodo de los Obispos, y al mismo tiempo el Papa le ha dado el peso de un «Concilio Vaticano III».

Pero de hecho este pseudo sínodo sólo sirvió para un objetivo: se realizó como coartada papal para que Francisco pueda remodelar la Iglesia según sus propias ideas y de este modo invocar el «sínodo» o, al menos, su «espíritu». El hecho de que éste sea el espíritu de la herejía es lo que menos le molesta. Al contrario: Francisco incluso animó a los participantes en el sínodo a cometer herejía. Los límites definitivos de la doctrina de la Iglesia no cuentan. En otras palabras, nos enfrentamos a una fortísima convulsión, y Francisco está lo suficientemente loco y megalómano como para imponer su propio sello a la Iglesia de Cristo.

Es verdad: hemos llegado al punto más bajo de la historia de la Iglesia, y en este punto todos deberíamos ser honestos: Francisco es el primer caso de un papa hereje que niega una verdad de fe tras otra, incluso la única salvación a través de Jesucristo. Por lo tanto, este Papa no solo está fuera de la Iglesia, sino también fuera del cristianismo, y es precisamente aquí donde su transformación “sinodal” debe llevar a la Iglesia: ¡lejos de JESUCRISTO!

Naturalmente, esto es una locura y, como toda locura el engaño papal también tiene método. Esto se puede ver también no sólo en las decisiones de personal del Papa: mientras los puestos superiores se dan exclusivamente a los herejes; cualquiera que quiera hacer una «carrera» no debe bajo ninguna circunstancia representar posiciones católicas. Con Francisco, el católico ha tenido su día y no debe sobrevivir a su pontificado. Con el torpe eslogan de la «iglesia sinodal», esto no es más que banalizado y codificado. La verdad resulta ser muy diferente: ¡Francisco quiere una nueva Iglesia, y esta «Iglesia» ya no será católica!

Sin embargo, no hay que sobreestimar a Francisco. Le falta la estatura de un gran hombre y de todos modos la de un Papa importante. Por el contrario, es simplemente el síntoma de una decadencia rasante, un acelerador de un fuego destructivo que ha estado ardiendo en la Iglesia durante mucho tiempo.

¿Pero dónde comenzó este incendio, que hoy está reduciendo todo a escombros?

La respuesta es simple: en lo más profundo de la Iglesia, allí donde se consuma la adoración suprema a Dios y la recreación del sacrificio de la cruz.

Por supuesto, hoy no se oye nada de eso, por cierto, y menos del papa Francisco. – No hay que extrañarse: con la introducción de la «nueva Misa» por Pablo VI (1969), estos pilares de apoyo de la Iglesia se derrumbaron: el culto a Dios ha dado paso a la interacción entre el sacerdote y la congregación y el carácter sacrificial a una comida protestante. Esto es tan obvio que se puede tocar con las manos: Pablo VI encendió el fuego que ahora se ha convertido en un infierno en llamas, y sin él un Papa hereje como Francisco habría seguido siendo solo una imagen insustancial.

Naturalmente, esto no significa que la Misa de Pablo VI sea herética. Sin embargo, favorece numerosas herejías, como señaló el cardenal Ottaviani, entonces Prefecto de la fe, y como todos vemos hoy. Con la nueva Misa, estas herejías se están extendiendo como cánceres por toda la Iglesia, y la «Iglesia sinodal» que propaga Francisco es en todo caso una úlcera, quizás incluso mortal.

Esta úlcera no es más que la consecuencia del hecho de que también la Iglesia se ha dado a sí misma una nueva orientación con una nueva liturgia. Y que esta orientación se aleja de Dios y se dirige hacia el hombre se puede ver ya desde entonces en sus «altares» invertidos. – No, la Iglesia sinodal no es la invención individual de un Papa: es el fruto podrido del alejamiento de Dios y del oscurecimiento del sacrificio de la cruz con la introducción de la «nueva» Misa. Desde entonces, la Iglesia se ha movido en caída libre; vivimos su suicidio como en cámara lenta de más de 50 años.

El hecho de que la Misa de Pablo VI haya seguido siendo válida a pesar de sus debilidades no cambia esto. El problema de esta Misa no es la cuestión de su validez, sino el hecho de que el Papa cometió un doble acto de herejía con su introducción: contradijo con ella la Tradición de la Iglesia hasta los tiempos de los Apóstoles y el establecimiento definitivo -es decir, dogmático- del Ordo Missae por Pío V en 1570.

En otras palabras, lo que sucedió en 1969 fue la gran ruptura de la Iglesia consigo misma, y nada bueno pudo salir de ello. – El hecho de que hoy, por ejemplo, nadie se sienta vinculado por decisiones magisteriales o dogmáticas es ciertamente una consecuencia directa de esto.

En resumen, Pablo VI no solo introdujo una nueva Misa, sino que también abolió la autoridad del magisterio papal y convirtió a la Iglesia en el rompecabezas frente al que hoy estamos.

Sin embargo, la doble herejía de Pablo VI fue ampliamente aceptada, y el desastre de Francisco no es más que el comprobante de la misma.

Visto de este modo, Francisco se apoya solo en los hombros de Pablo y sigue siendo el cómplice enano de una obra de destrucción que comenzó mucho antes que él. Y sólo cuando complete esta obra de destrucción podrá dar la apariencia de «grandeza papal» a la falta de sentido de su pontificado. Por lo tanto, su guerra contra la Iglesia continuará.

Sin embargo, de nada sirve quejarse de todo esto si no sacamos finalmente conclusiones de ello.

De hecho, una renovación de la Iglesia sólo puede producirse si se reencuentra consigo misma, es decir, si se reconcilia con su Tradición.

Bajo el pontificado de Francisco, esto es imposible mientras insista con una Iglesia «sinodal», desprecie la tradición y persiga obstinadamente a la Misa «antigua». – Habría que estar loco para seguir considerándolo «católico».

Y, sin embargo, la renovación de la Iglesia germina precisamente en la resistencia contra Francisco, porque allí donde la gente descubre la Misa «antigua», la Iglesia de Cristo renace radiante. Cristo está siempre obrando en su Iglesia, y lo está en nuestro tiempo a pesar de este Papa.

Estemos seguros: la doble herejía fracasará a largo plazo, y ni Francisco ni su pseudo sínodo tendrán la última palabra. Como siempre, aquí se aplica lo mismo: ¡Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat!

 

Publicado originalmente en alemán el 26 de octubre de 2024 por Marco Tosatti, en https://www.marcotosatti.com/2024/10/26/die-doppelte-haresie-von-der-neuen-messe-zur-neuen-kirche-von-franziskus-aber-sie-werden-scheitern-joachim-heimerl/

Traducción español por: José Arturo Quarracino

 

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1 commento

  • Amparo ha detto:

    Con tal de excusar al pseudopapa “Francisco” están dispuestos a decir todas las necedades que sean necesarias. No, Don Joaquín. La Misa de Pablo VI no sólo es válida, sino santa. La he usado desde 1975 (tengo el Misal en latín publicado aquel año -editio typica altera). Y como prueba le voy a citar la Oratio super oblata de la Fiesta de la Santa Cruz el 14 de septiembre: SEÑOR, QUE NOS LIMPIE DE TODA MANCHA ESTE SACRIFICIO, EL MISMO QUE OFRECIDO EN EL ALTAR DE LA CRUZ, QUITÓ EL PECADO DEL MUNDO, QUAE IN ARA CRUCIS TOTIUS MUNDI TULIT OFFENSAM. Basta esta Santísima Plegaria antes de la Consagración, pero se podrían citar todas y cada una de las Oraciones y Prefacios del Misal. Como enseña el Papa Pío XII en la Encíclica Mediator Del, en la Sagrada Liturgia hay elementos que son humanos y que la Iglesia tiene potestad de cambiar. No otra cosa hizo el mismo Papa Pacelli al promulgar el ORDO HEBDOMADAE SANCTAE INSTAURATUS en 1956, precedente del NUEVO MISAL. Ciertamente el elemento divino -la sustancia de los Sacramentos- la Iglesia no tiene potestad de cambiarlo y no lo ha hecho. El Papa Juan Pablo II explica todo esto en su admirable Carta Apostólica DOMINICAE CENAE del año 1980 y la Congregación para el Culto Divino en las respectivas Instrucciones INAESTIMABILE DONUM del mismo año y REDEMPTIONIS SACRAMENTUM del año 2004. La Sede Apostólica, por tanto, no ha dejado de vigilar la Disciplina Litúrgica. La usurpación de la Sede de San Pedro por parte de Bergoglio es tan evidente y diabólica que no se comprende la complicidad de los señores Obispos y del Clero en general, que con tal de salvar al pseudopapa están dispuestos a decir las mayores barbaridades.

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