Los riesgos del progresivismo. Ettore Gotti Tedeschi
10 Maggio 2023
Marco Tosatti
Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos a vuestra atención este comentario que el profesor Ettore Gotti Tedeschi ha publicado en La verità, a quien agradecemos por la cortesía. Feliz lectura y difusión.
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Los riesgos del progresivismo. Por Ettore Gotti Tedeschi
Ha estallado una guerra universal contra el “no progresismo sostenible”, se desconfía de quien no es un progresista sostenible y se le “castiga” como enemigo de la humanidad. Incluso son castigadas naciones calificadas como no progresistas, (Polonia, Hungría, por ejemplo). Un político calificado como no progresista sostenible es marginado, un economista no progresista sostenible es ignorado, un católico no progresista sostenible es considerado un ignorante intolerante, lame traseros, fanático… etc. Todo esto debería hacernos pensar qué podemos esperar, no tanto del verdadero progreso (orientado al mejoramiento de las condiciones de vida del ser humano), sino del progresismo, como ideología de progreso cientificista y “sostenible” por supuesto, que se ve obligado a resolver problemas causados por la incapacidad del hombre para resolver los problemas que él mismo ha generado.
Cuando un político se autodenomina progresista sostenible, ¿sabe de lo que habla o sólo se ha convencido de la bondad de la definición? ¿Considerando que un progresista es aquél que está a favor del progreso como alternativa a la regresión, típica del populista, o como alternativa al conservador egoísta e ignorante? ¿Y considerando que el bienestar es sostenible si lo es también para las generaciones futuras, sin importarle que éstas sean realmente generadas y generables… si no realmente desalentadas? He aquí el signo de contradicción del progresismo sostenible. ¿Sostenible qué para quién? Y por eso, como son principalmente los católicos los que señalan esta contradicción, son ellos los que sufren los castigos previstos.
Me gustaría recordar una expresión raras veces utilizada: “progresismo” (del inglés), que definiría (arbitrariamente) como la actitud absolutamente partidaria del progresismo, positivista y evolucionista, que es la certeza de que la sociedad sólo crece y mejora con reformas continuamente innovadoras y ahora también “sostenibles”, obviamente…. El progresismo al que quiero referirme en esta reflexión es aquél que pretende imponer un sistema socio-económico-político-moral perfecto, o al menos el mejor posible, mediante la aplicación de una serie de políticas reformistas e innovadoras basadas en el progreso científico-técnico (sostenible), que sin duda favorecerían la condición humana (en forma sostenible). En este sentido, el progresismo se convierte progresivamente en una ideología modernista, inmanente y sostenible, pero que debe negar lo trascendente, porque es insostenible por definición.
Para entenderlo basta con releer y compartir el Génesis… Pero el progresismo también pretende que el conocimiento coincide con la sabiduría, cuando no es así en absoluto. Las expresiones progreso, progresismo y progresividad son sugerentes, pero no explican por sí mismas de qué estamos hablando. ¿Qué ocultan? Los progresistas, más allá de la definición, ¿quiénes son y qué quieren? Parecen más bien transversales, no se identifican con la transparencia y la visibilidad. No explican claramente lo que quieren conseguir, lo que es realmente sostenible, cómo y por qué, sólo insinúan lo que es necesario, de hecho, borrar, porque es insostenible: la “superstición” religiosa, el sentido de lo sagrado, los valores cristianos. A muchos les parecerá inverosímil, pero es así, y por eso la civilización cristiana se ha degradado tanto en estos últimos años de “progresismo ideológico y sostenible”. Porque los valores cristianos (de los que no saben nada o.… saben todo) presupondrían “deberes” insostenibles, considerados en conflicto con el necesario “progreso” sostenible. Por lo tanto, los progresistas no son evidentes, pero sí lo son los instrumentos que utilizan para influir en la opinión y el pensamiento políticamente correcto con la expresión mágica: “sostenibilidad”.
Los enemigos combatidos por el progresismo son, pues, el libre albedrío (subjetivo e irracional), la visión antropológica cristiana y lo trascendente.
El progresismo confunde hábilmente el concepto de libertad, imponiendo la libertad del dogma y de lo trascendente y proponiendo una libertad “progresista”, libre de deberes para con Dios y de autoridades que no son inmanentes. En definitiva, proponiendo e imponiendo deberes contradictorios de “sostenibilidad”.
Basta pensar en el “plan climático europeo” progresista que, según el think-tank francés IREF (Instituto de Investigación Económica Fiscal), convertirá a la Unión Europea en un “desierto industrial”. Pero lo que también debería preocupar es la afirmación de una moral progresista, basada en un hipotético magisterio progresista, porque si triunfa, convierte al progresismo en absolutista. Si para mantener “sostenible” a Dios se le hace progresista, quien se opone al pensamiento progresista está pecando, cometiendo el verdadero pecado, del que no se absuelve en el confesionario. La religión que se opone al progresismo proponiendo la Revelación, la búsqueda de la Salvación, la dignidad sagrada de la criatura humana, las Verdades eternas, etc., debería entonces ser reducida a una “secta” peligrosa e “insostenible” y puesta bajo control.
Curiosamente, enemigos del progresismo y de la progresividad fueron Freud y Marcuse e incluso Leopardi, que se mostraron escépticos ante el valor propuesto y preocupados por el hecho de que el hombre debe ajustarse al progresismo para no ser marginado socialmente.
Pero esto no se habla.
Publicado originalmente en italiano el 8 de mayo de 2023, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por José Arturo Quarracino
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Tag: gotti, progresivismo
Categoria: Generale