Montagnier, profecía y legado de un verdadero científico. Brigada para la Defensa de lo Obvio
14 Febbraio 2023
Lascia il tuo commentoMarco Tosatti
Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos a vuestra atención este artículo publicado en la página web de La Brigada para la Defensa de lo Obvio, firmado por Paolo Gulisano, a quien agradecemos la gentileza. Feliz lectura y compartir.
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Hace un año, el 8 de febrero de 2022, fallecía Luc Montagnier, uno de los más grandes virólogos del siglo XX. Dirigió el Centre national de la recherche scientifique y la Unidad de Oncología Viral del Instituto Pasteur de París, donde en 1983, junto con Françoise Barré, descubró el virus VIH: este logro científico les valió a ambos el Premio Nobel de Medicina de 2008. Además, produjeron miles de publicaciones científicas.
A pesar de esta extraordinaria carrera, durante los dos últimos años el científico francés fue duramente y a menudo vulgarmente atacado por haber expresado dudas científicas sobre la gestión política de la pandemia. Fue tratado por los principales medios de comunicación como un pobre viejo que proponía teorías conspirativas. En realidad, el profesor estudió detenidamente desde el principio de la crisis de la pandemia Covid-19 diversos aspectos de la misma, entre ellos los posibles efectos secundarios de las vacunas, el predominio de los aspectos económicos y de marketing sobre los sanitarios y la disponibilidad de tratamientos alternativos más eficaces y menos costosos.
A pesar de que los medios de comunicación le habían colocado la etiqueta de “no vax”, una etiqueta cuanto menos ridícula, porque durante décadas se había dedicado a la investigación de una vacuna contra el Sida, y quizás por llevar tanto tiempo realizando este tipo de investigaciones, había empezado a sospechar de la facilidad con la que se producían estos fármacos génicos en 5-6 meses. Sin embargo, durante décadas, ni Montagnier ni ningún otro científico de talento lograron producir una vacuna contra lo que había sido definida como “la peste del siglo XX”. Esto no es extraño, ya que no siempre es posible fabricar una vacuna para una enfermedad determinada: otros ejemplos de fracasos son la hepatitis C o la tuberculosis.
A la luz de las evidencias científicas, Montagnier había cuestionado la forma en que se llegó a estos productos, y también impugnó el carácter obligatorio del tratamiento, basándose en la falta declarada de estudios experimentales que pudieran garantizar su eficacia y seguridad.
También fue uno de los primeros en señalar que no se trataba de verdaderas vacunas, sino de “complicados montajes de biología molecular, que incluso pueden ser peligrosos además de ineficaces”.
Este escepticismo suyo hacia la narrativa oficial sobre las vacunas, consideradas como la única solución al problema de la pandemia, procedía de su condición de auténtico científico. También lo había aplicado a sus propios descubrimientos: siempre estuvo dispuesto a cuestionarlos, cuando habría sido mucho más fácil y gratificante subirse a la ola de la industria farmacéutica y las grandes autoridades gubernamentales que querían atribuirse el mérito de haber resuelto el problema del Sida vendiendo medicamentos específicos para el VIH.
Montagnier siguió estudiando durante años esta enfermedad, que nunca se ha resuelto definitivamente. Y es significativo el hecho que muchos recelos sobre el Covid hayan sido expresados por los mismos científicos que se han dedicado antes al Sida: Montagnier, Robert Gallo y Angus Dalgleish. En su vida y obra, el virólogo francés parece haber seguido un método de investigación que hizo famoso un célebre colega suyo de principios del siglo pasado, también Premio Nobel, Alexis Carrell, quien había afirmado que “mucho razonamiento y poca observación conducen al error; mucha observación y poco razonamiento conducen a la verdad”.
La verdad fue la preocupación de toda su vida, por eso cuestionaba sus descubrimientos diciendo “se trata de un descubrimiento muy importante, pero asegurémonos de diseccionarlo en todos sus aspectos, sin ceder a grandes afirmaciones y simplificaciones”. Precisamente porque siguió ejerciendo su escepticismo, por integridad personal, se convirtió en una vergüenza para quienes lucraban con los beneficios y la fama de sus descubrimientos.
Pocos días antes de su muerte, participó en una reunión pública en Italia e hizo un llamamiento a sus colegas médicos para que cumplieran plenamente con su deber: informarse e investigar, y descubrir que ya existían fármacos activos que podían curar al paciente de Covid si se utilizaban al principio de la infección. Habló de “métodos alternativos para tratar esta infección que son menos arriesgados y también menos costosos para el sistema sanitario, y que nos permitirían deshacernos de este virus”.
El científico francés no sólo se ocupó del virus, sino también y sobre todo las estrategias que se habían adoptado internacionalmente para hacerle frente, estrategias que eran -según Montagnier- totalmente inadecuadas. Intentó explicar que no era la vacuna lo que podía detener la epidemia, sino una combinación de tratamientos. Habló también de la aparición de datos que documentaban efectos secundarios vasculares y neurológicos muy importantes. Pocos días después fallecía el anciano científico, dejando detrás de sí un testimonio que un año después no puede sino parecer profético, y dejando un gran legado intelectual que debe ser recogido y desarrollado.
Publicado originalmente en italiano el 11 de febrero de 2023, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
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Tag: montagne, obvio, profecia
Categoria: Generale