¿De qué modo las vacunas Covid-19 se relacionan con el aborto?
12 Agosto 2021
Marco Tosatti
Muy estimados Stilumcuriales, nos parece importante e interesante volver a publicar este artículo editado en el sitio web del Osservatorio Van Thuan sulla Dottrina Sociale della Chiesa. Buena lectura.
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En Estados Unidos de América, el uso de células fetales humanas en el sector farmacéutico, pero también en cosméticos y otros sectores industriales, ha sido durante décadas un tema discutido y criticado en público por las organizaciones de protección de la vida. Sin embargo, en los países de habla alemana este asunto es poco conocido, incluso entre los médicos, y sólo unos pocos conocen las circunstancias en las que se obtienen las células fetales necesarias para la producción de vacunas en líneas celulares. Muchos creen que el aborto es malo, pero si ya se ha producido el aborto, el feto muerto puede utilizarse para la investigación. Pero sólo son pocas las personas que saben que los abortos necesarios para producir células para los cultivos celulares deben realizarse en forma selectiva y planificada, que el embarazo debe tener una duración determinada, que la interrupción de este embarazo es en muchos casos por cesárea y que el corazón del embrión suele seguir latiendo cuando llega al laboratorio para la extracción de los órganos. Este tipo de información no son proporcionados por los medios de comunicación y no se la puede encontrar en Google: estos hechos inquietantes se mantienen alejados de la sociedad.
Sería deseable que en el debate actual sobre la vacunación contra el Covid-19 sacara a la luz el trasfondo de la extracción de órganos fetales, sobre todo porque con TODAS las vacunas actualmente disponibles en algún momento, o bien en la fase de investigación, o bien en la de desarrollo, o bien durante su fabricación o prueba de células fetales, se han utilizado esas líneas.
Comenzó hace 85 años
Los experimentos con cultivos de tejidos fetales humanos comenzaron ya en los años 30. El motor de la época era la búsqueda de una vacuna contra la polio, que finalmente llegó al mercado a finales de los años 50. Un artículo médico de 1936 afirma: “Se ha logrado un nuevo enfoque mediante el uso de embriones humanos de 3 a 4 meses, obtenidos de forma estéril mediante cesárea”[1].
En una revista editada en 1952, sobre la producción de cultivos de tejidos, leemos que “Se tomaron embriones humanos de entre dos meses y medio y cinco meses de gestación del departamento de ginecología del Hospital General de… Se colocaron en un recipiente estéril y fueron llevados inmediatamente al laboratorio de virus del hospital infantil cercano. Las muestras muertas no se utilizaron, y en algunos de los embriones el corazón aún latía cuando llegaron al laboratorio del virus”[2]. Y otro documento del mismo año afirma: “Tejido embrionario humano: Se utilizó este material en la mayoría de los experimentos. Se obtuvo por cesárea en condiciones estériles. Se utilizaron embriones de entre 12 y 18 semanas de gestación”[3].
Finalmente, en los años 70, se llevó a cabo una investigación sobre una vacuna contra la rubeola. En 1972 leímos en la revista médica más respetada del mundo, el New England Journal of Medicine, que se habían planificado y realizado abortos específicamente para obtener el tejido fetal para la investigación, después de que las mujeres habían dado su consentimiento. La mayoría de los embarazos se interrumpieron por cesárea[4].
Décadas más tarde, en 2018, uno de los más famosos investigadores en Estados Unidos sobre vacunas, el Dr. Stanley Plotkin, se divirtió cuando fue confrontado en un tribunal con uno de sus estudios, que había utilizado 76 embriones para ese solo estudio a principios de los años 70 para una investigación preliminar de la vacuna contra la rubéola. También afirma que todos los embriones utilizados para este fin fueron abortados sólo después del tercer mes, porque para los estudios sobre las vacunas sólo pueden utilizarse órganos completamente desarrollados de embriones sanos[5].
Científicos valientes y protectores de la vida dan testimonio
Posteriormente, las referencias al tipo de extracción de órganos fetales también se hicieron escasas en la literatura especializada, por un lado, porque a estas alturas se suponía que los conocimientos sobre el tema eran conocidos en los círculos de especialistas y, por otro, porque cabe suponer que muchas de estas operaciones son poco claras desde el punto de vista legal, ya que las leyes han cambiado en las últimas décadas. Hoy debemos el conocimiento de los antecedentes a unas pocas personas valientes en el campo de la ciencia y de la protección de la vida, que testifican públicamente que los mismos métodos de los años 30, 50 y 70 se siguen aplicando todavía hoy, para obtener órganos fetales para la investigación y la producción de productos médicos. Un hecho lógico, ya que las células humanas, incluidas las fetales, sólo pueden sobrevivir durante un corto periodo de tiempo una vez que se les corta el suministro de sangre de oxígeno. Cada minuto de falta de oxígeno conduce a la muerte de las estructuras celulares. Así lo confirmó el Dr. C. Ward Kisher, profesor de Embriología Humana en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tucson (Arizona), especialista estadounidense y líder en embriología, en una entrevista concedida a American Life League en 2002: “Para preservar el 95% de las células embrionarias, el tejido vivo debe extraerse en 5 minutos. Al cabo de una hora, las células serían inútiles porque estarían muertas”[6].
El profesor Gonzalo Herranz Rodríguez enseñó Histología y Embriología, así como Ética médica, en la Universidad de Navarra/España, y fue vicerrector en ella (1974-1978) y decano de la Facultad de Medicina (1978-1981). Era, sin duda, un experto en desarrollo humano prenatal. También fue vicepresidente del “Comité de Ética del Comité Permanente de los Médicos de la Comunidad Europea” (1986-1988). En una oportunidad declaró lo siguiente: “Ni los embriones procedentes de abortos espontáneos ni los obtenidos en abortos vaginales pueden utilizarse para obtener células embrionarias: en ambos casos el embrión está contaminado con microorganismos. La forma correcta es realizar una cesárea o extirpar el útero. Este es el único modo de garantizar la esterilidad bacteriológica. En cualquier caso, es necesario realizar un aborto programado para obtener células embrionarias, por lo que se selecciona la edad del embrión y se lo diseca mientras está vivo para extraer el tejido que se introducirá en los medios de cultivo”[7].
El patólogo y microbiólogo italiano ya fallecido, el profesor Pietro Croce, es también uno de los que no se privó de hacer públicos sus conocimientos. En su libro Esperimento su animali o scienza – una scelta [Experimento con animales o ciencia: una elección], publicado en 1988, escribió que “hay clínicas especializadas en aborto. Las mujeres que acuden allí son convencidas por hábiles persuasores de que deben continuar el embarazo el mayor tiempo posible (Cuanto más maduro sea el feto, mayor será el precio). En el momento acordado, el feto será extraído por cesárea. Como esto ocurre en muchos casos, en la semana 28 (entre los seis y los siete meses), ya no se puede hablar de un feto, sino de un bebé que grita y se mueve”[8]. En el libro The Fetus As Transplant Donor – the Scientific, Social, and Ethical Perspective [El feto como donante de trasplantes: perspectiva científica, social y ética], del Dr. Peter McCullough, publicado también en 1988, el autor informa, entre otras cosas, sobre los métodos de recogida de tejido fetal en Suecia, confirmando que los abortos se realizan principalmente por cesárea para mantener la calidad de las células fetales.
El difunto padre benedictino estadounidense Paul Benno Marx OSB, fundador de “Human Life International”, cita en uno de sus libros a un médico que informa sobre los experimentos que realizó personalmente durante los años 70 y 80 en un conocido instituto sueco, todos ellos en nombre de la ciencia: “Se realizaron experimentos con bebés vivos abortados, a los que ni siquiera se les concedió la gracia de la anestesia mientras se retorcían y lloraban de dolor. Cuando ya no se podían utilizar, se los mataba y eliminaba como basura”[9].
Tráfico ilícito de órganos de fetos humanos
Hace un año y medio los medios de comunicación informaron en Estados Unidos sobre una vista judicial en San Francisco/California: Planned Parenthood (según Wikipedia, una organización que ofrece “servicios médicos, especialmente en el campo de la medicina sexual, la ginecología y la planificación familiar” en más de 650 clínicas en Estados Unidos) presentó una demanda contra los defensores de la vida David Daleiden y Sandra Merrit por sus vídeos secretos, en los que los dirigentes de la organización informan de que los métodos de aborto se modifican para obtener un feto vivo todavía intacto. También se admite que Planned Parenthood “está implicada en el tráfico ilegal de órganos embrionarios”. En Estados Unidos, la ley federal regula la compra y aceptación de tejidos fetales humanos con fines de investigación[10].
Un médico abortista, el Dr. Forrest Smith, que ha realizado 50.000 abortos en toda su vida profesional y que, según admitió, “sabe más sobre la industria del aborto de lo que la mayoría de la gente sabrá jamás”, declaró en el juicio que no tenía ninguna duda de que varios bebés seguían vivos al nacer. También dijo que los dos activistas no habían revelado ni la mitad de la verdad, porque en realidad era mucho peor.
Como último ejemplo del comercio ilegal de órganos fetales, cabe mencionar el siguiente caso: en 2018, la fundación estadounidense “Judicial Watch” presentó una demanda por tráfico de órganos fetales. Como resultado, la FDA (Food and Drug Administration) entregó al tribunal y luego al demandante toda la correspondencia relativa a ocho contratos por valor de casi 100.000 dólares entre la FDA y un instituto de biotecnología (“Advanced Bioscience Resources”). El objeto de estos contratos son los fetos humanos que han sido abortados entre la semana 16 y 24 de embarazo. Los órganos debían ser “frescos y nunca congelados”, debían utilizarse para la investigación en los llamados “ratones humanizados”. Los órganos se ofrecían a precios fijos. Los ratones humanizados se crean implantando quirúrgicamente tejido humano en ratones. Para que la humanización se realice correctamente, el tejido fetal debe tener una serie de propiedades especiales. Los ratones humanizados se utilizan, entre otras cosas, para la investigación de vacunas. Como la vida media de un ratón de este tipo es de sólo ocho meses, los modelos para este experimento animal tienen que recrearse una y otra vez, lo que supone una necesidad constante de tejido fetal[11].
Todas las vacunas actualmente disponibles han utilizado células fetales
Por último, algunas explicaciones sobre las cuatro vacunas que actualmente han recibido la aprobación del mercado en la Unión Europea: Las dos vacunas de ARN mensajero de Pfizer/Biontech y Moderna utilizan células de la línea celular HEK 293 para probar sus productos. No se puede comprobar hasta qué punto se utilizaron también en la investigación preparatoria, como indican algunas fuentes[12]. En todo caso, no se utilizaron células fetales para el proceso de producción inmediato. Por el contrario, AstraZeneca y Johnson & Johnson también utilizaron líneas celulares fetales directamente en el proceso de producción, es decir, HEK 293 en el caso de AstraZeneca y PER.C6 en el caso de Johnson & Johnson, lo que significa que la vacuna contiene fragmentos de ADN de un ser humano. HEK 293 significa “riñón embrionario humano”, esta línea celular está conformada por células renales de un niño supuestamente abortado en 1972. Hemos leído en un artículo médico del mismo año sobre el desarrollo de la vacunación contra la rubeola, por lo que probablemente conocemos las condiciones de este aborto, pero los documentos sobre este tema ya no existen. PER.C6 nació de un aborto en 1985, la línea celular se creó con células de la retina de un feto humano.
Dicho esto, hay que concluir que el uso de líneas celulares en la producción de vacunas no puede ser considerado por separado de las actividades ilegales con órganos fetales. Debería ser irrelevante en qué proceso de desarrollo de una vacuna se utilizaron líneas celulares embrionarias, ya sea en la producción o en las pruebas, la conclusión en este caso es siempre: ¡sin líneas celulares no hay tal vacuna!
Al final, permítanme hacer una observación personal: no puedo aceptar esa vacuna a causa de mis conocimientos médicos en el momento en que la vida nace y por mi conciencia de católica devota. Veo una doble violación del orden divino de la creación, por un lado, a través de la presunción por parte del hombre de decidir entre la muerte y la vida. No soy responsable del aborto, pero ¿puedo beneficiarme de él (= salud)? ¿No me convertiría esto en una partidaria indirecta del aborto? Y, por otro lado, al aceptar dicha vacuna, estaría apoyando tácitamente el actual comercio de órganos fetales derivados de abortos, porque: ¡sin demanda no hay oferta!
Por último, me gustaría señalar que existen otras objeciones médicas serias a las vacunas actualmente disponibles; aquí me he limitado específicamente al uso de las células fetales. Se espera que este otoño lleguen al mercado las vacunas contra el Covid-19 que se han producido en forma probada, sin el uso de líneas celulares fetales, que aunque se produzcan en forma convencional, se probarán durante más tiempo en los ensayos clínicos respecto a las vacunas basadas en un concepto completamente nuevo. Hasta ahora, la pandemia no ha sido tan peligrosa como para que no podamos esperar una vacuna de este tipo. ¡Como cristianos también sabemos que nuestras vidas están en manos de Dios, en cada momento de nuestras vidas!
Para quienes deseen profundizar en este tema, se recomiendan los siguientes sitios web:
https://cogforlife.org/
https://www.lifesitenews.com/
https://www.ewtn.com/
Fuente: Dra Médica Eva-Maria Hobiger
Publicado originalmente en italiano el 9 de agosto de 2021, en https://www.marcotosatti.com/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
[1] “Cultivation of Poliomyelitis Virus in vitro in Human Embyonic Nervous Tissue”, Albert B. Sabin und Peter K. Olitsky, Laboratories of the Rockefeller Institute for Medical Research, New York, Proc Soc Exp Biol Med 1936, 34:357-359.
[2] “Cultivation of Poliomyelitis Virus in tissue Culture (Growth of the Lansing strain in human embryonic tissue), Joan C. Thicke et al, Canadian Journal of Medical Sciences.
[3] “Studies on the cultivation of Poliomyelitis viruses in tissue cultures”, Thomas H. Weller et al., The Journal of Immunology, 1952, 69:645-671.
[4] “Isolation of attenuated Rubella-vaccine virus from human products of conception and uterine cervix”, 1972, Anti Vaheri et al., New England Journal of Medicine Vol. 286, No. 20, p. 1071.
[6] American Life League (Personal Interview 7-02, ALL Conference), 2002.
[7] “Vivisection or Science – a choice to make, Fetal Experimentation-Over the top”; Part 1, p. 86. CIVIS, 1991, Hans Ruesch Foundation; von Dozent Pietro Croce, Mikrobiologe und pathologischer Anatom, Mailand
[8] “Vivisection or Science – a choice to make, Fetal Experimentation-Over the top”; Part 1, p. 85. CIVIS, 1991, Hans Ruesch Foundation; von Dozent Pietro Croce, Mikrobiologe und pathologischer Anatom, Mailand.
[9] Padre Paul Marx, OSB, “Confessions of a Pro-Life Missionary”, Human Life International, Front Royal, VA, https://cogforlife.org/wp-
[10] https://www.
[12] En https://cogforlife.org/
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Tag: aborto, vacunas, van thuan
Categoria: covid