Viganò responde a George Weigel. La Línea Roja Insuperable.

23 Marzo 2022 Pubblicato da


Marco Tosatti

Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiae, recibimos y publicamos con gusto este texto recibido del Arzobispo Carlo Maria Viganò. Feliz lectura.

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LA INSUPERABLE LÍNEA ROJA

Respuesta a un artículo de George Weigel en “First Things”

 

Estoy bastante sorprendido por el hecho que en su comentario del 16 de marzo en First Things (aquí) George Weigel se refiriera a mí como el Coronel Grace-Groundling-Marchpole Mi asombro deriva de la curiosa asonancia de este artículo con el de su amigo Roberto De Mattei, “Riflessioni sull’anno che si apreci”, aparecido el 29 de diciembre de 2021 en Corrispondenza Romana (aquí), en relación con la supuesta refutación de mis declaraciones a la Conferencia Episcopal Americana (aquí) realizadas, por casualidad, por la hija del profesor Weigel (aquí), la pediatra Gwyneth A. Spaeder, esposa de un alto directivo de una de las mayores empresas de consultoría para las compañías farmacéuticas.

En el artículo de De Mattei también se insinúa que puedo ser contado entre los que ven conspiraciones en todas partes, según la práctica bien establecida de deslegitimar al interlocutor psiquiatrizándolo. En todo caso, Weigel se limitó a presentarme como un excéntrico teórico de la conspiración, tomando prestado un personaje de la trilogía Spada d’onore [La espada del honor], de Evelyn Waugh, mientras que De Mattei mencionó también la hipótesis de la posesión diabólica, además de la del delirio de interpretación psiquiátrico.

Me pregunto si ver alguna ratio en la acción coordinada de Weigel y De Mattei representa un “conectar los puntos que ninguna persona racional imaginaría que puede conectar o incluso consideraría conectables” (“connecting dots that no rational person would imagine connecting or even think connectable”, en la cita del artículo de First Things) o no es más bien una evidencia que cualquiera puede ver. Me parece simplista desechar todo con la acusación de “teoría de la conspiración” contra quienes denuncian las conspiraciones, y no contra quienes las traman; sobre todo cuando la conspiración es admitida por sus mismos artífices, empezando por el involucramiento de Soros en la revolución de color de Euromaidán. Pero si vemos a un miembro del Pravij Sektor, Serhiy Dybynyn, inmortalizado durante la farsa del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 (aquí y aquí), la idea de que algo no es exactamente como nos lo cuentan conmueve incluso a las personas menos inclinadas a “atar cabos”.

Resulta ciertamente extraño que, ante una serie de evidencias compartidas tanto por médicos y científicos (respecto a la criticidad del suero experimental) como por politólogos y expertos en estrategia internacional (respecto a la actual crisis ruso-ucraniana), estos dos amigos y colegas -De Mattei y Weigel- se presten a una acción conjunta contra mí, no por lo que digo -que se cuidan de refutar argumentando y aduciendo pruebas inequívocas-, sino simplemente por decidir ex cathedra que, como no comparto sus posiciones sobre la pandemia o el conflicto ucraniano, debo ser silenciado sin apelación, por un supuesto deber de respeto a “su” verdad.

Weigel sentenció: yo habría cruzado la infranqueable “línea roja”, que él dibujó motu proprio. Al enumerar las supuestas “mentiras, calumnias y propaganda del Kremlin” presentes en mi declaración, Weigel no se da cuenta de que es desmentido por los hechos documentados, empezando por el bombardeo del hospital infantil de Mariupol (que hacía tiempo que había sido evacuado y utilizado como cuartel militar), así como las “miles de víctimas” de las bombas rusas que destruyeron el teatro de la misma ciudad, desmentidas por las autoridades locales ucranianas.

De mi declaración sobre la crisis ruso-ucraniana, que George Weigel llama “encíclica” recurriendo a una discutible ironía, se detallan una serie de “afirmaciones manifiestamente falsas”, evidentemente dando por supuesto que el lector de First Things no ha leído la declaración. Y hay que preguntarse si el propio Weigel lo ha hecho, ya que de todo lo que se me acusa como falso está documentado por mí con fuentes y remitiendo a noticias oficiales. Quienes me reprochan “repetir punto por punto la propaganda del Kremlin” deberían explicar qué es lo que no se ajusta a la realidad de los hechos en mi análisis, y por qué no consideran la propaganda del Estado profundo, que hasta ahora ha demostrado ser capaz de falsear la realidad hasta el límite de lo grotesco, empezando por los bio-laboratorios estadounidenses en territorio ucraniano, cuya existencia ha sido negada por la Casa Blanca, pero afirmada indirectamente por la OMS (aquí), que ha pedido destruir los patógenos.

El involucramiento de la familia Biden en Birmania y en otros hechos de corrupción en Ucrania fue incluso reconocido por Joe Biden en un vídeo, al igual que la operación de propaganda mediática para encubrir las pruebas de connivencia con el régimen ucraniano -y con otros más- recuperadas en la portátil de Hunter (aquí). La destrucción deliberada de infraestructuras civiles atribuida a los rusos está demostrando -por los múltiples testimonios de ciudadanos ucranianos- que fue causada en gran medida por las milicias de Zelensky, entre las cuales hay formaciones paramilitares neonazis, denunciadas como culpables de criminales de guerra por la ONU y Amnistía Internacional desde la revolución de Euromaidán. El envío de armamento a Ucrania está provocando casos muy graves de justicia sumaria, ajustes de cuentas y linchamientos que no tienen ninguna legitimidad y están poniendo a la población en gran peligro.

Hace unos días se detuvo un cargamento de armas en un avión que oficialmente debía llevar “ayuda humanitaria” del gobierno italiano a Ucrania. La censura en Europa de las emisoras Russia Today y Sputnik va de la mano de la unificación de todas las plataformas de información que Zelenskyj ha ordenado en los últimos días, junto con la supresión de los once partidos de la oposición (aquí): un extraño concepto de “valores occidentales”, “democracia” y “libertad de prensa”. El rol de Soros en la revolución de Maidán fue declarado por el mismo “filántropo” (aquí), que se atribuyó el mérito de haber financiado la insurrección que llevó a la deposición del presidente prorruso democráticamente elegido, Yanukovich, y a poner en su lugar a Porošenko, apreciado por Estados Unidos y la OTAN.

La presencia de fuerzas neonazis fue declarada por el Congreso de Estados Unidos, que en 2015 había suspendido el entrenamiento de los neonazis del batallón Azov en Estados Unidos mediante una enmienda, posteriormente cancelada por las presiones de la CIA (aquí). Las violaciones de los acuerdos de Kiev y la persecución de la minoría rusoparlante en el Donbass han sido ampliamente documentadas por las organizaciones internacionales y los medios de comunicación, que ahora censuran sus propias noticias (aquí): se calcula que hay más de 14.000 víctimas de esta limpieza étnica contra los ciudadanos rusoparlantes. El gobierno de Zelenskyj no sólo no se opuso a esta violencia de los grupos neonazis, sino que la ha negado deliberadamente y ha regularizado el batallón Azov como fuerza militar oficial.

La continuidad ideológica entre la farsa de la pandemia y la crisis ruso-ucraniana emerge, más allá de la evidencia de los hechos y de las declaraciones de los sujetos implicados, también en el hecho de que los responsables últimos de ambas son los mismos, y todos rastreables en la cábala globalista del Foro Económico Mundial. A modo de ejemplo, el secretario de Estado Tony Blinken es el fundador de la consultora de estrategia WestExec Advisors, vinculada al Foro de Davos, y que cuenta con más de 20 de sus hombres en la Administración Biden (aquí, aquí y aquí). Muchos empleados de WestExec han estado o siguen estando en contacto muy estrecho con el Foro Económico Mundial, empezando por Michelle Flournoy y Jamie Smith, como informó Politico (aquí).

Estas no son “teorías de la conspiración”, sino hechos. ¡Punto!

 

Por último, en cuanto a mi referencia a la “Tercera Roma”, me asombra que, en presencia de un peligro inminente de escalada del conflicto, Weigel me critique por haber utilizado en sentido político un argumento de la contraparte rusa, con el fin de demostrar la disponibilidad a un diálogo con vistas a la paz. Por lo que escribí, está claro que no tuve ninguna intención de dar bases doctrinales o legitimidad a una visión pan-eslavista o pan-ortodoxa que, como católico romano, no forma parte de mi bagaje cultural y religioso. Por el contrario, es curioso que sean precisamente los defensores del diálogo ecuménico los que se rasgan las vestiduras por un tema que, si se aborda sin equívocos, podría abrir el camino para el regreso de la Iglesia cismática de Oriente a la unidad católica.

Esta voluntad de interpretar cualquier cosa que yo diga en sentido negativo es indicativa de una mala fe y de una prevención que van contra la Verdad incluso antes que contra la Caridad. Pero cuando se miente sobre la realidad que tenemos ante nuestros ojos para complacer a nuestros amos, la verdad es considerada un adorno incómodo, y ya no un atributo de Dios. Y es vergonzoso, como mínimo, ver cómo posiciones compartidas hasta unas semanas antes del conflicto ahora son negadas y consideradas formas de colaboracionismo o de apoyo a Rusia.

Reitero firmemente que mis palabras no deben interpretarse como una legitimación de la guerra, de la que los ucranianos son las principales víctimas por la connivencia de su gobierno con el Estado profundo. Pretenden ser, como lo fueron durante la farsa de la pandemia, una llamada a la verdad, una denuncia de las mentiras y falsificaciones de la realidad, un llamamiento al uso del juicio crítico frente a las narraciones mediáticas. Quizás el hecho de no tener referentes a los que responder hace incómodo, y mi posición resulta incomprensible para quienes no demuestran que son intelectualmente independientes.

El artículo de Weigel tiene un mérito: nos muestra la inesperada contigüidad de un cierto conservadurismo moderado con las exigencias de la Iglesia profunda, y paralelamente la subalternidad del mundo neo-con estadounidense con el Estado profundo y sus cómplices del Partido Demócrata.

Por otra parte, creo que el posicionamiento político e ideológico de George Weigel no da lugar a dudas, teniendo en cuenta que su nombre figura, junto a los de Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz y otros, entre los firmantes del PNAC, el Project for the New American Century [Proyecto para el Nuevo Siglo Americano], un instituto de investigación en el que los miembros del Partido Republicano y los neoconservadores son significativamente unánimes en la carrera armamentística y en alimentar focos de guerra y terrorismo por doquier, empezando por la guerra de Irak (aquí). La idea de un liderazgo mundialestadounidense promovida por el PNAC está claramente en la base de la expansión de la OTAN hacia el este y de la provocación deliberada de Ucrania a Rusia, que está prácticamente asediada hasta sus fronteras, violando los acuerdos de 1991. No quiero pensar qué hubiera pasado si, por el contrario, un Estado sudamericano se hubiera aliado con Moscú para instalar bases militares cerca de las fronteras de Estados Unidos. Y no se entiende por qué la OTAN y Estados Unidos  pueden considerarse autorizados a invadir países extranjeros -como en el caso de Kosovo- para imponer manu militari su concepto de democracia y respeto a los derechos humanos, mientras que la Federación Rusa no puede intervenir en Ucrania para defender a los ciudadanos del Donbass, luego de ocho años de limpieza étnica por parte de las milicias neonazis contra la minoría rusoparlante, en violación de los acuerdos firmados y frente a las denuncias de estos crímenes por parte de las asociaciones humanitarias.

Imagino que para quienes se prestan a estas operaciones propagandísticas -no sé hasta qué punto están libres de intereses personales- es vergonzoso verse descubiertos por un arzobispo y nuncio jubilado, porque su sometimiento servil al relato es sumamente elocuente y confirma, si es que alguna vez fue necesario, las sombras que ya velaban sus posturas en otros temas de relevancia más estrictamente católica.

 

La acción de estos exponentes del conservadurismo católico -que profesaban ser mis amigos hasta hace dos años- escribe el obituario definitivo y vergonzoso de lo que quedaba de su autoridad como pensadores católicos y de su independencia como periodistas. Después que se llevó a cabo el funeral.

 

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo, Nuncio Apostólico

21 de marzo de 2022

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2 commenti

  • Roberto de Robertis ha detto:

    Leggo correttamente che il Dott Tosatti é stato ricoverato in psichiatria? La mia preghiera per il Dott. Tosatti.

    • Marco Tosatti ha detto:

      Accetto la preghiera, caro Roberto. Si accettano tutte le preghiere, anche quelle dei furfanti, dei miserabili e dei vigliacchi. Grazie. Purtroppo, come vede sono tornato rapidamente al lavoro…se ne faccia una ragione, lei e i suoi mandanti.