Monseñor Viganò, homilía de Pascua. El mundo moderno y la mentira

10 Aprile 2023 Pubblicato da Lascia il tuo commento

Marco Tosatti

Estimados StilumCuriali, recibimos y publicamos con gusto la homilía del Arzobispo Carlo Maria Viganò del Domingo de Pascua. Feliz lectura y difusión.

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IN AZYMIS SINCERITATIS

[Con panes ázimos de pureza y verdad]

Homilía en el Domingo de Resurrección

Fratres: Expurgate vetus fermentum

ut sitis nova conspersio, sicut estis azymi.

Etenim Pascha nostrum immolatus est Christus.

Itaque epulemur: non in fermento veteri,

neque in fermento malitiæ, et nequitiæ:

sed in azymis sinceritatis et Veritatis

[Purificaos de la levadura vieja,

para ser masa nueva; pues sois ázimos.

Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado.

Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura,

ni con levadura de malicia e inmoralidad,

sino con ázimos de pureza y verdad]

 (1Cor 5, 7-8)

El mundo moderno es rehén de la mentira. Todo lo que teoriza la élite, afirman las instituciones y propagan los medios de comunicación son mentiras, falsedades y engaños.

Mentira es la emergencia psicopandémica de un virus creado en laboratorio con fines de vacunación masiva tan ineficaz como nociva para la salud. Mentira es la teoría de género, que niega la distinción de los sexos deseada por el Creador y pretende borrar en el hombre la imagen y semejanza con Dios. Mentira es el cambio climático, que se basa en la falsa suposición de una crisis climática provocada por el hombre y en la quimera aún más falsa de que la reducción de CO2 en algunas naciones puede cambiar mínimamente la temperatura de la Tierra. Mentira es la crisis en Ucrania, provocada para destruir el tejido social y económico de los países europeos mediante sanciones irracionales a la Federación Rusa. Mentira es la Agenda 2030, impuesta por una pandilla de subversivos con el propósito de esclavizar a la humanidad. Mentira es la ideología woke, causante del borrado de nuestra identidad, de nuestra Historia y de nuestra Fe para imponer la religión infernal del Nuevo Orden Mundial, la barbarie del Gran Reinicio.

Lo más desconcertante es que este fraude dañino contra los pueblos -perpetrado por quienes han sido constituidos en autoridad para protegerlos y defenderlos- ha contagiado también al cuerpo eclesial, donde otras falsedades no menos graves corrompen la pureza de la Fe, ofenden a la Majestad divina y causan la condenación de tantas almas, que el Señor pagó muy caro redimiéndolas con su preciosísima Sangre. Mentira es el ecumenismo, que rebaja al Dios vivo y verdadero al nivel de los ídolos de las naciones. Mentira es el camino sinodal, que subvierte la constitución divina de la Iglesia querida por Cristo, con el falso pretexto de escuchar al pueblo de Dios. Mentira es la reforma litúrgica, introducida con la excusa de hacer comprensible la Misa a los fieles, con el único fin de quitar honor a Dios y complacer a los herejes. Mentira es el diaconado femenino, que con la coartada de dar un rol a la mujer, amenaza a la Misa y a los sacramentos y manipula el Orden Sagrado instituidos por Nuestro Señor. Mentira es la posibilidad de que divorciados y concubinos comulguen, mentira es la bendición de las uniones homosexuales, mentira es el ingreso de transexuales en el seminario: la moral no sigue las modas, diga lo que diga Bergoglio. Mentira es la aceptación de la sodomía, que con demasiada frecuencia parece legitimar la conducta de muchos prelados y clérigos, en lugar de salvar el alma de los pobres pecadores.

Estas mentiras tienen el descaro de manifestarse como tales, como falsedades flagrantes, carentes de argumentos racionales y creíbles. No son las mentiras con las que torpemente se intenta ocultar algo: son la arrogante afirmación de la mistificación, de la subversión de la lógica, de la negación de la verdad.

¿Pero por qué tantas personas optan voluntariamente por renunciar a su juicio crítico y aceptar mentiras flagrantes como razonables y verdaderas? Porque la adhesión al error es el precio que el mundo pide a sus adoradores, a quienes no quieren ser marginados, criminalizados, perseguidos. ¿Y quién es el príncipe de la mentira, sino Satanás, el mentiroso, que fue homicida desde el principio? Satanás, que tentó a nuestros antepasados con una mentira no menos descarada: Si coméis de este fruto, seréis como dioses. Y fue una falsedad flagrante, creyendo la cual Adán y Eva eligieron abdicar de la razón y desobedecer a Dios para seguir una falsa promesa hecha por una criatura repugnante.

También fue mentira lo que Satanás prometió a nuestro Señor cuando le tentó en el desierto: Todo esto será tuyo… por algo de lo que Cristo no sólo era el dueño, sino también el Creador.

En la Epístola de la Misa de este santísimo día, en el que celebramos la gloriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo de entre los muertos, el Apóstol nos exhorta a eliminar la levadura vieja: expurgate vetus fermentum. Quienes conocen los antiguos procesos de elaboración del pan saben que la masa madre es aquella porción de harina y agua que se la deja fermentar para que se convierta en una masa leudante. Puede conservarse durante décadas, remezclada periódicamente con nueva harina y nueva agua, de modo que el pan de está sustancialmente vinculado con todos los panes anteriores retrocediendo en el tiempo. Pero si el fermentum es vetus, si la levadura es vieja, esto afecta a la nueva masa y al nuevo pan. Purgar la levadura vieja significa comenzar de nuevo, realizar un verdadero gran reinicio del alma de cada persona y del cuerpo social, borrar el fermento de la malicia y de la perversidad, y comenzar de nuevo con el pan ázimo, sin levadura, figura de la Santísima Eucaristía y Sacramento de la nueva y eterna Alianza estipulada por Cristo con su Iglesia, nueva en la Gracia y no sujeta a las mutaciones del tiempo, de las modas y de las circunstancias.

Por eso San Pablo habla del pan ázimo, sin levadura. Pan de austeridad, pan de los que no tienen tiempo de mantener viva la masa madre, de los que se preparan con los lomos ceñidos para consumir el Cordero sin mancha y las hierbas amargas antes de abandonar la tierra de Egipto y atravesar el Mar Rojo. El reinicio, la nueva Creación, la nueva Pascua se hacen realidad en Cristo, la Verdad única, imprescindible y eterna, la Palabra viva y verdadera del Padre eterno. El verdadero reinicio es volver a la Verdad de Cristo, de Aquél que dijo de sí mismo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Una Verdad que es, mientras que el error es un no-ser. Una Verdad que exige sinceridad por nuestra parte –in azymis sinceritatis– como respuesta necesaria frente a la luz de lo Verdadero – et veritatis.

Satanás, el simio de Dios, imita grotescamente la Creación dedicándose a monstruosidades que cualquier persona sensata reconoce como tales. Imita aún más grotescamente la Redención, prometiendo a los hombres que tiende a un bien que le es desconocido y que él mismo no posee, exigiendo a cambio que le reconozcan como dios. Debemos reconocer esa mentira suya como tal, debemos rechazarla y combatir.

Si combatimos por la Verdad -por cualquier verdad, no sólo por la verdad teológica- nos ponemos del lado de Cristo; del lado de Aquél que no mintió cuando anunció a los Apóstoles su propia Muerte y Resurrección.

Si, por el contrario, optamos por no combatir por la Verdad, o incluso permitimos que se proclame el error o lo difundimos nosotros mismos, nos ponemos del lado de Satanás, el príncipe de la mentira, nos ponemos del lado del que promete y no cumple, con el único fin de arrastrarnos en ese abismo de condenación en el que él eligió hundirse cuando, pecando de soberbia, creyó que podía ponerse en el lugar de Dios y decidir lo que es y lo que no es, es decir, lo que es verdadero y lo que es falso, lo que es bueno y lo que es malo, lo que es bello o lo que es feo. Y, en efecto, el mundo infernal en el que nos estamos precipitando está hecho de mentira, de maldad, de fealdad. No podría ser de otro modo.

Satanás es llamado príncipe de este mundo, y no por casualidad: él no es rey; su poder es efímero y permitido por Dios hasta que llegue el momento de poner fin al tiempo de la prueba y llegue el tiempo del Juicio. No es diferente lo que ocurre con sus siervos. Aunque su poder parezca sobrepasarnos, aunque los medios de que disponen parecen ilimitados y abrumadores, su fin se acerca inexorablemente, pues Cristo recupera su Reino universal. Oportet illum regnare, debe suceder, está en el orden querido por Dios y nadie, ni siquiera el Infierno entero, puede alargar un solo instante el aparente triunfo del mal.

Hace sólo dos días contemplábamos los Misterios de la Pasión y Muerte del Señor, después de las maniobras del Sanedrín, los gritos vociferantes de la multitud, las torturas de los verdugos. Acompañamos con José de Arimatea y las piadosas mujeres el cuerpo sin vida de Jesús hacia el Sepulcro. Permanecimos en oración en el silencio sepulcral de nuestras iglesias. Pero ese consummatum est no significa “todo está perdido”, sino “todo ha llegado a su cumplimiento”, es decir, “la obra de la Redención está consumada”.

Χριστὸς ἀνέστη, es el saludo pascual de los griegos: Cristo ha resucitado. A lo cual se resonde: Ἀληθῶς ἀνέστη, verdaderamente ha resucitadoSurrexit Dominus vere. En ese ἀληθῶς, en ese vere, está contenida la realidad de la Resurrección del Salvador, la verdad de ese acontecimiento histórico en el que la Misericordia del Dios hecho hombre ha reparado el pecado de Adán causado por la mentira de Satanás, que también mentía acusando a Cristo con falsos testigos y que también ahora miente intentando frustrar los frutos de la Redención.

Hoy, después de que las notas solemnes del Exsultet han anunciado la gloria de la Resurrección, celebramos el triunfo de Cristo sobre la muerte y el pecado, su victoria sobre Satanás. Celebramos también la victoria de la Iglesia y de la civilización cristiana sobre los enemigos terrenales, porque el destino del Cuerpo místico ha sido decretado en el momento en que su Cabeza divina clavó a la antigua serpiente en la Cruz. Mors et vita duello conflixere mirando: Dux vitæ mortuus, regnat vivus [La muerte y la Vida se enfrentaron en singular batalla. El dueño de la Vida, que había muerto, reina vivo].

Carlo Maria Viganò, Arzobispo

 9 de abril de 2023

Dominica Paschatis, in Resurrectione Domini

[Domingo de Pascua, en la Resurrección del Señor]

Publicado originalmente en italiano el 9 de abril de 2023, en https://www.marcotosatti.com/2023/04/09/mons-vigano-omelia-di-pasqua-il-mondo-moderno-e-la-menzogna/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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