Crisis Magazine. Nuestros santos inocentes de hoy. El holocausto del aborto

30 Dicembre 2022 Pubblicato da 1 Commento

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, ofrecemos a vuestra atención este artículo aparecido en Crisis Magazine.  Ayer se recordó a los Santos Inocentes, las víctimas de Herodes. Feliz lectura y meditación… 

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Nuestros Santos Inocentes hoy

La fiesta de los Santos Inocentes debería recordarnos el holocausto del aborto, no los debates sobre la inmigración. Los ornamentos de la Iglesia son rojos porque los niños sangraron y murieron, no porque la Sagrada Familia huyera.

John M. Grondelski – 28 de diciembre de 2022

Hoy, 28 de diciembre, es la fiesta de los Santos Inocentes. Se conmemora la decisión del rey Herodes de matar a los niños de Belén y alrededores menores de dos años, porque se sintió traicionado por los Reyes Magos, que no le informaron del paradero del “Rey de los judíos recién nacido” (Mt 2, 16-18).

Nuestro calendario litúrgico no es cronológico: recordamos el martirio de los Santos Inocentes antes de celebrar la Epifanía (y, en Estados Unidos, trasladamos esa solemnidad de su ubicación histórica de la duodécima noche a un domingo adyacente).

Pero, desde el principio, la Iglesia empezó a destacar, en los días inmediatamente posteriores al nacimiento de Jesús, los distintos caminos para seguirle. Porque “no hay amor más grande que dar la vida” (Jn 15, 13). El 26 de diciembre, el día siguiente al de Navidad -observado en muchas partes del mundo como el “segundo día” de Navidad- es la fiesta de San Esteban, el primer mártir de la Iglesia. Fue un mártir de la voluntad, del amor y de la sangre.

El 27 de diciembre, la Iglesia honra al único de los 12 Apóstoles que no murió mártir: San Juan Evangelista. Por haber vivido una vida consagrada a Cristo y, según la tradición, de pureza virginal, puede que a Juan no lo mataran, pero eso no significa que no lo intentaran (por ejemplo, dándole un cáliz envenenado) o que no fuera perseguido por otros motivos (Patmos no era ciertamente una isla griega de vacaciones). “El que quiera seguirme, que cargue con su cruz” (Mt 16, 24-26) se aplica a todos los discípulos de Cristo, aunque mueran en la cama. Juan fue un mártir de la voluntad y del amor.

Por último, llegamos al 28 de diciembre, fiesta de los Santos Inocentes. Murieron dando testimonio de Cristo, aunque no lo supieran. Fueron mártires de sangre.

Me enfoco en el 28 de diciembre porque me preocupa que no perdamos de vista su verdadero significado.

He afirmado durante mucho tiempo que este día debería ser designado como día nacional para conmemorar a quienes mueren a causa del aborto. La cosecha de la sentencia Roe fue de más de 60 millones de vidas. En su excelente libro de próxima aparición, The Story of Abortion in America, Marvin Olasky hace un excelente trabajo al mostrar cómo los estadounidenses siempre han sido esquizofrénicos en cuanto a la política sobre el aborto, documentando cómo, a menudo -incluso cuando casi todos los Estados tenían vigente una legislación protectora a favor de la vida- las autoridades miraban reiteradamente hacia otro lado, mientras los abortistas ejercían su sangriento oficio, a menudo incentivados por “contribuciones políticas” o por simples sobornos, para asegurarse de que desviaran la mirada.

Incluso en la senda de la sentencia Dobbs y de la bienvenida muerte de Roe, el aborto continúa en Estados Unidos y en todo el mundo, a menudo fomentado por los propios católicos. En consecuencia, la expiación de Estados Unidos por la sangre en sus manos no ha terminado.

Es cierto que los obispos han designado el día de la semana más próximo al 22 de enero como “Día de Oración por la Protección Jurídica del No Nacido”, y esa tarea debe continuar, aunque Roe haya acabado en el lugar que se merece, es decir, en el basurero de las deformidades constitucionales. Es especialmente relevante el próximo mes, cuando Roe habría cumplido 50 años. Pero (a) el aborto se ha convertido en un fenómeno mundial, no sólo estadounidense, y (b) la conexión de la matanza de inocentes con la vida misma de Cristo -la esencia de los Santos Inocentes- no debe pasarse por alto.

Pero mis preocupaciones respecto al 28 de diciembre son mucho más inmediatas.

En 2020, tanto el biógrafo papal Austen Ivereigh como el padre jesuita James Martin aprovecharon el 28 de diciembre para tuitear sobre la inmigración. He atacado este intento de modificar el significado de este día: los ornamentos de la Iglesia son rojos porque los niños sangraron y murieron, no porque la Sagrada Familia huyera.

Siempre ha habido un cierto sector en la Iglesia, especialmente en Estados Unidos, que palidece al llamar asesinato al asesinato. El aborto siempre ha sido el único problema que ha presentado manchas para mantenerse políticamente en la cabalgadura, obstaculizando los esfuerzos para hacer causa común con la izquierda política. Por tanto, resolver ese problema siempre ha sido importante para ese sector.

A veces ocurre que, al amontonar todo tipo de “problemas vitales”, el resultado práctico es que el asesinato de los no nacidos queda enterrado entre la reforma de la inmigración y otras cosas. Tal vez algunos estén motivados por una “coherencia ética de la vida” puramente religiosa, pero admito que (a) el efecto nivelador de la miseria de la vida es un valor que nunca me ha convencido, y (b) siempre he sospechado que había otros incentivos mezclados con los motivos éticos declarados por sus defensores.

Paralelamente, hay un esfuerzo por minimizar, cuando no negar, que el aborto es el problema “preeminente” de la vida en nuestro tiempo. Así lo afirman al menos un cardenal estadounidense y no pocos miembros de la jerarquía estadounidense. Para los que, por el contrario, se declaran fieles al Concilio Vaticano II, su visión de los “signos de los tiempos” parece muy poco abierta, porque -según el Guttmacher Institute que afirma que se producen 73 millones de abortos al año en todo el mundo, y una parte no pequeña tiene lugar en tierras relativamente ricas que han sido evangelizadas durante mucho tiempo por el Evangelio cristiano- difícilmente se puede negar que la matanza mundial de no nacidos rivaliza hoy, si no supera en alcance, lo que alguna vez fue la esclavitud.

En la era post-Dobbs, me temo que algunos de estos sectores se esforzarán por “salir adelante” de nuestro “estrecho” enfoque provida para “ampliar nuestros horizontes”. Sin duda se invocará al papa Francisco, en particular por su preocupación por la migración y los refugiados.

No muerdan el anzuelo. La sangre de 73 millones de vidas cada año clama venganza al Cielo en todo el mundo. Lo que recordamos el 28 de diciembre es la muerte de niños varones en Belén porque eran bebés varones y porque entre ellos podría haber una amenaza para los poderes establecidos, por lo que todos eran perjudiciales.

Esa mentalidad contraria a la vida no terminó en el lecho de muerte de Herodes; sigue viva y se propaga en no pocos sectores de la opinión que forma la cultura de hoy. Aunque todas las sociedades han asesinado, fue un “logro” del siglo XX que diversas sociedades empezaran a tratar el asesinato -de los no nacidos, los ancianos, los enfermos, las minorías indeseables- como política pública y la consideraran “buena”.

Esa mentalidad antivida no terminó en el lecho de muerte del propio Herodes; sigue viva y se propaga en no pocos sectores de la opinión que forma la cultura hoy en día. Aunque todas las sociedades han matado, fue un “logro” del siglo XX que varias sociedades empezaran a tratar el asesinato -de los no nacidos, los ancianos, los enfermos, las minorías no deseadas- como política pública y lo consideraran “bueno”.

El hecho de que, una vez eliminada la camisa de fuerza de Roe, los votantes estadounidenses en California, Michigan y Vermont eligieran libremente el 8 de noviembre -por primera vez en la historia de Estados Unidos- insertar el aborto en la ley como derecho constitucional, indica que Dobbs que no es el final de esta lucha. De hecho, probablemente podamos adaptarnos a Churchill al reconocer que “este no es el final”. Ni siquiera es el principio del fin. Pero, tal vez, sea el final del principio”.

El 28 de diciembre no debemos perder de vista esa perspectiva, sustituyéndola por otras causas. Podemos rezar para estar en “el final del principio” y mantener la mirada fija -donde más importa, en la iglesia, de rodillas- en lo que todavía debemos recorrer.

[Imagen: Sacro Monte di Varallo (Varallo Sesia, Italia), Capilla 11 – Masacre de los Inocentes, estatuas de arcilla policromada de Giacomo Paracca, alrededor de 1587]

Publicado en italiano el 29 de diciembre de 2022, en https://www.marcotosatti.com/2022/12/29/crisis-magazine-i-nostri-santi-innocenti-di-oggi-lolocausto-dellaborto/

Traducción al español de la versión original en inglés: José Arturo Quarracino

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