Testa del Serpente. Abortistas en el Vaticano y Providas al gobierno

1 Novembre 2022 Pubblicato da Lascia il tuo commento

 

 

Marco Tosatti

Estimados amigos y enemigos de Stilum Curiae, me parece interesante poner en vuestro conocimiento este artículo aparecido en La Testa del Serpente, al que agradecemos la cortesía. Feliz lectura.

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Ha suscitado revuelo y un aluvión de polémicas el nombramiento de la economista italo-estadounidense Mariana Mazzucato, cuyas posiciones “pro-elección”, o más bien pro-aborto son bien conocidas, como miembro ordinario de la Academia Pontificia para la Vida. El nombramiento por parte del papa Francisco se produjo por recomendación de monseñor Vincenzo Paglia, actual presidente de la academia, así como gran canciller del Pontificio Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia.

La llegada de Mazzucato al Vaticano ha creado conmoción y escándalo entre los católicos que se preguntan el por qué de esta decisión frente a la clara posición de la economista respecto a la vida. De hecho, el instituto vaticano fue erigido por el papa San Juan Pablo II en 1994 para la defensa de la vida humana, una misión en abierto contraste con las posiciones abortistas del nuevo miembro. Según el estatuto, los “académicos pontificios son elegidos, sin discriminación religiosa alguna, entre personalidades eclesiásticas, religiosas y laicas pertenecientes a diferentes nacionalidades y representantes de disciplinas relacionadas con la vida” (Vitae Mysterium, art. 4) y “son nombrados por el Santo Padre sobre la base de su seriedad profesional, su competencia y su servicio inequívoco al derecho a la vida de toda persona humana” (art. 3).

Lo que sorprende es el hecho de que la profesora Mazzucato haya expresado abiertamente sus posiciones a favor del aborto en el debate público también en relación con la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de intervenir en la sentencia Roe contra Wade y devolver la legislación sobre el aborto a los distintos Estados. Una sentencia histórica respecto a la defensa de la vida que podría animar a otros países en la lucha contra el aborto, pero que Mazzucato criticó ásperamente con indignación. También lo hizo otro miembro de la Academia Pontificia para la Vida, el profesor Roberto Dell’Oro, director del Instituto de Bioética de la Universidad Loyola Marymount de Los Ángeles, quien declaró que la decisión de la Corte Suprema “rechaza cualquier ámbito de ‘libertad personal’ de las mujeres, incluso en casos de violencia sexual o incesto”. Una posición compartida también por la doctora Sheila Dinotshe Tlou, ex ministra de Sanidad de Botsuana, también miembro de la Academia Pontificia para la Vida, que contribuyó en un documento de la OMS en el que se pide a todos los países que apoyen la anticoncepción y el aborto. El de Mazzucato no es, pues, un caso aislado, sino el más reciente.

Franca Giansoldati, periodista vaticana de larga trayectoria, informó en Il Messaggero sobre el descontento de los católicos estadounidenses frente a este nuevo nombramiento (entre las reacciones más duras se encuentra una declaración de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos), mientras que Il Foglio califica la decisión de monseñor Paglia de “cortocircuito”. Si para el papa Francisco el aborto es un crimen llevado a cabo por un sicario (palabras muy duras repetidas varias veces por el Pontífice), ¿qué tiene que ver Mazzucato, una “atea convencida y abortista” con el Vaticano?

El protagonista de este asunto, monseñor Vincenzo Paglia, asistente espiritual de la Comunidad de San Egidio, defiende la decisión: “Es importante que en la Academia Pontificia para la Vida se inserten mujeres y hombres expertos en varias disciplinas y provenientes de diferentes contextos, para un diálogo interdisciplinar, intercultural e interreligioso constante y fructífero”. El prelado justifica los nombramientos como un deseo expresado por el papa Francisco, que en su carta Humana Communitas de 2019 pidió un “enfoque global” y un “diálogo entre diferentes culturas y sociedades”. “No tengáis miedo -escribió el Pontífice- de elaborar argumentos y lenguajes prescindibles en un diálogo intercultural e interreligioso, además de interdisciplinar”.

Precisamente en los días en que estalló la polémica sobre los nombramientos de la Academia para la Vida tomó posesión en Italia el nuevo gobierno, fruto de la voluntad claramente expresada por los italianos en las urnas. Giorgia Meloni, la primera mujer que ocupa el cargo de Presidente del Gobierno, ha formado un equipo decidido a volver a poner los intereses nacionales en el centro, afrontando los distintos escenarios de crisis que se avecinan en el horizonte. Un gobierno conservador que da espacio a políticos católicos en puestos clave y a temas vinculados a la tradición cristiana como el valor de la familia, la libertad educativa, el redescubrimiento del valor de las propias raíces culturales y religiosas, la defensa de la vida desde la concepción hasta su fin natural, la promoción de la mujer, la lucha contra la ideología de género LGBT y la lucha contra las llamadas “drogas blandas”, caballos de batalla de la izquierda progresista. Los nombramientos de Lorenzo Fontana (presidente de la Cámara de Diputados), Eugenia Roccella (Ministra de la Familia y la Natalidad), Alfredo Mantovano (subsecretario de la Presidencia del Consejo) y Alessandra Locatelli (Ministra de la Discapacidad), hablan tan claramente como el espacio dado a los candidatos provida en sus filas.

Pero si el reclutamiento por parte del Vaticano de expertos en diversas disciplinas a años luz de la visión cristiana del hombre y de la vida no parece causar preocupación en la cúpula de la Iglesia, los obispos italianos parecen paradójicamente preocupados por la composición del nuevo gobierno. El diario de los obispos Avvenire calificó a Fontana de “divisivo”, admitiendo que defiende “algunas cuestiones cercanas a la sensibilidad católica”. El mismo periódico, en un editorial del teólogo Lorizio, “corrigió” el discurso del nuevo presidente de la Cámara de Diputados en sus citas referidas a la fe, rebatiendo punto por punto cada referencia al cristianismo hecha por Fontana, que en su primer discurso citó al papa Francisco, a Carlo Acutis y a santo Tomás de Aquino. Según el teólogo, las citas deberían ser leídas con cautela (¿o sospecha?), estando “atentos también contextualizaciones y a no instrumentalizarlas como eslóganes funcionales”. Así, en un clima abierto de sospecha hacia el gobierno y a sus exponentes católicos (como si necesariamente quisieran o necesitaran certificar la no-genuinidad de su fe y el bajo grado de conversión personal), las referencias y citas son neutralizadas como “instrumentales”, “descontextualizadas” y no del todo correctas.

Todo ello apuntando a un gobierno que a los pocos días de tomar posesión citó (sin ningún orden): al papa Francisco, al beato Carlo Acutis, a Santo Tomás de Aquino, a San Juan Pablo II, a Chiara Corbella, a San Benito, a Montesquieu… Pero la decepción por la no elección de Letta y Bonino es grande para quienes apoyaron descaradamente a la coalición progresista metiéndose en política, como hizo la Comunidad de San Egidio, que goza de gran estima y ocupa puestos claves en la cúpula de la Iglesia (basta pensar en Andrea Riccardi, el presidente de la CEI, el cardenal Zuppi, el citado monseñor Paglia, el portavoz de la Oficina de Prensa…). El partido Democrazia Solidale (DemoS), fundado por la comunidad de San Egidio, está de hecho en coalición con el PD y se sienta junto a Gualtieri en el municipio de Roma. Aunque ha llevado a su secretario al Parlamento, sufre el destino de los derrotados al sentarse en la oposición dispuesto a “hacer caer al gobierno”, a pesar de que Italia necesita estabilidad y un gobierno fuerte que trabaje durante toda una legislatura.

Abortistas en el Vaticano y antiabortistas en el Parlamento. Con la tranquilidad de los han confundido el Evangelio con la agenda de Letta-Bonino (¡porque hay que “combatir al fascismo!”) y ahora se encuentran escuchando a las fuerzas del gobierno apoyar a la familiar, la vida y la libertad educativa, mientras están con el fusil apuntando y esperando que se les escape una cita erudita. Todos temas (incluidos los principios sobre los que la Iglesia antes no estaba dispuesta a negociar) pasados lentamente a segundo plano frente a una nueva agenda eclesiástica que aboga por la defensa de la diversidad, la acogida, el diálogo, la ecología sostenible, la biodiversidad, las vacunas y una “nueva economía global” en nombre de la cual hasta un ateo abortista (siempre que sea un excelente economista) puede aterrizar en el Vaticano sin que se le dispare. Un nuevo paradigma que corre el riesgo de convertirse en un nuevo para-dogma que tacha de “rígidos” e “indietristas” a quienes no se mantienen al día… Peor aún si apoyan o forman parte de un gobierno que se proclama “conservador”.

En definitiva, no se trata de la irrelevancia o marginalidad de los católicos en la política, se trata de las diferentes visiones dentro de la Iglesia entre los que defienden ciertos principios, que siempre han sido considerados inviolables, y los que hoy dicen tener otras prioridades (de hecho muy cercanas a los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU). Tal vez sea el momento de encontrar el valor para reconocer y apoyar lo bueno de las propuestas de los católicos que hoy se sientan en lugares de poder, permaneciendo críticos cuando sea necesario, sin ceder a divisiones estériles y a ataques ideológicos, aunque se pertenezca a visiones diferentes o se tengan nuevos paradogmas en la agenda. Conscientes de la urgencia de proclamar un mensaje de esperanza y vida que combata la cultura y el miedo a la muerte en que está inmerso el mundo.

 

Publicado originalmente en italiano el 31 de octubre de 2022, en https://www.marcotosatti.com/2022/10/31/testa-del-serpente-abortisti-in-vaticano-e-pro-life-al-governo/

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

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