Marco Tosatti

Muy estimados StilumCuriales, me parece correcto ofrecer a vuestra atención esta reflexión del general Piero Laporta. Como saben los que nos siguen, el general y el escritor no siempre están de acuerdo, aunque a menudo es así. También ocurre en este caso; no estoy de acuerdo con lo que escribe el general, y hago mío lo que oí decir hace muchos años a Arrigo Levi, quien citaba a su padre, un abogado de Módena: mejor un mal acuerdo que una buena victoria. Las guerras y las victorias tienen como principal víctima a los inocentes. Feliz lectura.

Las ganas de votar de Marco Tosatti no me calientan. En primer lugar, no me hago ilusiones sobre el recurso real a las urnas. En segundo lugar, ninguno de los partidos, ninguno de los veteranos de la orgía draghimattarelliana merece un segundo de nuestro tiempo. Confío en la guerra, o en otro milagro con el que la Divina Providencia quiera sorprendernos. Lo reitero: la guerra più crudele è meglio d’una pace satanica [La guerra más cruel es mejor que una paz satánica].

Observen a los acompañantes y a los calzonudos mientras rechinan los dientes y lanzan anatemas contra Moscú: tienen miedo. El miedo se apodera de los libertos, mientras los patricios tartamudean y tiemblan. Observen: el malvado liberto atrae la lástima por su miserable aspecto físico, mucho más aceptable que el abismo de su corazón. Espera escapar de su Nuremberg, como hacen los que viajan desde su partido natal hacia nuevos comités en los que se engañan a sí mismos para protegerse. El mundo se está derrumbando con mayor velocidad que la que abrumó a la Unión Soviética. La abrumó sólo con una refriega frente al Parlamento cuando Mijaíl Gorbačëv fingió haber sufrido un golpe de Estado. Aquí se necesitan patíbulos y la realidad objetiva las determinará, las conspiraciones no sirven.

Los liberados tienen miedo y están rabiosos porque la voz de las armas es definitiva; no te libras de contar los misiles que han caído aquí y allá, de mandando a un par de generales por la televisión o con la enésima mascarilla a la momia lasciva. Tienen miedo.

Sus cabezas rodarán si estalla la guerra entre Estados Unidos y Rusia. La cumbre del poder estadounidense está en el bote. Si estalla la guerra, Estados Unidos implosiona. Si no estalla la guerra, Estados Unidos implosiona un poco más tarde. Pero la guerra deben hacerla estallar, de lo contrario Biden se deslegitima. Recuerden a Kissinger: “Estados Unidos no puede perder esta guerra”. Han perdido más o menos 50 desde 1945, no pueden perder ésta. Deben librarla, sabiendo que no pueden ganarla. Es la Némesis.

La guerra ya ha empezado y deben combatirla con las únicas armas que tienen, las bombas N. Un general chino dijo: “Por 3.000 muertos en las Dos Torres todavía estáis llorando; ¿qué haréis cuando perdáis 3 millones en tres minutos?”. Biden no sabe lo que va a hacer; tiene que ir a la guerra porque si no todo el mundo se dará cuenta -no sólo sus ayudantes directos- de lo imbécil que es.

Se sorprenden del mal que cae sobre ellos, como si estuvieran convencidos que una vez cometido el mal la picadora de carne de la historia se lo habría tragado; a lo sumo unos párrafos de un gotor o de un faisán, como ocurría con el terrorismo. Error: Satanás existe y cree en Dios, de quien reclama su parte del botín. Los Clinton, los Bush, los Obama y este aburrido Biden hacen palidecer a Hitler y Stalin, a quienes ahora se les permite invocar circunstancias atenuantes del Juez, ya que los estudiantes son desde hace mucho peores que los maestros.

Les atrapa el mal cuando les cae encima, como si estuvieran convencidos de que, una vez cometido el mal, se lo tragará la picadora de carne de la historia; a lo sumo unos párrafos de un gotor o de un pavo real, como fue el caso del terrorismo. Error: Satanás existe y cree en Dios, de quien reclama su parte del botín. Los Clinton, los Bush, los Obama y este Biden, que ha retrocedido, hacen sonrojar a Hitler y a Stalin, a los que ahora es posible invocar atenuantes del Juez, ya que los alumnos son mucho peores que los maestros.

Han esparcido muerte y sufrimiento aquí, en África, en Europa, en los Balcanes, en Asia y en América Latina, en todas partes; las almas de los niños, de las mujeres, de los ancianos, de los soldados masacrados a centenares y centenares de millones claman venganza, trascendiendo la ultratumba. Los justos se levantarán todos como un solo hombre. Nunca en la historia y en el mundo ha habido una carnicería satánica tan universal e ininterrumpida, cuya responsabilidad recae enteramente en los círculos gobernantes de hoy, estén donde estén, ocupen el palacio que ocupen, sean del color que sean, tengan el género LGBPQRST que tengan, sean de la raza que sean, profesen la religión que profesen: ninguno de ellos intente presentar pagarés a la historia en nombre de los gulags, campos de concentración y guerras del pasado, las masacres y el derramamiento de sangre desde 1945 hasta hoy están aquí, apestan insoportablemente y no se olvidan.

Es repugnante, en medio de estas lamentaciones, que obispos y fieles que se dicen católicos alienten a los asesinos, exactamente como ocurrió con las masacres de la 2GM, pero a un nivel infinitamente inferior al actual. Es repugnante que Información Correcta, una voz del mundo judío, se ponga del lado de los epígonos de quienes masacraron a sus padres. Y si hoy no sienten vergüenza, la explicación es aún más vergonzosa que la existencia de los kapos en los campos de exterminio.  En este clima, es significativa la dignidad inalterada de las comunidades ortodoxas y musulmanas. Y el lector no se pierda en las excepciones.

Estamos viviendo un drama cuya conclusión no podemos predecir. Mientras tanto, se romperán las comunidades, los Estados, las familias, las amistades, las asociaciones fundadas en la falsedad, la explotación y las masacres. Su destino está sellado.

He recibido otra cortés solicitud para unirme a un nuevo partido que “cambiará todo”. Se lo agradezco de corazón y lo rechazo. Ni las urnas, ni los partidos pueden cambiar nada con las actuales reglas de juego. Confío en la guerra y en Nuestro Señor que, misericordiosamente, nos ofrece otra cosa o dirige el conflicto, Él, que convierte la sangre y el estiércol en lirios blancos y fragantes. Dispone del fuego eterno, frente al cual una bomba N es menos que una cerilla.

Cristo vence, con amor y cuando es necesario también con violencia, no lo olvidemos.

Salmo 54

Escucha, oh Dios, mi oración, no te retraigas a mi súplica, escúchame, respóndeme, en mi queja me agito.

Gimo ante la voz del enemigo, bajo el abucheo del impío; pues vierten sobre mí falsedades y con saña me hostigan. Se me estremece dentro el corazón, me asaltan pavores de muerte; miedo y temblor me invaden, un escalofrío me oprime.

Y digo: ¡Quién me dará alas como a la paloma para volar y reposar! Huiría entonces lejos, en el desierto moraría. En seguida encontraría un lugar de reposo contra el viento furioso y la tormenta ¡Oh, piérdelos, Señor, confunde sus lenguas!, pues veo discordia y altercado en la ciudad; rondan día y noche por sus murallas. Y dentro de ella falsedad y malicia, insidias dentro de ella, jamás se ausentan de sus plazas la tiranía y el engaño.

Si todavía un enemigo me ultrajara, podría soportarlo; si el que me odia se alzara contra mí, me escondería de él. ¡Pero tú, un hombre de mi rango, mi compañero y confidente, con quien me unía una dulce intimidad, en las fiestas caminábamos hacia la Casa de Dios! ¡Oh, váyanse en tumulto, caiga la muerte sobre ellos, los vivos en el infierno se precipiten, porque el mal está instalado en sus casas y en su corazón. Yo, en cambio, a Dios invoco y Yahveh me salva.

A la tarde, a la mañana, al mediodía me quejo y gimo y él escucha mi voz. En paz mi alma rescata de la guerra que me hacen: aunque sean muchos contra mí, Dios me escucha y los humilla, Él, que reina desde siempre. Para ellos no hay conversión y no temen a Dios. Cada uno extiende su mano contra sus amigos, viola su alianza; más blanda que la crema es su boca, pero en su corazón hay sólo guerra; sus palabras son más suaves que el aceite, son espadas desenvainadas.

Descarga en Yahveh tu peso, y él te sustentará; no permitirá que para siempre zozobre el justo. Y tú, oh Dios, los hundirás en su tumba, a los hombres de sanguinarios y fraudulentos, sin alcanzar la mitad de sus días. Pero yo, Señor, confío en ti.

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